Si nunca habías pensado en Polonia en clave playera… te vamos a cambiar los esquemas. La costa del Báltico tiene lugares fantásticos para disfrutar del verano entre baños, deportes acuáticos, una naturaleza salvaje y paseos por bonitas ciudades llenas de historia y buena gastronomía.
Cogemos la toalla y ponemos rumbo al Norte, hacia la región de Pomerania, en la costa báltica a la altura de la desembocadura del Vístula. La ciudad más destacada es Gdansk, capital de la región, pero los polacos hablan de la Triciudad: Gdansk, Sopot o Gdynia. Cada una con su estilo y todas ellas llenas de encanto y mirando al mar.

Gdansk, un paseo por la historia
Gdansk es un flechazo, un amor a primera vista. La ciudad ha sabido conservar, o reconstruir, todo el esplendor que tuvo en su día y se ha ganado el apelativo de la perla del Báltico. Hasta 1920 formó parte de Prusia con el nombre de Danzig. Ha sido escenario de acontecimientos históricos muy importantes, como el estallido de la II Guerra Mundial o el nacimiento del sindicato Solidaridad. Ahora es conocida mundialmente como la capital del ámbar, ‘el oro del Báltico’, la resina fósil anaranjada que tiene la consideración de piedra semipreciosa y que aparece en estas latitudes en abundancia, aquí se localiza más del 80% del ámbar mundial. Antiguamente fue moneda de cambio y con él que ahora se hacen collares y todo tipo de piezas decorativas. Para conocer Gdansk basta con recorrer una calle, la Vía o Camino Real, que comienza en la Puerta de Oro, un torreón medieval que acoge el museo del Ámbar, y termina en la Puerta Verde.

Por el camino aparecen edificios medievales, iglesias, fuentes, relojes solares y hermosas fachadas de colores de las casas burguesas de antiguos ricos comerciantes. El Camino Real acaba en la plaza Dlugi Targ (Mercado Largo), una plaza adornada con la fuente de Neptuno frente a la fachada del Ayuntamiento, repleta de cervecerías con terraza donde probar las cervezas polacas, la Tyskie y Żywiec, y de puestos de souvenirs donde brilla el ámbar. Cuenta la leyenda que de esta fuente manó una vez Goldwasser, que en alemán significa “agua de oro”, que se ha convertido en el licor típico de Gdansk.

Otra forma de contemplar Gdansk es hacerlo desde las alturas. La torre del Ayuntamiento o la de la Basílica de Santa María son dos fantásticos miradores. Llegamos al muelle, donde luce el gran símbolo de la ciudad: una grúa medieval de madera flanqueada por dos torreones de ladrillo circulares, capaz de levantar con su enorme polea cargas que superaban las cuatro toneladas. Forma parte del Museo Marítimo y se puede visitar por dentro. La zona se llena de terrazas en verano y cuando cae la noche, la estampa iluminada del muelle es la más hermosa de la ciudad.

Sopot, la ciudad balneario
Al norte de Gdansk está Sopot, una ciudad balneario históricamente reconocida por las bondades saludables de sus aguas que atrajeron a grandes fortunas en el siglo XIX que llegaban a practicar la ‘yodoterapia’ y la convirtieron en un destino vacacional de lujo. Como muestra, el Grand Hotel mantiene su elegante imagen y recuerda los famosos personajes que se alojaron en él, como Marlene Dietrich, Charles de Gaulle, Fidel Castro… y también Hitler durmió allí. En verano, la población de Sopot se triplica y además de sus playas y el ambiente glamuroso, el gran atractivo es su gran muelle de más de 500 metros, el Molo, el mayor muelle de madera de toda Europa recogido en el libro de Guinness de los Récords.

Al final del muelle, la concentración de yodo es dos veces superior que en las playas de Sopot, de cuatro kilómetros de longitud. La zona de paseo es muy agradable, y si buscas marcha, también la encontrarás en en Monciak, que es como llaman los locales a la avenida peatonal de Los Héroes de Monte Casino. No tiene pérdida porque llamarán tu atención las «casas torcidas», una construcción muy original que acoge un centro comercial.
Sopot está conectada con Gdansk a través de rutas ciclistas, y con Gdansk y Gdynia por carretera y trenes de cercanías, que es la manera más cómoda de moverse, incluso por la noche cuando se mantiene el servicio (aunque con menos frecuencia).
Gdynia, la más moderna

Llegamos a la tercera ciudad, Gdynia, a unos 25 km de Gdansk. Este antiguo pueblo pesquero de la región de Kashubia se convirtió en centro neurálgico para Gdansk, un acceso independiente al Báltico, tras los acuerdos del Tratado de Versalles. Es, por tanto, la ciudad más moderna. Y también la más modernista, ya que las construcciones más importantes pertenecen a ese estilo y puede seguirse una agradable ruta Modernista por la ciudad paseando entre edificios con fachadas acristaladas, diseños que aluden al mar, ventanas redondas, formas de barcos y detalles coloridos. Un escenario lleno de glamur que cada año acoge el Festival de Cine Polaco más importante, donde se reparten estatuillas al más puro estilo de Hollywood. El puerto es otra parada obligada y allí se puede visitar El Rayo, el buque destructor que atacó a los submarinos alemanes, los famosos U-Boots, durante la II GM.
La Península de Hel
Uno de los lugares más espectaculares del Báltico es la península de Hel. Está formada por un gran banco de arena de 35 kilómetros de largo y entre 100 y 300 metros de ancho, una estrecha línea de tierra que separa la bahía de Gdansk de las aguas abiertas del Báltico. Se puede llegar por carretera, tren o barco, en un ferry desde Gdynia o Gdansk que tarda unas dos horas. Pero la mejor forma de descubrir este lugar es alquilando una bicicleta y pedalear sin rumbo fijo.

