A veces les llamamos clásicos porque no somos capaces de mejorar lo que hicieron. Les llamamos clásicos porque nos llevan décadas de ventaja y ante eso no queda más que claudicar. Parafraseando a Risto en su entrevista a Sabina, «a estas alturas, quien no te conozca es que no te merece«.
Pues uno de esos clásicos, Muga, celebró una cata histórica el pasado mes de Noviembre en la capital inglesa. Pocas bodegas pueden enseñar el músculo de la historia que Muga mostró en esta cata, y en pocas ocasiones uno puede disfrutar de tal viaje a traves de los años.
Muga aterrizó en Londres con todo. No dejó nada a la especulación. Se pudieron probar su Blanco Fermentado en Barrica 2014, fresco, con nervio, el Muga Rosado de la misma añada, sutil en nariz, elegante y con buena estructura en boca, así como sus Cavas Conde de Haro: el rosado sin añada y el Brut de 2012, aunque estos últimos nos los tuvimos que saltar por problemas de tiempo, así como algunos de los tintos.
Y es aquí donde Muga realmente da el do de pecho. Veinticuatro trajo la bodega, de los que «sólo» probamos veinte. Por lo tanto no voy a hacer una descripcion profunda de cada uno, sino daros una idea global de las conclusiones con mención especial para los reservas de 1970 y 1976.
Muga Reserva 1970, 1976, 1999 y 2005
Empezamos por los Muga Reserva viejos, por ser los más amables y delicados, para pasar después a los más jóvenes. Evidencia el largo recorrido de estos vinos que no dejan de crecer durante décadas. La gama de introducción de los Muga tiene una inmaculada hoja de servicio y se mostraron elegantes, con una muy buena expresion en nariz y afinados en boca.
El ’70 se mostró muy expresivo en nariz, muy limpio y franco, sin nada de reducciones y en boca delicado, muy redondo, con el tanino muy pulido y sin una acidez punzante, pero vivo aún. Listo para disfrutar en una sobremesa dirimiendo los vaivenes de la vida.
El ’76 me sorprendió especialmente ya que, por un lado no es una añada de las denominadas históricas, y por otro, a pesar de sus casi 40 primaveras, aún tenía un tanino y acidez con potencial para varios lustros más. Presentaba unas humedades que pueden confundir al consumidor al principio… Paciencia, se limpian con algo de oxigenación. Pero no hay que decantarlo, ya que podemos oxidarlo. Sólo dadle tiempo, tras 40 años en la botella porque espere unos minutos en la copa no pasa nada. Complejo, mucho, con aromas de madera fina de cedro, especias y sotobosque y en boca pues lo dicho, muy vivo, todavía con nervio y con tanino, pero listo para disfrutar.
Los otros dos reservas de 1999 y 2005 son vinos que, si bien pueden disfrutarse ya, no han llegado aún a su momento cumbre, siguen desarrollándose y creciendo. Se mostraron ambos con muchos aromas primarios de fruta y con un tanino que aun se pude redondear mas. Grandes estos reservas.
Muga Reserva Selección Especial 1996, 1998 y 2005
Pasamos a los Selección Especial, y de esta serie probamos el ’96, el ’98 y el ’05. Aquí ya encontramos un poco más de concentración: los dos vinos de los ’90 mostraban terciarios finos y elegantes, el ’96 sobre todo elegantísimo y con el tanino algo más vivo que el ’98. Este último está perfecto para disfrutar ahora, el ’96 no me importaría esperar algunos años más. El 2005, por su parte, presentaba una nariz preciosa, compleja y equilibrada entre la fruta y las crianzas en barrica y en botella. Para ser tan joven tenía el tanino bastante redondo, muy equilibrado y fresco.
Prado Enea Gran Reserva 1989, 1994, 2000, 2001, 2005, 2006
En Prado Enea hay un salto importante entre el 89 y el 94 en cuanto a estilos. Según nos explicaron los Muga, en ese periodo se produjo un cambio en la política de vendimias y se comenzaron a vendimiar y elaborar las variedades por separado. Y vaya si se nota… El 89 se presenta como un Rioja muy clásico, con muchos aromas terciarios de cueros, aromas a desván y maderas, mientras que el 94 se muestra mucho más vivo y fresco, y con mucho recorrido en botella aún. Los Eneas 2000 y 2001 aúnan fruta y crianza a parte iguales, con potencia pero elegantes y empiezan a estar para disfrutar. El 2005 y 2006 son de comprar ahora y guardarlos un poquito. Potentes, el 2005 algo más floral y afrutado que su hermano de 2006, muy divertidos ambos en nariz, pero que ganaran en complejidad y redondez con algo más de botella.
Torre Muga 2003, 2009, 2010, 2011
Desde que vi en la cata que estaba el Torre Muga 2003 tenía mucha curiosidad por ver cómo estaba evolucionando esta añada tan difícil. Los vinos del año de la canícula en Europa suelen sufrir de sobremaduraciones y acideces muy bajas, por lo que adolecen de una larga vida en botella y de frescura.
Este Torre Muga evidenciaba las características cálidas de aquel año: fruta negra, chocolates, potencia y concentración, pero se mostraba en un perfecto estado de forma y con vida por delante. De los tres mas jovencitos el 2010 es el más fresco, con notas balsámicas y una fruta mas ácida y fresca, y el 2011 aúna algo del 09 y algo del 10. Mucha fruta roja y negra y fresco.
Todos ellos con una importante estructura y peso en boca, así como con un largo recorrido en botella.
Aro 2005, 2009, 2011
Aro es el resultado de la inquietud de una familia, y es el ejemplo del dinamismo que mueve a esta bodega. Aro nace de viñas seleccionadas, que no viñedos, y es una muestra de la profundidad que ofrece La Rioja. Son vinos complejos, largos, elegantes, potentes y concentrados. El 2005 tiene ahora una nariz preciosa, compleja y elegante, y en boca resulta fresco a pesar de su potencia. El 2009 y el 2010, al igual que ocurre con Torre Muga, muestran las diferencias de la añada, siendo el 2010 más fresco y balsámico que el 2009, más maduro. Ambos, en cualquier caso, con mucho recorrido aún en botella para que alcancen su plenitud.
A modo de epílogo, una impresionante muestra de poderío sin pretensiones y con la máxima humildad. «Esto es lo que somos y esto es lo que hacemos». Desde los sutiles, amables y domados reservas de los setentas hasta los potentes y concentrados Aros de nuestros días. Una muestra que ha conquistado a la crítica londinense, y que merece ser reconocida y alabada por todos.