La ruta de los Monasterios de La Rioja discurre de joya en joya, pasando por la cuna de la lengua castellana en los monasterios de Suso y Yuso, declarado Patrimonio de la Humanidad, y el por el santuario de Nuestra Señora de Valvanera, patrona de La Rioja, como dos de los grandes referentes. Pero, además de cultura e historia, este recorrido esconde algunos de los parajes naturales menos conocidos de la provincia, como los hayedos del valle del Tobía. Habrá tiempo también para conocer dónde nace el famoso chorizo, ingrediente principal de las tradicionales patatas a la riojana, los caparrones de Anguiano y desvelar el secreto del licor de Valvanera.
Aquí nace el chorizo riojano
Nájera, con su impresionante Monasterio de Santa María La Real, en pleno Camino de Santiago, es el punto de partida de esta ruta por el oeste riojano, alejados del paisaje de viñedos que caracteriza la zona alta. Aquí se encuentran los mausoleos de los reyes e infantes del reino de Nájera-Pamplona, antecesor del que fuera reino de Navarra.
Siguiendo el curso del río Najerilla, se pasa por Tricio, famoso por sus pimientos, Arenzana de Arriba (al lado está Arenzana de Abajo) y Camprovín, con una importante industria de embutido. Aquí se preparó ¡el chorizo asado más grande del mundo! recogido en el Record Guiness de 1992, que superaba los 30 metros. El Festival del chorizo asado se repite cada verano, a mediados del mes de agosto, y se asan varios chorizos de 20 metros, con los que se forman unos 2.000 bocadillos. Pero es Baños de Río Tobía, unos kilómetros más adelante, el centro chacinero de La Rioja, donde el famoso chorizo riojano encuentra su origen. Veremos multitud de fábricas de embutidos abiertas al público, algunas con visitas guiadas, como Martínez Somalo o El Cerdito Feliz, en las que se explica el proceso de elaboración y curado, y donde puedes hacer acopio de buen producto. Aquí, el Festival de Chorizo se celebra con una matanza popular el día de San Mateo, el 21 de septiembre.
Antes de adentrarnos en el valle de San Millán para conocer la cuna del castellano, en Bobadilla hay que tomar la LR-432 para llegar al valle del río Tobía y descubrir dos pueblecitos llenos de encanto: Matute y Tobía. Forman parte de las Rutas entre Hayedos, una red de senderos diseñadas para recorrerse de forma sencilla, aptas para todo tipo de senderistas (algunas combinan el GR-93 Y GR-190), con el sendero del Salto del Agua de Matute o el Sendero de Valvanera entre los más conocidos.
El Salto del Agua

El recorrido (de unos 4 km.) no tiene dificultad, es un agradable paseo que se puede hacer con toda la familia. El Salto del Agua parte desde Matute, saliendo desde la plaza del pueblo por la calle principal en dirección sur, donde enseguida veremos un cartel que nos indica por dónde seguir. Cuando salgamos del pueblo tomaremos una pista asfaltada, que hace un par de curvas y nos deja ante un cartel con información sobre la ruta y las vistas de los cortados del barranco que vamos a recorrer. Un poco más adelante, hay que bajar unos escalones de antiguas traviesas de tren que nos dejan en el inicio del barranco de Rigüelo. La ruta, a partir de aquí, va encajonada entre paredes que cada vez se van cerrando más. Avanzaremos paralelos al arroyo Rigüelo y en unas cuantas ocasiones lo cruzaremos, a través de unas seguras pasarelas de madera.
En su tramo final, el barranco va haciéndose más angosto y el sendero atraviesa un pequeño tramo bajo la roca. El recorrido termina al llegar a un paraje donde el camino se interrumpe al toparse con unos escarpes rocosos donde el arroyo se precipita, formando una pequeña cascada, un pequeño salto de agua conocido como la Fuente de la Salud. Para el regreso es necesario desandar el camino y volver hacia Matute.
Otra bonita ruta (de unos 12 km.) que parte de Matute es la que sube hasta la ermita de San Quirico, en lo alto del monte San Quiles, un precioso paseo entre hayedos, robles, encinas, pinos. La romería a la ermita, la víspera del 15 de junio, lleva la pequeña figura que recuerda la leyenda del santo y su madre, santa Julita. San Quiles, también conocido como San Quirico o Quirce, era hijo de Santa Julita y ambos vivieron por el año 300 d.C. El pequeño Quirce murió por declarar su fe, durante el martirio de su madre. En Matute también celebran los buenos embutidos, en esta ocasión con el Festival del Salchichón Asado, que se organiza el primer domingo del mes de octubre. Se reparten bollos con el asado y un jarro de vino de Rioja entre todos los asistentes.
