Mendoza está situada, en la franja de latitudes medias ideal para el cultivo de la vid, al oeste de Argentina junto a la cordillera de los Andes. A pesar de la cercanía al océano Pacífico, solamente 400 km, la gran barrera andina con cumbres de más de 6.000 m evita que llegue la humedad marina; por otro lado el Atlántico está muy lejos, a 1.400 km, así que esta continentalidad provoca que el clima sea desértico y las precipitaciones solamente alcanzan unos 200 mm al año.
Esto es increíble porque Mendoza está repleta de cultivos y árboles, es un lugar verde. Realmente es un oasis, pero artificial. Esto se debe a que los huarpes, etnia precolombina, dominaban las técnicas hidráulicas. Ellos construyeron una red de canales para traer el agua desde la cordillera y así practicar la agricultura y habitar en la zona. Estas infraestructuras fueron mantenidas por los conquistadores y después aprovechadas para cultivar. Posteriormente, a mediados del siglo XIX, desde Europa se introdujo la vid, un cultivo que cambiaría la comarca y levantaría pasiones. La productividad vinícola fue cada vez mejor porque las viñas no fueron afectadas por la filoxera.
La intensidad del sol y la cantidad de horas de exposición son fundamentales para la buena maduración de los viñedos y, concretamente, para la variedad malbec. Los canales de riego aportan la humedad necesaria para que ese terruño andino procedente de volcanes y de las altas cumbres contribuya con los nutrientes precisos que consiguen el carácter tan especial que la variedad malbec expresa en Mendoza. Un vino especial, muy querido en todo el mundo, que atesora un valor muy particular obtenido por las características geográficas tan peculiares de Mendoza.
Una ciudad encantadora
Al salir del aeropuerto de Los Plumerillos de Mendoza lo primero que se ve es un viñedo. ¡Una viña aeroportuaria! Sí, y además de él elaboran un vino muy rico, no lo tienen para verlo sino para beberlo. Es una tierra vinícola hasta la médula. A pesar de que Baco o Dioniso han sido desde hace milenios los principales dioses del vino en las culturas mediterráneas, actualmente Mendoza y la Virgen de la Carrodilla, Patrona de los Viñedos, que por cierto procede de Aragón, tienen también su lugar en el «Olimpo del vino».
Los mendocinos miman su ciudad, es verdad, la mantienen limpia y la quieren porque es bonita y segura. Todas las calles y los parques son verdes, tienen multitud de grandes árboles. Dicen que gracias a la sombra que les dan aguantan bien el riguroso verano. Han aprendido a controlar el consumo de agua porque no les sobra. Una parte de esas aguas es absorbida por la vid, que luego convierten sabiamente en vino en sus mil bodegas. Así como quieren al agua quieren al vino, y lo demuestran.
Todos los jueves del verano se celebra el «Ciclo de música y vino en las alturas» en la terraza del edificio del ayuntamiento. Es un acto gratuito, como casi todos los del vino allí. Al caer la tarde se reúnen en torno a un concierto de música en vivo y una copa de vino mientras, desde el mirador, se disfruta de la puesta de sol tras Los Andes. La vista es de 360 grados y también se divisa toda la ciudad, preparándose para la noche. Se vive un momento mágico en el que van cambiando los colores del atardecer y se escuchan los sonidos de la música, mientras deleitan el momento los aromas y sabores del vino…
Fiesta de la Vendimia
Los territorios vinícolas celebran la vendimia porque el producto de la tierra es una bendición del cielo. En Mendoza sienten la fiesta como algo propio, salen a la calle a festejarlo y lo disfrutan durante cinco días por todo lo alto. Además, el 2016 es un año clave porque se conmemoran el Bicentenario de la Independencia y el 80 aniversario de la Fiesta de la Vendimia.
Las celebraciones comienzan el fin de semana anterior con la Bendición de los Frutos. El viernes siguiente realizan la Vía Blanca de las Reinas que es un desfile de todas las carrozas, cada una con su reina correspondiente, por las principales calles de la ciudad y al día siguiente se celebra el Carrusel, que es un desfile similar aunque más desenfadado, y por la noche acuden al Acto Central en el Teatro Griego Frank Romero Day. Este es el mayor espectáculo que se le hace al vino en el mundo.
Al finalizar el Acto Central coronan a la Reina Nacional de la Vendimia en un precioso teatro al aire libre con un aforo de 22.500 personas. La grada es inmensa y el diseño del escenario, una maravilla. En el espectáculo participan más de 1.100 artistas, bailarines, músicos y figurantes en 4.000 m2 de escenario con pantallas gigantes. La coreografía es sensacional y el vestuario es muy colorido. Realizan un espectáculo sincronizado y emocionante, que, a pesar de su duración, se hace corto. Se hacen homenajes a las tradiciones, a los países vecinos y a los relacionados con el vino. Tanta gente desea verlo que durante los 3 días siguientes al Acto Central se sigue repitiendo y llenando el teatro pero sin la elección de la reina.
