Las Administraciones no están apostando por la alimentación ecológica

Ángeles Parra08/11/2009

Ángeles Parra
Ángeles Parra,
directora de BioCultura.

En España se da una situación extraña en relación con la producción de alimentos ecológicos: por una parte somos el primer país productor de Europa y, sin embargo, estamos a la cola en lo que a consumo se refiere. La media europea esta en 85 euros por persona y año, y en España no llegamos a 8, muy lejos de Suiza que está a 130 euros por persona y año, esto significa que más del 80% se esta exportando a países de Europa, Estados Unidos y Jamón.

La razón de que no se consuman productos ecológicos en España es el desconocimiento de los consumidores. Este desconocimiento se debe a que no ha habido en nuestro país ninguna campaña o promoción genérica de productos ecológicos por parte de las Administraciones Públicas. El año pasado hubo una campaña muy pequeña. ¿Qué ha ocurrido en otros países vecinos como Italia o Francia donde el consumo es bastante más elevado? Pués precisamente eso: se ha promocionado el consumo con campañas importantes. Cuando el consumidor conoce las ventajas de los productos ecológicos, tanto para la salud como para la gastronomía, los reclama y los puntos de venta y las grandes superficies los tienen a su disposición.

Todos pensamos que en España debiera ocurrir como sucede en otros países de nuestro entorno: que se consumieran estos productos; pero, desgraciadamente, las administraciones no estan apostando por ello. Según las encuestas, el precio no es la razón para que no se consuman alimentos ecológicos, sino que es el desconocimiento. La segunda razón es que no se conocen las cualidades que tienen, ni las ventajas sobre otros alimentos convencionales: no se conoce  que tiene ventajas directas sobre la salud, porque no tienen productos químicos como residuos del alimento, y que por tanto eso nos puede evitar otras enfermedades, y que además tiene más nutrientes que un alimento convencional.

Respecto al tema agrícola, la produción ecológica es una producción a pequeña escala y, por lo tanto, respalda una economía familiar, de pequeñas empresas. Eso qué produce sobre las zonas rurales: fija población rural y los jovenes, si tienen trabajo, se quedan. También el tratamiento más compasivo de los animales es algo que importa mucho en países como los nórdicos: la relación con los animales en granjas pequeñas es mucho más respetuosa.

Cuando un ciudadano decide comer alimentos ecológicos, al mismo tiempo, está tomando otras decisiones: la decisión de tener una vida más sostenible, más sana y, por tanto, la de contribuir en su hogar o en su empresa al ahorro energético con energías renovables, intentar utilizar ropa y calzado que provenga de materiales más naturales, va a intentar sobre todo cuidarse de manera más sana y va a recurrir a cuidarse con terapias alternativas, no sólo con las oficiales, y va a tomar una serie de decisiones que van a cambiar su vida radicalmente.

En estos 25 años de Biocultura se ha hecho una gran labor de difusión de todas estas alternativas, no sólo en la alimentación, lo que en definitiva da como resultado una vida más saludable para todos y para el planeta.