Cuando cae la tarde, se aplaca el calor y la tenue luz de las farolas de las calles y plazuelas devuelven a Chinchón a tiempos pasados, las voces de los condes de Chinchón, del capellán don Camilo Goya (hermano del famoso pintor) y de otros curiosos personajes de hace siglos vuelven a escucharse en esta bellísima villa de Madrid.
Bajo la luz de la luna
Chinchón (situado a menos de 50 kilómetros de la capital) es uno de los destinos turísticos madrileños más consolidados desde hace muchísimo tiempo.
Su bella plaza Mayor balconada es archiconocida, una estampa preciosa, con la imponente imagen de la iglesia de la Asunción al fondo, que deja boquiabiertos no sólo a quienes la conocen por primera vez, sino también a quienes la visitan repetidamente, pues esta plaza y este pueblo son lugares de culto entre muchos madrileños y, en cuanto llega el verano, se convierte en coso taurino de gran solera.
Ahora, Chinchón quiere ofrecer a los turistas un motivo más para conocerla de cerca. Se trata de las visitas teatralizadas nocturnas que arrancan el 30 de junio, se repiten en las noches de los sábados de julio, septiembre y terminan el 6 de octubre.
La primera condesa de Chinchón, Francisca Enríquez de Rivera ‘Quica’, el pater Camilo Goya, hermano del pintor Francisco de Goya, campesinos y otros nobles de Chinchón nos irán guiando por callejuelas, plazas y plazuelas, conventos, ermitas y mesones para ir relatando, paso a paso, la historia de esta villa o ciudad, que no pueblo, desde que le fue otorgado el título por los Reyes Católicos.
Hay muchos lugares, rincones y anécdotas que sorprenderán al visitante. Desde el origen del nombre de Chinchón, que viene de cincho o círculo; la historia de los ‘claros’ de la plaza Mayor, que no son otra cosa que los 234 balcones cuyo uso en fiestas queda reservado para los dueños, que no siempre son los mismos de la vivienda o mesón; el origen del Teatro Lope de Vega, donde el autor escribió El Blasón de los Chaves de Villalba; el valioso y original lienzo pintado por Francisco de Goya que preside la iglesia de la Asunción; la torre del reloj que perdió su iglesia, o el motivo de la eterna rivalidad con el pueblo vecino de Colmenar de Oreja…
Anís, plaza y mesón
Ese fue el eslogan con el que Chinchón se dió a conocer al mundo entero en los años 70 del siglo pasado, y ese trío sigue triunfando. El anís de Chinchón, o sencillamente Chinchón, es un producto único (y 100% natural) que data del siglo XVII.
Desde hace unos meses, Chinchón invita a sus visitantes a conocer cómo se elabora este destilado y a catarlo con las explicaciones de un experto en la Alcoholera de Chinchón, de González Byass. Verás los enormes alambiques de cobre, el grano de matalahúga o matalahúva (escrito con hache y tilde), ese anís (de la planta Pimpinella anisum) que le da el sabor inconfundible, y las tres especialidades que se elaboran: dulce (35º), seco (43º) y seco especial (74º).
Tanto las rutas teatralizadas nocturnas como la visita a la alcoholera deben reservarse en la Oficina de Turismo de Chinchón (Teléfono 91 893 53 23 o vía web en www.ciudad-chinchon.com).
A la hora de comer, los mesones de Chinchón siguen siendo un buen reclamo cada fin de semana para los amantes de la cocina castellana. El Mesón de la Virreina, el Café de la Iberia o el genuino Mesón Cuevas del Vino son algunos lugares de culto desde hace décadas. ¿Qué ofrecen? Productos de matanza como chorizos y morcillas a la brasa, sopas de ajo, guisos de cuchara, asados de cordero y cochinillo, en horno de leña, por supuesto, carnes a la piedra y, de postre, no hay que dejar de probar la leche frita flambeada con anís Chinchón.
Por último, uno de los mejores recuerdos gastronómicos para comprar en Chinchón serán sus finos ajos y esos panes y bollería tan original que preparan en los obradores y que atraen al paseante con nombres tan curiosos como las pelotas de fraile o las tetas de novicia. ¿Quién se resiste a probarlos?