Ruta entre viñedos
De las aproximadamente 1.000 bodegas de la provincia 110 son visitables y varias de ellas las encontramos a pocos kilómetros de la capital. Hay varias rutas gastronómicas y enológicas muy cerca. La ruta 60, que se dirige a Maipú, circula entre viñas y bodegas, perfecta para rodar una secuela de la película Entre copas. Esta ruta de bodegas es la mejor para conocer el encanto de los viñedos y las bodegas, es el mejor lugar para probar sus vinos y comer de maravilla.
La bodega El Enemigo tiene mucho encanto. Su historia es bonita… La que une a dos amantes de la historia, la literatura, la filosofía a hacer un vino basado en la tradición buscando en el pasado romántico de la historia. Son vinos para leer, escuchar música, conversar o disfrutar… Y también para comer, porque en esta bodega la mesa es un homenaje y los platos están muy ricos. Luego habrá que pasear por sus jardines y entrar en la estancia subterránea, aparte de encontrar cuadros, dentro nos espera una elegante sorpresa en forma de libro iluminado por las velas de un candelabro.
Otra visita ineludible es la bodega Trivento, cuyo nombre hace referencia a los tres vientos que soplan sus viñedos: polar, zonda y sudestada. En Trivento entienden el vino como un arte y por eso tienen una sala de exposición para artistas que muestran su obra pictórica, fotográfica, etc. Mientras se disfruta con la vista de las obras de arte se degustan otras obras de arte a elegir entre vinos tintos, blancos, rosados o espumosos que están muy ricos. Recientemente tres vinos de esta bodega han recibido medalla de oro en Mundus Vini, el famoso concurso de Alemania. Sus vinos son tan elegantes e importantes como lo es su bodega que además fue el lugar de encuentro que los primeros ministros, Michelle Bachelet y Néstor Kirchner, de Chile y Argentina respectivamente tuvieron el 12 de septiembre de 2006 para firmar el acuerdo para la construcción del tren Transandino Central.
Valle de Uco, símbolo de fertilidad
Al sur de la capital, y casi rozando ya la cordillera, existe un lugar tocado por la fortuna: el Valle de Uco, el paraíso de los cultivos. Es otro oasis humano y con historia, pues aquí hay varios sitios importantes: en el Manzano Histórico descansó el general San Martín antes de iniciar la revolución; La Consulta fue el lugar de reunión del general con las tribus locales; y también está el Fuerte de San Carlos, desde el que partió para conseguir la independencia de Argentina en 1816.
Verduras, hortalizas, frutales y, por supuesto, los viñedos lo ocupan todo en este valle. Las nueces, los tomates y la verdura en general son productos sabrosos, jugosos y tiernos, pero las uvas no lo son menos. Este oasis longitudinal alberga alguna de las mejores bodegas que hay en Argentina. La bodega O Fournier es una joya arquitectónica, especialmente diseñada para ser útil al proceso del vino y ofrecer un lugar esplendoroso a quien la visita. La imagen exterior, su distribución interior y la calidad de sus vinos son para enmarcar.
El recorrido sorprende constantemente, la zona de guarda es preciosa, inmensa, elegante y está adornada con cuadros. El restaurante Urban, totalmente acristalado, ofrece unas vistas de los viñedos tras una lámina de agua en primer plano que realzan, al fondo, Los Andes con sus cumbres nevadas. También cuidan la cocina con esmero y presentan unos platos con buena imagen y mejor sabor. Ofrecen un menú de seis platos maridados con seis vinos y también clases de cocina dictadas por su chef.
El símbolo de O Fournier es el choique, una especie de ñandú que habita por la zona y que significa la unión entre el cielo y la tierra y que las tribus precolombinas locales representaban en sus cuevas. Entre sus vinos denominados como las constelaciones australes destacan el Beta Crux y, sobre todo, el Alfa Crux, un vino elegante, complejo de aromas y redondo en boca y lo suficientemente largo para no parar de disfrutarlo. Un vino que permanece y permite disfrutarlo oteando ese horizonte andino de picos de hielo mientras el sol y las nubes tiñen los días.
No te puedes perder:
- Asistir al Acto Central de la Fiesta de la Vendimia en el Teatro Griego Frank Romero Day y al «Ciclo música y vino en las alturas» en la terraza del edificio del ayuntamiento para sentir de cerca el amor que el mendocino siente por el vino.
- Es necesario hacer una ruta visitando viñedos y bodegas para conocer a fondo el vino de Malbec y de otras varietales como, por ejemplo, la de los blancos de Torrontés.
- Visitar La Enoteca, Centro Temático del vino, para saber todos los detalles de los vinos de Mendoza y conocer lo que fue la Escuela Nacional de Vitivinicultura, hito fundamental de los estudios enológicos del país.
- Recorrer el Mendoza City Tour es el mejor modo de conocer todos los encantos que tiene la ciudad a través de sus 18 paradas.