¡No tires la comida! Ahorra comprando sólo lo necesario

Eva Celada22/11/2012

Resulta paradógico que suframos una importante crisis económica y que, a la vez, en España se tiren a la basura entre ocho y nueve millones de toneladas de comida cada año. Los informes de la Unión Europea de Enero de 2012 alertan de que en Europa se tiran 89 millones de toneladas de alimentos al año, lo que resulta una cantidad impresionante, cercana a la mitad de lo que se produce. La media es de 180 kilos por persona y año. En nuestro país se calcula que cada año un español  tira a la basura 250 euros en alimentos.

El 42% de la comida desechada proviene de los hogares, algo que es comprensible, teniendo en cuenta que el 42% de 180 kilos son unos 75, que divididos entre 365 días, resultan unos 200 gramos, más o menos lo que pesa una manzana o un tomate, que fácilmente se puede estropear, aunque hay que tener en cuenta que en una familia de cuatro personas éso significa que cada día se tira casi un kilo de fruta o verdura. El 39% restante lo tira la industria productora y transformadora, muchas veces obligada por la legislación, porque no se puede, por ejemplo, envasar unos melocotones por debajo de un peso determinado, y entonces se tiran. Los restaurantes son el responsable de la pérdida del otro 14%, mientras que un 5% lo tiran las grandes superficies…

Una de las razones por las que se tira la comida es la fecha de caducidad, que debiera ser de consumo preferente: se podrían aplicar márgenes más reducidos para no tirar leche, yogures o quesos, que realmente están en perfectas condiciones de consumo, aunque puedan perder alguna propiedad organoléptica. El envasado en cantidades que no se ajustan a los nuevos hogares es otra de las razones por las que se tira la comida, ya que el resto, que no se utiliza con frecuencia, se pone malo. Una tarrina de mantequilla si sólo se utiliza para cocer macarrones, y éstos se toman una vez al mes, acabará tirándose. Lo mismo sucede con la pasta fresca y tantos otros productos. Las bandejas de los supermercados, muy cómodas a la hora de comprar, suelen incluir cantidades que, cuando se tiene un hogar de una o dos personas, pueden llegar a estropearse por falta de consumo. La educación es igualmente importante, y al igual que se publicitan campañas de ahorro energético debiera hacerse para la comida.

Los buffets de restaurantes y hoteles, tienen la obligación, según la legislación, de tirar la comida sobrante. Ésto es una indecencia, y muchas veces, a pocos metros un comedor social ofrece a decenas de personas lo que puede con escasos recursos. ¿Por qué no se puede artícular un sistema fiable para darle los excedentes a quienes los necesitan? En Europa hay 80 millones de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza, ocho millones en España, e informes de Unicef y Cruz Roja alertan sobre la mala alimentación de niños y ancianos en nuestro país.

Desde un punto de vista gastronómico, la producción intensiva obliga en muchos casos a bajar los niveles de calidad de muchos productos, sobre todo en el sector agroalimentario.

Realmente, es preferible para nuestra salud y nuestro paladar comprar lo que necesitamos, congelar lo que vayamos a comer otro día, tener en cuenta las fechas de caducidad, y comer productos buenos y en menor cantidad.

Muchas veces me preguntan qué hay que hacer para ahorrar en comida, y mi respuesta es: no tirarla, al igual que para ahorrar en agua, la respuesta es beber agua. Pero esa reflexión será para otro día…