Tras el largo invierno en el que la viña ha estado “dormida”, momento que se aprovecha para realizar la poda de la misma, con la llegada de las temperaturas más altas, las viñas comienzan a despertar. Comienza a fluir la savia por la planta, y al llegar a la zona de corte de la poda, se producen un fenómeno muy emocionante. ¡Las viñas comienzan a “llorar”! Se aprecian gotas de líquido saliendo de los cortes del invierno. Es el indicador de que comienza el ciclo vegetativo. A partir de ahí, se produce la brotación. Las yemas escondidas en la planta comienzan a hincharse hasta hacer aparición. Es quizá el momento de mayor riesgo para el viticultor por la posibilidad de heladas, especialmente en algunas zonas de nuestro país con climas más extremos. Las hojas, los pámpanos y los racimos comienzan a crecer paulatinamente. Llegado el momento, hay que hacer una poda en verde, es decir, eliminar pámpanos y hojas para lograr un perfecto equilibrio de la viña y ayudará a que la planta esté más aireada y tenga mejor entrada de sol, mejorando el desarrollo de la misma y evitando excesos de humedad. La poda en verde es, en definitiva, la base para lograr una buena cosecha de uva y ayuda a prevenir posibles enfermedades de la viña que podrían desarrollarse con la subida de temperaturas del verano.

Otro momento especial se produce casi al final de la primavera. Comienzan a aparecer los embriones de las flores, que posteriormente darán lugar a los granos de las uvas que formarán los racimos. La floración de la vid marcará el inicio de la vendimia. Para la variedad Tempranillo en Ribera del Duero, la cosecha suele producirse entre 110 y 120 días después de la floración, si bien estos periodos pueden ser distintos en función de la variedad de uva y el lugar donde se desarrolla.

La primavera es también la época en la que alcanzan su máximo esplendor las cubiertas vegetales que utilizamos algunas bodegas. La cubierta vegetal consiste en dejar que, sobre el suelo, entre las viñas, crezca vegetación herbácea, ya sea espontánea o sembrada. El uso de la cubierta vegetal como sistema de mantenimiento del suelo en la agricultura sostenible tiene grandes beneficios para el viñedo ya que aporta fertilidad del suelo, ayuda a controlar la erosión y el lavado de nutrientes favoreciendo así su absorción, oxigena el suelo, favorece la actividad microbiana del suelo y ayuda a controlar el rendimiento ya que la cubierta vegetal compite por los nutrientes y resta vigor a las viñas.

En años con primaveras húmedas y temperaturas suaves, algunos viñedos como los de Bodegas Comenge, se convierten en verdaderos vergeles, jardines llenos de amapolas, margaritas y otras flores y hierbas silvestres. Un paisaje sin parangón.
Alvaro Comenge, Director Comercial de Bodegas Comenge