Desde las masías hasta la alta cocina, tanto la fina hortaliza como su inseparable salsa romesco, forman un bocado exquisito y, pese a que en este 2021 casi no podamos disfrutarlo en una calçotada multitudinaria, por la situación de la COVID-19, no nos lo perderemos en los mejores lugares que Barcelona nos brinda para ello.
Un poco de historia
El origen de los calçots se remonta al siglo XIX, concretamente en la localidad de Vall, cuna de este producto, protegido con identificación geográfica propia (IGP Calçot de Valls).
La historia cuenta que un agricultor quemó sin querer unas cebollas en la brasa, pero en vez de desecharlas las peló y descubrió que su interior era dulce, tierno y poco fibroso. Aunque no se sabe con exactitud qué hay de verdad y qué de leyenda en este relato, es el más extendido desde los años cuarenta del siglo pasado.

Los mandamientos del calçot
El protagonista del plato debe asarse con llama, bien en parrilla o con la técnica del alambre, después se sirven en tejas de barro. La salsa romesco, elaborada a base de tomate, ñora, ajo y almendras entre otros, es esencial y mucho más que un mero acompañamiento. Carnes como la butifarra catalana o las costillas tampoco faltan en las calçotadas.
La forma de comerlos es otra de las particularidades indispensables para su correcta degustación. Si hay algo que falta en la mesa son los cubiertos, pero no se les echa de menos, en su lugar, un babero gigante para evitar las manchas y unas manos negras de la ceniza, resultado de pelar la parte quemada.

Alternativas en Barcelona para tiempos de pandemia
Las restricciones por la COVID-19 han provocado la cancelación de muchas calçotadas. Esto no quita que los amantes del plato puedan seguir disfrutándolo, y aunque en un entorno menos festivo, siempre con la tradición presente, sello de la casa.
La empresa Edenred ha elaborado una lista con varias propuestas para comer calçots en restaurantes de la Ciudad Condal, como valor añadido, en todos ellos se puede pagar con la tarjeta Ticket Restaurant.
Can Travi Nou (c/ Jorge Manrique s/n). En el encanto de sus salones, propios de una masía del siglo XVII, se traslada también a sus platos. La calçotada está compuesta de teja de calçots, parrillada de carnes, coca de Maresme y postres a elegir.
Situado en el centro de la ciudad, el restaurante Balmes-Rossellò (c/, Balmes, 129 bis) recoge en su cocina el modernismo y distinción que vemos en las calles del riguroso barrio de El Eixample. De primero, calçotada con romesco y pan con tomate, si aún nos quedamos con hambre, cordero, butifarra, patatas caliu se encuentran entre los segundos platos de la brasería.

Una oferta similar la encontramos a escasos metros de la estación de Sants, en el Restaurante de Carmen (c/ Valladolid, 44). Su especialidad es la carne a la brasa, pero los calçots no se quedan atrás, se sirven con salsa romesco de Carmen y se completa el menú con postre casero a elegir.
Mussol Glòries (Avda. Diagonal, 208).De las masías al centro de la ciudad, como filosofía. Cita obligada si paseamos por la Diagonal, aquí se encuentra el restaurante más icónico de esta cadena. El menú consta de calçots, morcilla de Montsey o bacalao. Además, cuenta con opción vegana.
Si lo que buscas es una forma diferente de comer calçots, visitar Ca la Nuri Platja (Paseo Marítimo de la Barceloneta, 55) está totalmente recomendado. De su carta destaca el hummus de calçot, la coca de calçots confitados y, por supuesto, el arroz con calçots y secreto ibérico.
Para acabar la ruta gastronómica del calçot, volvemos a el centro de la ciudad. L´Antic Forn (c/ Pintor Fortuny, 28), situado en El Raval y con más de treinta años de servicio, ofrece, después de un primer plato de calçots a la parrilla, cordero a la plancha, salmón o salchicha con alcachofas, para cerrar el menú, nada mejor que crema catalana.