Paisajes de cine: Cannes y Biot

Paisajes de cine: Cannes y Biot

El encuentro entre los Alpes y el Mediterráneo origina paisajes de cine compuestos de mar y montaña. Una atractiva y misteriosa isla salvaje, una encantadora ciudad costera y un seductor pueblo medieval como ejemplos maravillosos de la Costa Azul.

Joaquín del Palacio📷 Yolanda Cardo26/08/2021

Los protagonistas más famosos de nuestras películas favoritas han pasado por el Festival Internacional de Cine de Cannes, se les ha visto por la ciudad, se les ha fotografiado con su glamour y se les reconoce en el mundo entero, sin embargo, uno de los principales protagonistas de la historia de Cannes nunca fue visto, ni siquiera nunca se sabrá quién fue, se trata de un famoso desconocido: El Hombre de la Máscara de Hierro, que estuvo recluido en una celda en la isla de Santa Margarita, enfrente de Cannes. Este personaje también ha protagonizado varias películas pero nunca pisó la alfombra roja, vivió entre rejas. Le borraron su existencia y su historia, solamente le dejaron ver Cannes a través de una ventana con triple reja, una extraña imagen del paraíso.

Un archipiélago muy curioso

La Fortaleza Real en la isla de Santa Margarita donde estuvo preso el Hombre de la Máscara de Hierro

Santa Margarita, una isla salvaje del archipiélago de las Lérins sin apenas edificación (algo extraño en la costa mediterránea) salvo el Fuerte Real donde está la prisión tal y como era en el siglo XVII, cuando el famoso desconocido estuvo allí. Esta isla perteneció a España durante 2 años, de 1635 a 1637, en los que contribuyó a la construcción de la fortaleza, en la que hoy se halla el museo del Mar.

El verdor compuesto de miles de matices de una vegetación exuberante y variada cubre la isla por completo, como si de una máscara natural se tratase. Una selva mediterránea constituida por una gran diversidad de plantas y arbustos entretejidos de los que sobresalen grandes pinos y algunos eucaliptos. Atravesando este sombrío bosque siempre verde y enmarañado por un ancho camino se llega hasta el canal que la separa de la isla de enfrente: San Honorato. Bajo estas mismas aguas Jason deCaires Taylor ha creado recientemente el Ecomuseo Subacuático de Cannes, formado por seis grandes máscaras inspiradas en el Hombre de la Máscara de Hierro con la intención de proteger al Mediterráneo y atraer amantes del buceo y el esnórquel. Hay que aventurarse a buscarlas.

El ecomuseo está cerca de la isla de San Honorato, más tranquila aún, en la que existe una abadía, cuyo origen data del siglo V, actualmente ocupada por 20 monjes que elaboran una pequeña producción de un rico vino de sus viñedos insulares. La abadía permite el alojamiento para tener una experiencia singular de paz y aislamiento en un entorno natural inolvidable.

Cannes fascina

Panorámica de Cannes

Volvamos al continente que está muy cerca. Disfrutemos de ese relieve y de su encuentro con la planicie líquida, mediterránea…

Junto al puerto, en un promontorio se ubica Le Souquet, el origen de Cannes. Calles empedradas y empinadas, casas floreadas muy coquetas y buenas vistas de la ciudad y del puerto, de las islas y del Mediterráneo, pero también se ve perfectamente el boulevard de La Croisette y todo su esplendor… El entorno de Le Souquet es ideal para disfrutar de pequeños restaurantes y bistrós que ofrecen comida de calidad tradicional francesa como Chez Vicent et Nicolas. ¿En la terraza o en el interior? Realmente da lo mismo cuando la comida es tan rica y el precio, justo. Reina el típico ambiente francés, apacible y alegre a la vez. Y, sobre todo, aquí cualquier plato es excelente y los vinos, deliciosos, desde locales hasta los mejores de Francia.

