Castillo de Angers

Los castillos del río Loira, distinción y magia

Joaquín del Palacio22/06/2011
El río LoiraEl río Loira

Los ríos han resultado ser muy atractivos para el ser humano desde la prehistoria porque en sus riberas siempre se han encontrado algunos de los elementos más importantes para la vida. El río lleva agua y genera terrenos fértiles repletos de vegetación y fauna, también es vía de comunicación, frontera, etc. Aparte de todo ésto, algunos ríos son muy especiales porque junto a ellos se encuentra el lugar ideal para la vida, para el asentamiento de poblaciones, el espacio en el que el ser humano quiere vivir. El río Loira, los franceses le llaman La Loire (La Luag), es uno de los más afortunados porque aparte de tener de todo lo dicho tiene encanto, y ésto ya no se consigue aunque se quiera, es como la inspiración, si no está no se puede buscar. El Loira tiene magia.

El río Loira tiene más de 1.000 km. de longitud y, aparte de ser el más largo de Francia, es el más bello y el más cargado de Historia. Su caudal es muy irregular y eso le aporta carácter e imágenes muy distintas a lo largo del año: unas veces se muestra pacífico entre arenas, otras baja muy cargado de agua formando remolinos. Cruza todo el Hexágono, así le llaman a Francia por su parecido con esta figura geométrica, desde el sureste hasta Saint Nazaire, donde hay una impresionante construcción de hormigón que fue una base de submarinos nazi que aún hoy da miedo verla. Allí mismo es donde La Loire se encuentra con el azul salado y marino. Esta zona está muy cargada de verdaderas maravillas como Guérande, una ciudad medieval preciosa, o, ya en la costa marina, La Baule, una encantadora ciudad de vacaciones de playa con estilo clásico y muy elegante. La ingeniería también se luce en su desembocadura con un impresionante puente que tiene una luz de 720 m. y una altura de 60 para que los grandes barcos lleguen hasta Nantes. Este río también está a la última en ingeniería.

Castillo de AngersCastillo de Angers

Los mejores rincones del río están en su curso bajo, desde Orléans hasta llegar a las inmediaciones de Angers, en un tramo de poco más de 200 km. En este tramo poco a poco las riberas se fueron poblando de castillos, algunos se hicieron nuevos y otros eran antiguas fortalezas medievales que se reformaron y así los poderosos de la época podían estar situados junto a la monarquía y la nobleza gala. Aquí el río se hace real. La afición a la caza fue el motivo fundamental por el que los nobles buscaron esta zona de gran riqueza cinegética para ubicar sus mansiones. Curiosamente estas residencias se empezaron a construir remontando el cauce de oeste a este. Así fueron instalándose sucesivamente en el tiempo y en el espacio hasta llegar a Versalles, que aunque no está junto al Loira sí fue el último en aparecer en la zona. Versalles es el palacio al este del edén.

Estos castillos son auténticas maravillas y es difícil elegir entre ellos porque cada uno aporta algún detalle que lo diferencia y lo hace aún más atractivo que el anterior, da lo mismo en qué orden se vean. El de la ciudad de Angers es una fortaleza medieval con todos los elementos defensivos necesarios para que en 1232, cuando se edificó, fuese inexpugnable. Cuenta con un foso profundo, dos puentes levadizos, una muralla muy recia, una torre albarrana de acceso y 17 torres que aún eran más altas de lo que hoy se ve y una de ellas, la del molino, llegaba hasta los 40 metros de altura. Este lugar, junto al río Maine aunque muy cerca del Loira, ha estado ocupado por el hombre desde hace milenios. Lo más importante del Château d’Angers es su colección de tapices, expuesta en un museo construido solamente para ello que merece la pena ser visitado. Quizás éste no sea un ejemplo representativo de los de la zona, por su falta de lujo y encanto, pero su imagen perdurará en la memoria.

Destilería de Cointreau. AngersDestilería de Cointreau. Angers

Para celebrar el recuerdo de esta visita habrá que brindar con Cointreau, una bebida angevina, originaria de Angers. El licor hecho de naranjas amargas y dulces que empezaron los hermanos Cointreau en 1849 fue haciéndose cada vez más conocido y bebido en el mundo. Debido a ésto rápidamente fue imitado, pero nunca fue igualado. En el museo tienen cientos de marcas que han surgido en todo el mundo tratando de copiar una bebida muy singular que tuvo que registrar ya su producto en 1885; allí se pueden ver los antiguos alambiques aún en funcionamiento y sus anuncios publicitarios, que siempre fueron muy creativos e innovadores, así como las recetas y los nombres de sus cócteles.