A 200 Kilómetros de Amman, la capital de Jordania, encontramos una ciudad perdida en las montañas: Petra. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985, la ciudad perdida de los Nabateos es sin duda uno de los destinos más interesantes de Oriente Medio. Esta ciudad excavada en las rocas por sus antiguos habitantes fue un importante núcleo de unión en las rutas de las especias que unían China, India y Arabia con Egipto, Grecia y Roma. Sus dos edificios tallados sobre la misma piedra rojiza del valle, el Khazneh (el tesoro) y el Deir (el monasterio) son sus más conocidos monumentos, pero la ciudad entera se encarga de darle a la visita un aire místico y ancestral complicado de encontrar en otros lugares del mundo.
La ciudad Perdida
Este nombre se le otorgó a la ciudad porque durante muchos siglos Petra fue precisamente eso: una ciudad perdida. Fue en el S VII a. C. cuando los nabateos abandonaron la ciudad (en su época de mayor esplendor se calcula que llegó a tener una población que rondaba los 30.000 habitantes) y permaneció así hasta el siglo XIX cuando el explorador suizo Johann Ludwig Burckhard dio con ella. El profundo desfiladero de kilómetro y medio llamado El Siq, que antes de este descubrimiento suponía un enorme obstáculo para cualquier expedición y las recurrentes tormentas de arena que cubrían la ciudad y «la escondían» contribuyeron a este aislamiento, y a día de hoy solo se puede conocer una pequeña parte de ella, ya que el resto se encuentra oculto bajo la arena.
Ciudad funeraria y Ciudad comercial
Petra está repleta de tumbas, unas muy sencillas y otras imponentes fachadas ornamentadas. No era casualidad que los Nabateos, sus antiguos habitantes, la denominaran como “la ciudad para el día de mañana”. A su vez, la ciudad tenía una enorme actividad comercial, convirtiéndose como antes comentábamos en un paso muy importante entre Arabia y el Mediterráneo. Muchos comerciantes aprovechaban la ciudad para descansar entre la seguridad que blindaba sus límites. Al acceso al agua potable y como decimos la seguridad ante los bandidos que se asentaban en los alrededores convertían a la ciudad en un refugio más que recomendable.
Edificios orientados a las estrellas
Una de las curiosidades que nos ofrece Petra es la orientación de sus edificios. Al construirse se tuvo muy en cuenta los equinoccios y solsticios, como podemos comprobar en el Monasterio, que recibe luz directamente sobre el altar mayor en invierno.
El Monasterio, el tesoro y el Altar de los Sacrificios
El Tesoro, quizás el más popular de los monumentos de la ciudad tiene 40 m de altura y 28 m de anchura y se cree que fue construido en el Siglo I a.C. por el rey nabateo Aretas III. Su espectacular y sin precedentes diseño sugiere que debió ser excavado en la roca por constructores de lejano oeste que unieron su estilo con el de los nabateos. Pudo ser un templo o una gigantesca tumba. El otro monumento que más podemos observar en las postales es el Monasterio y es imprescindible visitar el Altar de los Sacrificios, en el que podremos contemplar figuras talladas en piedra en un excelente estado de conservación, además de contemplar una increíble panorámica de la ciudad.