La capital del departamento de Nord es Lille, una ciudad que hay que descubrir porque es muy singular. Tiene un ambiente que no parece que esté situada al norte de Francia y además, hay muchos edificios y parajes que da gusto visitar. Es la cuarta ciudad en tamaño de Francia y, en parte, debe su población a su importante universidad que atrae multitud de estudiantes que hacen de esta ciudad un foco de juventud y vida, sus calles repletas de paseantes a cualquier hora hacen pensar que está más al sur. Es una ciudad viva y alegre.
La historia ha dejado muchas construcciones y rincones encantadores en la ciudad, por ejemplo, tuvo una muralla de la que aún quedan vestigios y alguna de sus puertas son verdaderas joyas, como la de París. En tiempos anteriores, cuando Lille había sido un importante puerto interior que pertenecía a los Paises Bajos, era conocido por el comercio de la lana. A una distancia de más de 70 km. de la costa los barcos alcanzaban la ciudad mediante canales. Aquellos cauces por los que los barcos cargados de mercancías mantenían la economía de la ciudad ya no están, el puerto hoy es una gran avenida… Es impresionante imaginar aquel esplendor y los barcos surcando aquellas vías de agua para llegar hasta el centro.
Desde el cielo Lille cuenta con un pentágono regular que es la fortificación estrellada más perfecta y bella que construyó Vauban, junto a otras 11 repartidas por L’Hexagone, la forma del territorio francés, es Patrimonio Mundial de la Humanidad. Aunque éste no es el único paraje de esta zona que forma parte de los elegidos por la UNESCO, ya que los restos de las minas de carbón que se extienden 120.000 Ha. por esta zona son la región minera de Nord-Pas de Calais, que también es Patrimonio de la Humanidad. La historia y el entorno de Lille está plagado de sorpresas y es muy interesante conocerlo. Hasta el siglo XVII perteneció a los Paises Bajos españoles, pero fue Luis XIV en 1667 el que incorporó estas tierras a su corona y, para su defensa, mandó construir a Vauban una fortificación que fuese inexpugnable y además lo hizo bonito. Se edificaron una serie de murallas de forma pentagonal con tal buen resultado que hoy, casi 350 años después, allí dentro sigue el ejército.
En el centro de un gran triángulo
La importancia geográfica de los destinos turísticos suele ser un atractivo que invita al viajero a conocerlos y es un plus muy valioso que puede ostentar un destino. Las montañas, las costas o los ríos son accidentes geográficos muy visibles y fáciles de disfrutar, pero existen otros encantos que no se notan tanto y, sin embargo, pueden resultar aún más significativos y útiles. La situación estratégica es uno de los valores más importantes que puede tener una ciudad, y Lille posee esta preciada cualidad: está a unos 100 km. de la capital de Europa, Bruselas; además, en TGV está a una hora de París y a 80 minutos de Londres, pasando por el Eurotúnel. Tres de las capitales más importantes del mundo «a tiro de piedra» desde Lille.
Un cuadrángulo de ciudades cercanas
Su ubicación en el centro de ese triángulo de las capitales más importantes de Europa también implica un cuarteto de ciudades cercanas más desconocidas pero muy interesantes para visitar, como Roubaix, Arras, Lens o Noeux-les-Mines. Éstas poseen algunos encantos que sorprenden. En la propia conurbación de Lille, en el departamento de Nord, hay un municipio, Roubaix, casi en la frontera de Bélgica, que tiene su historia del S.XIX asociada a la industria textil. Fue una ciudad muy próspera y estuvo repleta de fábricas. En definitiva, fue una ciudad tan rica que dispuso de una piscina pública en el año 1932, una gran piscina de dimensiones olímpicas. Unas instalaciones que sirvieron para mejorar la higiene y la salud de los lugareños porque, además de la piscina, en la que todos llevaban las mismos bañadores para que no hubiese diferencias sociales, había una serie de baños que permitían que los usuarios simplemente se aseasen. ¡Higiene y deporte en los años 30! Esta preciosa edificación estuvo en marcha hasta 1985 y por problemas en la cubierta se tuvo que dejar de utilizar, más adelante se rehabilitó y se convirtió en un museo diseñado por Jean-Paul Philippon, el mismo arquitecto que rehabilitó la estación de tren de Orsay para convertirla en el museo de los impresionistas. El Museo de la Piscina es un edificio que conserva todo el encanto que tuvo aquella piscina y el que tiene hoy en día el arte que se puede observar en el museo.
El tiempo ha pasado y aquellas fábricas textiles decimonónicas cesaron su función. Desde entonces hasta hoy la fabricación ha desaparecido y la ciudad se convirtió, poco a poco, en una sede de referencia para otro producto textil: la moda. Algunas de las tiendas e, incluso, algún centro comercial especializado en moda tienen su sitio en Roubaix. Llama la atención ver diseños originales y estilosos a buen precio.
Al sur está el departamento de Pas-de-Calais, y en el vértice meridional de este cuarteto está Arras, la capital. Es una ciudad con una arquitectura singular que fue arrasada en la Primera Guerra Mundial. Durante la Gran Guerra esta zona fue campo de batalla y por eso sufrió los embates de un periodo negro en la historia de la ciudad que la dejó en ruinas… Sin embargo, se recuperó y la reconstruyeron tal y como era, manteniendo sus dos plazas principales, que articulan el espacio urbano y mantiene todo el encanto de una ciudad medieval que ha llegado hasta nuestros días con un estilo arquitectónico propio.