Si hay algo que preocupa a madres y padres es la alimentación de nuestros hijos. Que coman bien, sano, variado y saludable es algo que aunque se persiga, no siempre se consigue. Sobre este tema hablamos con Melisa Gómez, especializada en nutrición pediátrica y autora del libro: disfruta creciendo. Una voz más que autorizada para hablar de la nutrición de los niños.
¿Crees que en España los menores se alimentan bien?
A pesar de que “bien” y “mal” suelen ser términos muy generales, las estadísticas indicar que existe mucho por mejorar en alimentación infantil, especialmente en el consumo de frutas y verduras que suelen ser desplazados por productos menos recomendables.
También solemos encontrar un bajo patrón de consumo de legumbres o pescados grasos a la vez que se suele exceder el consumo recomendado de proteínas de origen animal, azúcares, sal (tanto añadidos como a través de productos ultraprocesados).
Hace poco leí un estudio que decía que 8 de cada 10 niños a los que les preguntabas que era la dieta mediterránea no sabían responder. Lo cierto es que en la etapa escolar no existe ningún tipo de formación sobre la buena alimentación….
Aunque creo que se está trabajando por cambiar esta realidad, aún en muchos centros se suele limitar a un par de clases acerca de la pirámide alimentaria (que en nuestro país no está adaptada a la evidencia científica actual y se ha quedado obsoleta) y a comentar acerca de los nutrientes sin que esto sea llevado a la vida práctica o realmente se asimile la importancia de ciertos hábitos o prácticas.
He estado en centros en los que preadolescentes y adolescentes no conocen otras fuentes de proteínas distintas de la carne ni saben mencionar las desventajas del consumo de bebidas azucaradas. Esto solo mostraría que queda mucho por hacer.

En tu nuevo libro hablas de la alimentación plant-based. ¿Está recomendada para menores?
Podría estarlo y ofrece múltiples beneficios cuando se planifica adecuadamente, pero no tiene que ser la única opción recomendada. Es posible crecer de forma saludable con una dieta mediterránea u omnívora, igualmente adecuadamente planificada que finalmente es en donde todo radica. Pero la realidad es que cada vez más familias deciden reducir el consumo de alimentos de origen animal (por salud, sostenibilidad, ética o diversas razones) y se encuentran con muchos mitos a la hora de compartir este enfoque dietético con sus hijos, ya sea por parte de la población general como incluso aún por profesionales sanitarios. De esto surge la necesidad de querer aportar algo de luz sobre esta temática.
Muchos padres y madres viven preocupados por la alimentación de los niños en los colegios, ¿crees que como norma general existe una alimentación equilibrada y sana en los comedores escolares?
Aún no creo que hayamos alcanzado esto. En mi experiencia trabajando bajo el proyecto #PorUnaEscuelaBienNutrida junto al chef Juan Llorca, nos encontramos constantemente con que se suele priorizar la cantidad de comida que los niños coman (que se coman todo el plato o casi todo el plato se suele interpretar como que “han comido bien”) indistintamente de la calidad de lo que se ofrece y esto impacta sobre la oferta, que se suele intentar amoldar a esta premisa de que los niños la acepten, por lo que se suelen exceder las recomendaciones proteicas, especialmente de carnes rojas y procesadas, se abusa en muchas ocasiones de rebozados y frituras, se ofrecen productos azucarados, existe pobre oferta de verduras, entre otros aspectos a mejorar.
Algunos centros están apostando por cambiar esto, pero está resultando una ardua tarea porque conlleva en muchos casos la toma de conciencia de las familias y el apoyo para lograr estos cambios.

Hace muchos años que te dedicas al tratamiento dietético nutricional en niños, ¿qué es lo que más te encuentras en tu consulta?
A pesar de haber abordado muchos casos de diversa índole a lo largo de mi carrera profesional, en los últimos años mi labor se ha centrado en el acompañamiento de familias que buscan ofrecer una alimentación saludable desde los primeros años de vida, prestando apoyo en lo relacionado con la alimentación complementaria, alimentación en la primera infancia y la resolución de obstáculos que podemos encontrar en estas etapas.
También, en el caso de familias que quieren ofrecer una alimentación basada en plantas a sus peques o buscan herramientas para planificar la dieta en casa.
¿La adolescencia, por los cambios hormonales que supone, requiere de una alimentación especial?
Al igual que en el resto de las etapas del ciclo vital, la base será una alimentación saludable, pero en vista de que es un período en el cual la velocidad de crecimiento se acelera, será necesario garantizar el aporte de diversos nutrientes a través de la dieta (hierro, calcio, ácidos grasos esenciales…) por lo que prestaremos especial atención al consumo de los alimentos que los aporten.
«Debemos recordar que los adultos somos responsables por lo que se ofrece, pero el niño ha de ser el responsable de decidir cuánto come y si come o no de lo ofrecido»
5 tips para alimentar mejor a nuestros hijos
- Ofrecer más frutas y vegetales: nuestros peques no suelen comer suficientes frutas y vegetales (cuando la recomendación sería de 5 raciones al día, muchos no llegan ni a una), por lo que una de las primeras estrategias que valdría la pena poner en marcha sería la de priorizar las frutas en meriendas (ofrecerlas antes que otras opciones y mantener constante la oferta a la vez que buscar modos atractivos de ofrecerla) y asegurar al menos la oferta de una ración de vegetales en cada comida principal (no quiere decir que siempre se la comerán pero, de acuerdo con nuestras posibilidades, intentaremos que estén disponibles y no falten en el plato).
- Ofrecer alternativas de desayunos y meriendas saludables: los desayunos y las meriendas suelen ser los tiempos de comida en los que más suele abusarse de ultraprocesados y azucarados (galletas, batidos, postres lácteos, bollería…) por lo que ofrecer alternativas de mayor aporte nutricional como unas tostadas con tomate y aceite de oliva virgen extra o un vaso de leche entera (sin azúcar añadida) junto a una fruta puede ser una estrategia sencilla y alcanzable que podrá ayudar a mejorar la alimentación de la familia.
- Limitar la oferta de bebidas azucaradas: ofrecer agua siempre que sea posible, se puede agregar zumo de limón, rodajas de fruta, cubitos de hielo con fruta o estrategias similares en aquellos casos en los que queramos darle un toque de sabor o un toque divertido.
- Ofrecer más proteínas de origen vegetal: especialmente legumbres que suelen aportar gran cantidad de nutrientes, como hierro y fibra, a la dieta y en muchas ocasiones de ofrecen una vez por semana o menos. La recomendación suele situarse en 3-4 veces por semana y esto podría resultar de apoyo para reducir el exceso en el consumo de proteínas de origen animal.
- Respetar y acompañar el apetito de los niños: aún en muchas ocasiones no se suele escuchar o respetar que en determinados momentos (ya sean tiempos de comida como en muchas cenas o en semanas de menor crecimiento) no tengan apetito y se suelen escuchar frases como “es que algo tendrás que comer”, “no te levantarás de la mesa hasta que hayas comido X bocados” o “si te comes algo de X, luego tendrás un premio”, entre otras, que no permitirán que los niños se autorregulen. Debemos recordar que los adultos somos responsables por lo que se ofrece, pero el niño ha de ser el responsable de decidir cuánto come y si come o no de lo ofrecido. En caso de que veamos una tendencia a rechazar constantemente lo ofrecido, más allá de alimentos o momentos concretos, lo recomendable sería buscar ayuda profesional para identificar la causa del problema y abordarlo de la mejor manera posible.