Restaurantes y comercios plagan las alegres calles de Le Suquet, en Cannes

La atmósfera de la ciudad es divertida y distinguida. En la zona de La Croisette, un bulevar que corre en paralelo al litoral, se ubica el Palacio de Festivales y Congresos y en su escalinata, subiendo por la alfombra roja, se exhibe un fotocall con nuestros actores y actrices preferidos a tamaño natural, y en cuya fachada se proyecta, por las noches, el audiovisual La porte aux étoiles; también por aquí caminan los elegantes viandantes contrastando su silueta en las fachadas y reflejándose en los escaparates de tiendas de lujo; y, por supuesto, en esta avenida resplandecen los principales hoteles de la ciudad que se distinguen por el número de superdeportivos estacionados en sus puertas. Así es, todo un espectáculo. Puro exhibicionismo que encanta a los transeúntes que clavan sus ojos en ellos y les acribillan con selfies y vídeos. ¡Al final gana Martínez! Con sus 5 estrellas y media docena de cochazos. ¡Qué lujazo! Pero justo detrás y por una décima parte hay hoteles de otro lujo más discreto como el hotel Moliere, desde cuyas terrazas se divisa un puzzle de tejados iluminados por la incolora luz costazuleña y en cuyo acogedor jardín se podría estar desayunando durante horas.

Otra actividad imprescindible es deambular por la rue d´Antibes para descubrir la exposición “Cannes fait le mur”, hasta octubre, con celebridades del cine en grandes formatos sobre fachadas y en lonas aéreas con el tema «El beso». Al hilo del paseo nos sale al paso ese otro Cannes más asequible, con pequeñas tiendas estilosas y terrazas para comer, cenar o tomar, por un precio razonable, como la del restaurante Noväa Social Food: vegetariano, moderno y con una buena relación calidad-precio. Desde las mesas se les ve cocinar mientras se disfruta de sabores nuevos y creativos que además de saludables son rápidamente digeribles. Todo un descubrimiento.

Por Biot no pasan los años…

Imagen del encantador pueblo de Biot

A menos de 20 km de la Ciudad del Cine está el pequeño pueblo medieval de Biot, también de cine pero quizás más romántico e íntimo. Encumbrado en un cerro. En un lugar antiguo, en el que ya estuvieron los romanos, su privilegiada situación hizo que, en la Edad Media, los templarios poseyeran este poblado que se circunscribía a la parte más alta, al entorno de la iglesia de Santa María Magdalena y de la singular plaza de las Arcadas flanqueada por dos soportales que suman 15 arcos muy especiales y floreados. Sin duda, entre las más encantadoras y peculiares de Francia. Un espacio mágico que aún mantiene su aspecto y su encanto medieval.

Existe un itinerario histórico y geológico autoguiado para perderse por callejuelas sin perder detalle. Aparte de recorrer el pueblo, otear el horizonte desde sus miradores, escudriñar sus rincones o deleitarse con los detalles de su arquitectura rural, lo mejor que se puede hacer en Biot es disfrutar de esa plaza repleta de arcos comiendo o cenando, en el restaurante des Arcades, unos platos sabrosos, caprichos variados, de comida italofrancesa a buen precio. Y los desayunos, aún mejores. Una comida muy gustosa compuesta de productos de primera en un ambiente rústico, en un entorno medieval, tal y como lo vivieron hace casi mil años.

Arquitectura, vidrio y pintura

Solamente un lugar tan inspirador como Biot podría albergar dos maravillas del arte en sus cercanías. La Verrerie de Biot fabrica vidrio con estilo propio desde 1956. Hicieron del fallo de tener burbujas de aire in vitro su sello de identidad y calidad. Es una maravilla ver el proceso de elaboración e incluso poder participar del soplado porque le ofrecen esa actividad a los visitantes. Su exposición de esculturas en vidrio, creadas por autores ajenos a la fábrica, es una visita indispensable.

Algo muy espectacular y que casi nadie ha visto es cocinar con el vidrio fundido. El cocinero Michaël Fulci del restaurante Les Terrailliers y el maestro vidriero Antoine Pierini colaboran preparando platos, por ejemplo, de ostras, vieiras o carne al calor extremo del vidrio que funde en torno a los 1.400º. Digno de ver.

En la tienda de la Verrerie de Biot se pueden adquirir sus creaciones

El otro lugar de arte cercano a Biot es el museo de Fernand Léger, un pintor cubista protagonista de las vanguardias parisinas durante la primera mitad del siglo XX. Tanto continente como contenido, dos joyas dignas de ser admiradas. Fuera, un edificio extraordinario maravillosamente decorado con sus propios mosaicos y dentro, en espacios magníficos, su colección, espectacular. Por si fuera poco, el chiringuito del jardín nos ofrece unos alimentos muy ricos, saludables y a buen precio para degustarlos en sus mesas: bajo la sombra de grandes árboles sintiendo el frescor del jardín, sobre el césped verde con la vista puesta en el museo y en sus coloridos mosaicos. Sensacional.