La entrada es por Władysławowo y allí se encuentra la Avenida de las Estrellas del Deporte, ya que es uno de los principales centro de preparación para deportistas de élite de Polonia. Un bosque de abetos y pinos negros protege del viento a las playas del sur donde se ubican algunas pequeñas localidades turísticas que se llenan todos los veranos de bañistas: Jastarnia, Jurata y la pequeña Chałupy, famosa por su playa naturista. Al final de la lengua se encuentra el turístico pueblo de Hel, que fue el último lugar que abandonó el ejército nazi. La península tiene bastante vegetación, sobre todo en su punta, donde también se encuentra la reserva de focas grises del Báltico, un centro dedicado a su protección e investigación donde se pueden ver media docena de ejemplares en las piscinas. También puedes visitar el Museo de la Pesca, dentro de una iglesia del siglo XV, y ver las fortificaciones de los años treinta del siglo pasado que sirvieron de base de entrenamiento para las equipos de U-boat durante la II GM.

Las largas playas que se extienden por ambos lados de Hel son de arena fina y aquí es fácil estar a tus anchas, incluso en temporada alta. Son playas ideales para relajarse pero quienes busquen actividad, la van a tener: es un lugar idóneo para practicar windsurf y kitesurf. La costa también ofrece paseos en barco, pesca de bacalao y deportes, como los vuelos en parapente.
Slowinski, un desierto junto al mar
Guarda un día para visitar el Parque Nacional Slowinski y sus dunas móviles que pueden moverse hasta diez metros anualmente, auténticas montañas de arena blanca que engullen los bosques vecinos. La más alta de las dunas es Łącka Góra, de 42 m. Resulta imposible no ser como un niño y hacer la ‘croqueta’ dejándose rodar por estas dunas y rebozarse con la arena.

En la entrada del parque hay un centro de interpretación (hay que pagar una cantidad simbólica para entrar) donde se explica este interesante paraje. El parque, que es Reserva de la Biosfera, se extiende a lo largo de 33 km entre las localidades costeras de Leba y Rowy integrado en torno a dos grandes lagos, Lebsko y Gardno,que son un refugio natural de aves acuáticas. Al adentrarte, el paisaje irá cambiando desde los campos de cultivo a los frondosos bosques de pino, las enormes dunas… ¡y el mar!
Todos los faros de Polonia… en uno
Si recorres la costa occidental, puedes hacer parada en Leba y Ustka, dos ciudades preparadas para acoger al turismo playero. Y te recomendamos llegar hasta una de las playas más hermosas del Báltico, la de Niechorze, con arena blanquísima, y su famoso faro. Está en lo alto de un acantilado de 20 metros y dentro te espera un curioso Museo con las miniaturas de todos los faros de Polonia.
La gastronomía del Báltico
En Gdansk vas a encontrar una oferta gastronómica de lo más variada. Cocina marinera, restaurantes que anuncian ‘seafood’, donde no faltan las gambas, cangrejos, mejillones… Uno de los platos estrella de la zona es el arenque, que se sirve crudo, en salazón o en escabeche. La receta más tradicional es la de arenques con nata agria, eneldo y patatas cocidas. Pero también se prepara sencillamente con aceite y cebolla o con capas de cebolla, remolacha y mayonesa.

Otros pescados que reinan en las cartas son el abadejo, la platija y, sobre todo, el bacalao. Lo encontrarás en los puestos que jalonan los puertos y restaurantes de las ciudades costeras como Sopot o Gdansk, ya que es un pescado del Báltico que se cocina de muchas formas, a la parrilla, filetes de bacalao fritos y ricas hamburguesas de bacalao.

Pero el plato estrella de la cocina polaca son los pierogi. Vayas donde vayas, los vas a encontrar. También en esta zona costera donde los preparan de manera artesana, muchas veces delante de tus ojos, en restaurantes especializados en esta empanadilla de pasta rellena de mil sabores y cocinada también de diferentes maneras: cocidas, horneadas o fritas. Los más típicos son los de carne, Pierogi z miesem, los de patata, Pierogi ruskie, y en el apartado de dulces, Pierogi z jagodami, con arándanos y frutos rojos y acompañados de nata y azúcar.

En Gdansk acertarás seguro en el restaurante Pierogarnia Mandu Centrum, donde además puedes probar algunas de sus sopas, sí, también en verano se toma sopa cada día en Polonia.
Después de conocer la Ciudad Triple y el litoral báltico, merece la pena explorar la zona de lagos en la región de Casubia que se extiende a unos 100 km al suroeste de Gdansk. Es una región histórica que tiene su propia cultura, idioma, una mezcla de polaco y alemán, y ha conservado sus tradiciones gastronómicas. Abundan las recetas con pesacados, hasta se desayunan huevos revueltos con anguila (praznica) y es muy popular el bacalao envuelto en bacon y los arenques en forma de rollitos de filetes rellenos de distintos ingredientes o marinados en vinagre. Hay una receta de arenque que se conoce como estilo Casubia, el hylyng, un filete de arenque ligeramente frito con cebolla.
En cuanto a la carne, el producto estrella es la oca o ganso, que se utiliza como el pato, asado, relleno, en guisos, pero también marinado y servido en tartar o carpaccio.

Para conocer más detalles de la vida rural de Casubia, hay museos al aire libre, skansen, que muestran el estilo de vida de los casubianos, podrás entrar en las casas de campo de tejados de paja que se mantienen como en siglos pasados, con el mobiliario y utensilios. El skansen de Kukli es perfecto para indagar en estas tradiciones polacas tan genuinas.
