El evento más importante para la gente del campo al llegar el invierno era la matanza del cerdo . En el pasado el cerdo era la mayor fuente de proteínas del medio rural. Se hacía toda una fiesta alrededor de la matanza porque ese momento se deseaba: ¡ese momento hacía feliz a la gente! Esta tradición requería un conocimiento específico para que el aprovechamiento del animal fuese completo y duradero, pero el progreso fue cambiando la matanza. Poco a poco fue desapareciendo de nuestros pueblos hasta, incluso, dejar de
practicarse en la inmensa mayoría de los hogares rurales. Sin embargo, hace 36 años y tras un concurso de cocina en el Restaurante Virrey Palafox, su propietario, Gil Martínez Soto, decidió poner en marcha la recuperación de la matanza al modo tradicional.

Ahora podemos disfrutar de un magnífico día de matanza en El Burgo de Osma cada sábado y domingo hasta el 28 de marzo de 2010. Allí podemos abrir el hambre para comernos los 22 platos que nos pondrán visitando, por ejemplo, el Museo del Cerdo. Visitar este museo es toda una anécdota. El museo cuenta con más de 12.000 figuras del insigne animal, entre los que destacan uno de hace dos milenios de origen chino y otro etrusco de más de 2.500 años. También podemos caminar por las calles y las plazas del pueblo y, sobre todo, visitar la magnífica catedral y sus principales joyas: un retablo de Juan de Juni, una copia mozárabe del códice del Beato de Liébana, y el sepulcro policromado de Don Pedro de Osma, de un milenio de antigüedad. Además, la torre de la catedral de 72 metros de altura es el símbolo de la ciudad y en la distancia sirve de referencia.

Los productos que nos ofrece el cerdo son deliciosos y únicos. Una vez hayamos disfrutado de ellos en el rústico comedor estaremos dispuestos a repetirlo en otro momento porque es una tradición tan antigua que se ha debido quedar grabada en la mente humana. La matanza, incluso sin conocerla, se echa de menos. De tal manera nos pasa a los que disfrutamos con los manjares porcinos, nos parece que sin participar de ella al menos una vez en la vida nos falta algo.