Detalle del exterior del menú numerado

La última cena… en el Bulli

Eva Celada📷 Héctor Parra11/03/2011

Detalle del exterior del menú numeradoEl pasado día 27 de febrero de 2011, fuímos invitados por Ferran Adrià a cenar en el mítico el Bulli. Nos tocaron los números 1798/1799 de los 7000 comensales que esta última temporada disfrutarán de uno de los mejores restaurantes de todos los tiempos.

Al frente el chef, dirigiendo su orquesta de grandes cocineros que a su sombra y junto a él han vivido todo tipo de experiencias, nunca tan grandes y hermosas como las que sus clientes han podido disfrutar en un comedor que no se caracteriza por la elegancia, pero que ha querido mantener durante décadas el mismo espíritu que le vio nacer.

Juli Soler recibe al cliente como si llegara un amigo, éste es llevado, casi en volandas, a ver a Ferran, que mira con esa intensidad suya ante la impasibilidad de su equipo, acostumbrado a las visitas de toda índole y condición. La foto es imprescindible, y como un ritual queremos hacérnosla; hemos ido como periodistas, pero sobre todo como amigos, como admiradores, como fans de este Mick Jagger de los fogones, que ha elevado la gastronomía española al más alto podium y que sigue trabajando por ella hasta las últimas consecuencias.

Panel a la entrada de elBulliSe publicó en la Vanguardia el 24 de Febrero de 2011 que el Bulli se alquilaba por 115.000 euros por servicio. Empresas de todo el mundo han hecho sus gestiones, y lo cierto es que el restaurante esta lleno hasta el final de la temporada, e incluso podría estarlo diez temporadas más. Con el cierre la presión «del primo del sobrino» se ha hecho insoportable: todo el mundo quiere ir, y formar parte de la Historia, no importa lo que cueste. Una camarera nos lo dice con bastante desparpajo: «Si Ferran quisiera dinero, se forraría; si dijera que por venir a cenar hay que pagar mil euros también se llenaría el restaurante«.

Y es cierto, en esa mesa suya junto al ventanal que da al jardín, en la misma cocina que dirije hasta el último detalle, el cocinero catalán ha debido hacer su lista mágica. En ella no faltan tanto periodistas amigos, sin necesidad de ser de relumbrón, como personas anónimas de Roses que han querido ir y no han podido. Él siente que se lo debe, quiere que cada cena sea una despedida, un mensaje en el que con cada plato dice os quiero, pero nunca desde la nostalgia, pues si hubiera habido nostalgia habría preparado un menú recopilatorio de su trayectoria, pero no. Todos los platos son nuevos, con alguna versión de alguno de la temporada pasada, pero únicamente en un par de ellas entre cuarenta y cinco platos que componen el menú.

Tortillita de camaronesMe gusta ver la cara de la gente cuando está en el Bulli. A Ferran también, porque es parte de sus documentales: un fotógrafo recogía lo mejor de la cena con su cámara, con el permiso de los extasiados clientes, a quienes les puedes poner a hacer striptease sin inmutarse, ya que viven un nirvana: el de formar parte de los elegidos, a pesar de que en ocasiones se percibe la incapacidad de algunos para comprender el futuro en el plato, aunque lo importante es estar y decir que se ha estado, lo importante es deslumbrar y, en ocasiones, sentirse deslumbrado.

TiramisúPuestos en profesional el menú tiene una parte inicial de cócteles que se comen, algunos de ellos realmente sorprendentes.

También cuenta con aperitivos como la Tortillita de camarones, que quién piense que la ha probado la mejor se equivoca. Después es el turno de una parte oriental, con el Won ton de rosas con jamón y agua de melón, las Cerillas de soja, el Cristal de soja o el Tiramisú, cuyo interior es soja en texturas.

Más adelante el menú se adentra en la profundidad y el colorido de América, especialmente México, y nos encontramos con un Ceviche de luto y molusco o un Taco de Oaxaca sencllamente impresionantes.

Jugar con el producto es otra de las pasiones de Adrià, que presenta platos como Gazpacho y ajo blanco o Tartar de tomate, donde nada es lo que parece. A continuación llega la caza, en una sinfonía de platos a cuál más excelente: el Tordo, el Capuchino de caza, la Ostra con becada o el Risotto de moras con jugo de caza, donde no hay arroz pero sí un juego de texturas y sabores sublime.

Fresas calientes con consomé de liebreAún tengo en mi memoría las Fresas calientes con consome de liebre. Se atreve el chef a poner en copa la sangre de liebre: originalidad y creatividad hasta el límite.

Los postres en elBulli son etéreos, sorprendentes y deliciosos: Terrón de azúcar al té y lima, los Filipinos rellenos de coco o el Sake helado, un final feliz para una cena magnífica, única e irrepetible.

De sobra es también conocida la calidad de la bodega y del equipo de sumilleres de elBulli, aunque en esta ocasión en vez de un maridaje optamos por tomar un vino local: un Mas Perinet 2007 D.O. Montsant, interesante recomendación del sumiller, y que estuvo acompañado a los postres con un Moscatel MR 2008 de la Compañía de Vinos de Telmo Rodríguez, D.O. Málaga y Sierras de Málaga.

Sake heladoFerran ofrece un mundo lleno de juegos de temperaturas, con profusión de diferentes texturas, muchas frías o heladas, en combinación con otras calientes. Bajo las texturas hay sorpresas, y bajo la mirada aparecen la incertidumbre y el asombro.

Tras un servicio impecable en el que fuímos capaces de tomar todo el menú – que incluye 45 platos, algunos no tan pequeños como muchos piensan- en menos de tres horas, nos despedimos del chef. Le doy las gracias y debe ver la preocupación en mi expresión: «el Bulli se cierra, pero nos veremos en otras ocasiones, en petit comité«, me dice, y sonríe tocando con un gesto cariñoso mi bufanda. Sé que es un genio y una buena persona… y no quiero perderle de vista.

Nota del editor

No podíamos irnos sin la foto con Ferran en cocinaA continuación incluímos cuarenta imágenes tomadas durante la cena, empezando por la parte externa de la carta del menú, que incluye muchos detalles de la historia de elBulli, un número de comensal y la firma del propio Ferran, además de un guiño a elBulliFoundation, la fundación en la que se transformará el restaurante, que cerrará a finales de junio hasta 2014.

Las fotografías están tomadas directamente en mesa, algo razonable dado el número de platos y la velocidad que ello requiere, aunque ninguna fotografía puede captar el juego de temperaturas y texturas que Adrià ofrece en su restaurante. Sin embargo, tienen una calidad aceptable y sirven para compartir con vosotros nuestra experiencia y para conformar este humilde homenaje a elBulli, sin duda uno de los mejores restaurantes que han existido y existirán. Muchas gracias Ferran y hasta pronto…

La última cena en el Bulli en imágenes