El vino ha estado presente en la vida cotidiana de los griegos desde la antigüedad. Alabado por poetas y presente en obras de autores como Homero o Esopo, para los antiguos griegos consumir y disfrutar del vino se convirtió en un arte. Para los sibaritas romanos, los vinos helenos gozaron de gran popularidad y prestigio y Horacio, uno de los poetas romanos más destacados, llegó a denominarlos como «bebidas divinas». Prohibido el consumo y la producción de vino durante la ocupación otomana de Grecia, la cultura del vino se vio inmersa en un periodo oscuro en el que se desarraigaron muchos viñedos. No fue hasta después de la revolución griega y la creación del nuevo estado heleno que el cultivo de la vid volviese a resurgir.
A pesar de que en los últimos años Grecia se ha concentrado más en promocionar su gastronomía y sus yacimientos arqueológicos que sus vinos, los cuáles se han visto relegados a un lugar secundario que no se merecen, los vinos griegos han empezado poco a poco a captar el interés de los mercados europeo, estadounidense y canadiense, conquistando sus paladares con éxito.
Situada en el Peloponeso, a una hora y media en coche desde Atenas y a unos 10 kilómetros al norte de la histórica Micenas, se encuentra Nemea, la mayor región productora de vino tinto de Grecia y una tierra llena de secretos que merece la pena descubrir. Sede en la antigüedad de los populares Juegos de Nemea, uno de los cuatro Juegos Panhelénicos junto con los Olímpicos, los Ístmicos y los Délficos, Nemea cuenta con uno de los templos más impresionantes de todo el Peloponeso, erigido en honor de Zeus.
Cuna de la agiorgítiko
Detrás de la Denominación de Origen Protegida de Nemea se esconden algunos de los más mejores caldos de todo el país, elaborados a partir de una variedad de uva autóctona, la agiorgítiko, que debe su nombre a Agios Giorgos (San Jorge), nombre que recibió la ciudad de Nemea durante la época bizantina.
La variedad agiorgítiko ocupa alrededor del 80 por ciento de los viñedos de la zona y es popularmente denominada como «La Sangre de Heracles». Según la mitología griega, fue aquí donde Heracles (Hércules para los romanos) mató al león de Nemea, primera de las 12 pruebas que tuvo que superar para convertirse en inmortal. Cuenta la leyenda que durante su lucha con la bestia el héroe fue herido, manchando de sangre las vides y dándole a los vinos que producen sus uvas un color rojo intenso.
De frutos pequeños, piel gruesa y sabor aromático, la agiorgítiko es cultivada en altitudes que van desde los 200 a los 800 metros y destaca por la amplia gama de vinos que puede producir (rosados ligeros, tintos secos, semisecos, dulces y semidulces), según las técnicas utilizadas, de maceración carbónica o madurados en barrica. Los vinos de Nemea se caracterizan por sus sabores marcados y un carácter intenso, siendo los tintos ideales para acompañar cualquier tipo de carne a la parrilla, asados, quesos fuertes y patés.
Denominada por Homero como tierra «llena de vino», Nemea se ha constituido en una de las rutas enoturísticas más destacadas del país, con alrededor de 45 bodegas «salpicadas» por toda la región, muchas de las cuales organizan visitas guiadas que ofrecen la oportunidad de degustar y ver dónde y cómo se elaboran sus vinos.
A menos de un kilómetro del recinto Templo de Zeus se encuentra la bodega Palivos Estate. La que un día fue una antigua granja de larga tradición familiar, que fue pasando de generación en generación, es hoy una de las bodegas más destacadas de la zona y propietaria de uno de los dos viñedos más grandes de la región a la que ellos mismos se refieren como la «Burdeos del sureste de Europa».
Rodeado de parajes repletos de suaves colinas y viñedos interminables se encuentra Lafazanis, fundada en 1946 y en cuyas modernas instalaciones se produce uno de los mejores vinos orgánicos de Nemea. Además de la autóctona agiorgítiko, Lafazanis cuenta con una amplia gama de variedades, como Cabernet Sauvignon, Assyrtiko Gewürztraminer, Tannat y Syrah.
Otro punto de referencia para los amantes del vino es Lafkiotis, primera bodega de la región que utilizó tanques de acero inoxidable. Respaldada por la experiencia de muchos años de producción, esta compañía fundada en 1963 envejece sus vinos en barricas de roble francés en bodegas con temperatura controlada.