Gandía, en Valencia, es una localidad conocida por sus playas pero, por otro lado, su patrimonio artístico, las fiestas y la fideuá son motivos suficientes para viajar hasta allí. Y habrá que llevar el bañador, pues el tiempo casi siempre es muy bueno.
Una ciudad con mucha historia
En el siglo XIV, durante la Reconquista, el Señorío de Gandía se asentó en el palacio Ducal, a orillas del río Serpis y a unos pocos kilómetros de su desembocadura. Entonces, aquel lugar era privilegiado por el cultivo de la caña de azúcar, que producía grandes beneficios. En el siglo XV Rodrigo de Borja, el futuro Papa Alejandro VI, compró el título y los territorios para su hijo. Esta familia, que ya había tenido otro Papa, Calixto III a mediados del S. XV, fue conocida por el nombre italianizado de Borgia.
El IV duque, Francisco de Borja, que tras ingresar en la Compañía de Jesús llegó a ser santo, sería el gran benefactor de Gandía. Él, por ejemplo, amplió las murallas para que la población pudiese aumentar y vivir con seguridad.
Después llegarían años difíciles. Cuando Felipe III expulsó a los moriscos, los ingenios para producir azúcar, que ellos gestionaban fueron abandonados y la ciudad entró en declive. Posteriormente, en el siglo XVIII, el palacio quedó vacío y a finales del XIX, los jesuitas lo compraron, porque para ellos siempre ha sido un símbolo importante, ya que era la casa de san Francisco de Borja, e hicieron bastantes mejoras, entre ellas, la capilla y algunos salones. Actualmente, el Palacio Ducal es un edificio singular, con muestras de varios estilos y unas estancias únicas. Es una visita imprescindible.
Museos únicos
Una de las fiestas españolas más famosas en el mundo son las Fallas. En Gandía, estas fiestas se viven con intensidad y para los visitantes es un modo sencillo de vivirlas de cerca y conocer este festejo desde dentro. Además, Gandía tiene el único museo Fallero propiamente dicho; es un lugar en el que se ve cómo son estas fiestas y cómo se hace una falla, se conoce la tradición, su historia, etc.
Otro museo único y que además es muy reciente, pues se ha inaugurado el 28 de marzo de 2015, es el museo de Santa Clara. Está junto al museo Arqueológico y pegado al monasterio de Santa Clara de Gandía, que tiene un patrimonio artístico muy amplio y de una gran calidad, pero nadie del exterior podía verlo. De este monasterio procede todo lo expuesto. Hace poco tiempo pensaron que esas joyas tenían que ser conocidas y se decidió hacer un museo con las principales obras de arte sacro que poseen. El resultado es un espacio con piezas desconocidas de un alto valor.
Un invento gastronómico
El Grao de Gandía es la zona portuaria junto a las playas. De allí parten los marineros a faenar y en el barco, aparte de los aperos y las ganas de cumplir con un duro trabajo, también llevan los ingredientes de la comida que preparan diariamente a bordo. Uno de esos días de hace un siglo, más o menos, los pescadores del barco Santa Isabel se disponían a hacer el habitual arroz con pescado en una paella y se dieron cuenta de repente de que… ¡no tenían arroz! No tenían otro ingrediente más que unos fideos y decidieron hacerlo con ellos. Les salió un plato tan rico, que allí mismo surgió la fideuá.
Hoy en día es un plato imprescindible en Gandía y lo hacen muy bien. A ningún restaurante que se precie de tener una buena carta le falta la fideuá, de la que el diccionario de la R.A.E. dice: «Guiso hecho de fideos gruesos con pescado y marisco«. A esto habría que añadir que se hace como una paella y que tiene un público muy fiel.
Restaurantes
En Gandía es fácil encontrar buenos restaurantes y se suele comer bien y a buenos precios. En la ciudad hay una gran oferta gastronómica, desde bares de tapas a restaurantes de alto nivel, como es el caso del restaurante Almar, que cuenta con un comedor precioso y una terraza con mucho encanto. Los arroces melosos están en su punto, los pescados muy ricos y disponen de una variada carta de vinos.
Las tapas son una buena opción para cenar o, incluso, comer; uno de los rincones mejores para tomarlas u optar por raciones, se llama Casa Sanchís La Tulipa. Las croquetas, la escalibada o la ensaladilla rusa son raciones que tienen una calidad garantizada. Además, se nota porque suele estar bastante lleno y tiene muy buena fama entre los gandienses. Y es que cuando se hacen bien las cosas, se triunfa.
En la playa está el restaurante Parsifal, justo en el Paseo Marítimo, el sitio idóneo para comer y tener la relajante vista de la orilla del Mediterráneo. La vista de la playa y la calidad de sus platos hacen que la comida sea un placer. Cocinan muy bien y están especializados en arroces, aunque también los entrantes de pescadito frito, caracolas o espárragos están sensacionales. Y el pan, el tomate, el alioli y los vinos valencianos están a la altura. Comer la buena Fideuá Gandiense mirando al mar, muy cerca del lugar en que se hizo por primera vez, es como mejor sabe…