La fabada asturiana es un plato tradicional, que alegra el paladar y llena el estómago. La receta no es complicada y como ingredientes solo necesitamos las fabes (alubias) y el embutido que prefiramos (morcilla, chorizo, panceta). Sin embargo, si queremos seguir la receta clásica debemos tener mucha paciencia. En primer lugar, es preciso dejar reposando las fabes durante la noche y, al día siguiente, rondar el fuego durante las 3 horas que dura la cocción. Además, en ese tiempo hay que «asustar» varias veces la cocción con chorros de agua fría y cocinar el embutido en otra cazuela.
Por ello, quienes van con prisas o no tienen la posibilidad de organizar la comida a conciencia recurren a la fabada asturiana en lata que se ofrece en el supermercado. Ahora bien, ¿es este un producto de calidad? La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha realizado un estudio comparativo entre 22 productos diferentes para saber si estas fabadas son de calidad analizando una serie de parámetros.

¿Fabada en lata?
En todos los supermercados que visitamos habitualmente se oferta fabada asturiana ya preparada, aunque puede variar la presentación. La mayoría de productos analizados se presentan en una lata sencilla. Aunque, para darle un toque más gourmet, hay superficies que presentan las latas dentro de un estuche de cartón. También encontramos fabes en tarros de cristal o en barquetas listas para calentar en el microondas.
La principal diferencia entre estos envasados es el precio. Aquellos diferentes a la lata se pagan mucho más caros. Por ejemplo, de acuerdo con el estudio de OCU, la lata de fabada Auchan (a la venta en Alcampo) cuesta 0,98€; mientras que la lata en caja de cartón Auchan Gourmet alcanza los 3’99€. Ni el análisis de laboratorio, ni la degustación profesional demostraron que mereciese la pena pagar la diferencia, ¡todo lo contrario!
Origen de los ingredientes
Uno de los elementos a tener en cuenta es que, al tratarse de un producto ya preparado, el productor no está obligado a mostrar la procedencia de los ingredientes. Sin embargo, en 6 de los productos analizados sí viene especificada la procedencia de las alubias o de los embutidos. Mientras que 6 compañías más respondieron en la investigación que sus alubias procedían de Sudamérica.

También hay que fijarse en el porcentaje de ingredientes empleados, algo que la ley tampoco exige mostrar. Una fabada ideal debería estar compuesta de un 65% de alubias, un 25% de salsa y el 10% restante de embutidos o productos cárnicos.
Valor nutricional
De acuerdo con la valoración Nutriscore, 7 de las 22 fabadas analizadas posee la mejor calificación con la letra A; otras 11 están marcadas con la letra B y las 4 restantes con la C. Es decir, ninguno de estos productos obtiene valoraciones negativas (letras D y E). Pero, no todo es esta clasificación, otra información a la que debemos prestar atención es:
- El contenido en grasa. De media, la fabada tiene un contenido de grasa del 9%, es decir, no es muy grasa. Las grasas saturadas, cuyo consumo es preciso limitar, son entorno al 3% del producto, lo cual es muy favorable.
- La cantidad de sal. Solo en uno de los productos la cantidad de sal es excesiva.
- Las proteínas. La combinación entre las legumbres y productos cárnicos otorga un alto y completo aporte protéico.
- El aporte energético. Por un plato de fabada (330 g es la porción media sugerida) el aporte es de unas 500 kcal.
- Presencia de aditivos. Esto no se valora en el etiquetado Nutriscore, pero OCU penaliza en su análisis la presencia de nitratos y nitritos que condicionan el sabor y el color del producto. Aunque estos solo están presentes en 13 de las 22 marcas estudiadas.

En conclusión, la fabada asturiana en lata es un recurso saludable si prestamos atención al etiquetado. Además, su correcto sellado otorga una buena conservación y la ausencia de problemas de higiene en un producto que ciertamente está muy rico. Por lo tanto, debemos prestar atención y probar hasta encontrar la mejor de las fabadas.