Pasado Matute se llega a Tobía y desde aquí también se puede realizar el recorrido hasta el Salto del Agua, que se conoce como La ruta del Rajao. Es un recorrido de 9,4 km. que nos adentra en un frondoso bosque de hayas. Desde el mirador (737 m.), se disfruta de una vista panorámica sobre Matute. Abandonando el camino hacia la izquierda, se señala al Salto del Agua y las pasarelas que cruzan en el barranco del arroyo Rigüelo. La vuelta a Tobía se realiza por el mismo camino. En esta ruta hay que acercarse a conocer el Roble de las Once, un árbol singular que se encuentra al pie de la Peña Tobía, frente al pueblo, en dirección sur. Es un árbol excepcional, por su tamaño y vinculación con la historia del pueblo. Pertenece a la especie Quercus Faginea y actualmente mide mas de 3,5 metros de perímetro, con una altura que sobrepasa los 20 metros.
Caparrones de Anguiano y la Virgen de Valvanera

Anguiano es un pequeño pueblo que posee dos grandes atractivos que le hacen conocido dentro y fuera de La Rioja. Por un lado, posee un producto estrella: el caparrón de Anguiano, una alubia roja que se cocina de forma sencilla y es una delicia. Para asegurarnos de que es el auténtico, deberá venir envasado en una malla y con su certificado de autenticidad, que es como se comercializa. La Marca de Calidad produce cada año unos 18.000 kilos de Alubia de Anguiano.
El segundo domingo de noviembre organizan el Festival de la Alubia de Anguiano, donde se puede degustar el famoso caparrón: se cocinan cerca de 150 kilos de estas alubias rojas, con chorizo y tocino, y acompañadas de guindilla, pan y vino de Rioja.
Pero Anguiano es también archiconocido por ser el pueblo donde los danzantes, subidos a los enormes zancos, realizan cada 22 de julio el endiablado baile por las empinadas cuestas empedradas del pueblo, que ponen los pelos de punta a quienes asisten a la Fiesta de la Magdalena. La escena se repite el último sábado de septiembre, cuando la imagen de la Magdalena regresa a su ermita para pasar el invierno, junto a la fuente de agua.
De aquí ponemos rumbo al lugar de peregrinaje por excelencia en La Rioja: el Monasterio de Nuestra Señora de Valvanera, el santuario de la patrona de los riojanos. Corona un monte a 1.000 m de altitud, rodeado de montes, bosques y valles, surcados por fuentes, arroyos y cascadas que le dan nombre al lugar: Vallis Venaria, valles de agua. Lo habitan los monjes benedictinos desde hace más de mil años y, además de orar y ofrecer hospedería a quien necesite un momento de paz absoluta, elaboran miel de flores y brezo de la zona, y el famoso Licor Valvanera, digestivo por el poder de las hierbas medicinales que incorpora en su receta secreta (enebro de los collados y manzanilla serrana, entre otras), y que puede comprarse allí. Hay que aprovechar la visita, también, para probar los caparrones: no faltan en el menú del día, ni en invierno ni en verano, y los preparan con primor las cocineras de la hospedería en el Comedor del Monasterio. El menú se completa con menestra de verduras, bacalao a la riojana y cordero asado. El precio es de 16 euros la comida y 14 euros la cena en jornadas de diario, y de 18 euros la comida y 16 euros la cena los fines de semana, con el pan, la bebida y el postre… y el chupito de licor de Valvanera.
Para los senderistas que se animen a llegar al Monasterio a pie, hay un recorrido lineal de 10,5 kilómetros que une Anguiano, Matute y Tobía con el Monasterio de Valvanera, a través de una serie de senderos y caminos que permite la unión con el GR-190 y con el GR-93. Aunque no es un recorrido exigente, al discurrir por línea de cumbres, está recomendado para excursionistas habituados a andar por el monte.
Y además…
Para dirigirse a los Monasterios de Suso y Yuso, cuna del castellano, hay que volver hasta Bobadilla y adentrarse en el valle de San Millán. Estos monasterios son visita obligada en La Rioja y ahora pueden recorrerse de manera conjunta gracias al pasaporte turístico-cultural Pórtico que ha puesto en marcha La Rioja Turismo, con el objetivo de facilitar las visitas conjuntas a todos los monasterios. En concreto, se podrán visitar los monasterios de La Piedad, en Casalarreina; de Santa María la Real, en Nájera; de Santa María de San Salvador, en Cañas; de Yuso y Suso, en San Millán de la Cogolla; de Santa María de Valvanera, en Anguiano, de la Estrella en San Asensio; de Nuestra Señora de Vico, en Arnedo, además de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada. Este pase está a la venta en las Oficinas de Turismo de La Rioja, a través de experiencias.lariojaturismo.com y en algunos de los espacios religiosos que forman parte de esta iniciativa. El precio del mismo varía según si es para niño, familias, adultos o senior y oscila entre los 22 euros para adultos, 15 euros para mayores de 65 años, 9 euros para los niños menores de 15 años y 62 euros para familias (2 adultos + 2 niños).