Muchas tradiciones perviven gracias al trabajo infatigable de algunos artesanos que se han propuesto no dejar morir viejos oficios en los que la habilidad, la tradición y la creatividad se dan la mano. En Andalucía quieren preservar este bien cultural, que escribe la historia de los pueblos y regiones, y han creado un catálogo 142 oficios artesanos que están recogidos en el Repertorio de Oficios Artesanos de Andalucía, donde algunos de ellos constan como «en peligro de extinción». Es el caso de la luthería, el artesonado mudéjar o los trabajos en alto y bajo lino.
Los oficios olvidados y tradicionales de Andalucía son aquellas actividades que forman parte del sector artesanal andaluz, y que se caracterizan por el uso de técnicas, materiales y herramientas propias de cada territorio, así como por la transmisión de la sabiduría y el conocimiento de generación en generación.

Algunos oficios son muy conocidos, pero otros te sorprenderán y quizá no hayas tenido oportunidad de conocer. Es el caso de los resineros, que extraen la resina de los pinos y otros árboles, un trabajo que ha vuelto a realizarse en los últimos años. O los navateros, que en balsas transportan troncos por los ríos, una actividad muy antigua y arriesgada.
En el Parque de los Alcornocales, en Cádiz, quieren mantener vivo el oficio de corcheros y arrieros, creando una escuela de corcheros para formar a los ‘novicios’, los aprendices tutelados por corcheros experimentados que se dedica al descorche, sacar el corcho de los troncos de los alcornoques y transportarlo por el monte en mulas y burros hasta llevarlo a los camiones que, finalmente, los trasladan hasta las serrerías en las que se corta y transforma.

Los zapateros, que hacen zapatos, botas y también los guantes del juego de la laxoa, un deporte tradicional vasco-andaluz han gozado de buena fama en localidades como Utrera, Sevilla, donde a principio de los años 50 del pasado siglo había más de 40 talleres de zapatería artesanal, con un maestro, oficiales y varios aprendices. Allí se fabricaba el zapato de caballero en todas sus modalidades, desde el zapato fino a los botos camperos y el boto bajo, además de las botas y calzado de trabajo. Ahora se conserva algún taller convertido en museo con todos los útiles y maquinaria que se usaban en este oficio.

Valverde del Camino, en Huelva, sigue siendo muy conocido por el trabajo de los zapateros para elaborar, de forma artesana, los famosos botos de piel, además de otros artículos relacionados con la guarnicionería que se hacen a mano en firmas como Mora, que han conseguido que el oficio pase de generación en generación.
Los talabarteros de la Serranía de Ronda, en Málaga, fabrican arneses, monturas y otros accesorios para los caballos y puedes verlos trabajar en sus talleres.

Los faeneras del Guadalhorce, en Málaga, es el curioso nombre que reciben los que se dedican a la elaboración de cestas, sombreros y otros objetos con fibras vegetales. Mientras que los esparteros del Altiplano de Granada trabajan el esparto para hacer alfombras, esteras y otros utensilios. En Sevilla es típico ver los esterones de esparto cubriendo balcones y ventanas, dejan pasar el aire pero no el sol y además adornan las fachadas.
En ese Repertorio de Oficios encontramos, también, los tejeros de la Sierra de Cádiz, que producen tejas, ladrillos y otros elementos cerámicos con arcilla. Los acequieros de la Alpujarra granadina, que se encargan del mantenimiento y distribución del agua por las acequias, un sistema de riego milenario.
Ya quedan pocos picadores de cuevas de la Comarca de Guadix (Granada), expertos en excavar y acondicionar las cuevas para convertirlas en viviendas o alojamientos turísticos.

Y si buscamos oficios relacionados con la gastronomía, el primero es el de los pastores de la Sierra de Segura, en Jaén, que cuidan y trasladan los rebaños de ovejas por las montañas, aprovechando los pastos naturales. Y muy unido al pastor, el arte pastoril, recogido como un oficio en peligro de extinción y que desarrollaban pastores, campesinos y cazadores que diseñaban y tallaban objetos de madera mientras desempeñaban sus actividades.

Para saborear un buen jamón ibérico de bellota, se necesita el oficio de los maestros jamoneros del Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, en Huelva, que elaboran el famoso jamón ibérico con una técnica ancestral en localidades tan famosas como Jabugo que ha dado nombre a la DOP Jamón de Jabugo que ampara estos exquisitos productos. El maestro jamonero interviene en todo el proceso de elaboración del jamón, desde la selección de la pieza, la salazón, mima y vela todo la curación para conseguir un producto excelente.
Y si pensamos en vinos y echamos un vistazo a las bodegas andaluzas, ahí están los toneles que siguen elaborando los toneleros de forma artesana, domando la madera, duela a duela, con ayuda del fuego hasta formar cada tonel o bota, donde reposan vinos y licores.
En Córdoba se encuentra la tonelería Casknolia, en Montilla, que ha sido noticia hace unos meses al recibir el premio a la Mejor Tonelería del Mundo en los World Whiskies Awards 2023, que premia el trabajo artesano de esta empresa especializada en el envinado de barriles para el envejecimiento de whisky en más de 30 países del mundo.

Rafa Cabello es un maestro artesano que ha sabido revolucionar el sector de la tonelería a nivel mundial reformulando el concepto de barril sin renunciar a la esencia de la fabricación artesanal. Casknolia se encuentra en el corazón de la Denominación de Origen Montilla-Moriles, apuesta por la trazabilidad del producto desde la obtención de la madera en bosques sostenibles de América y Europa hasta el envinado en las principales bodegas de Andalucía.
