Investigadores del Monell Chemical Senses Center de Filadelfia han averiguado que el cuerpo utiliza nuevas formas para detectar los azúcares, por los que siente especialmente tentado, generalmente por los que proceden de productos muy calóricos, como los helados, los pasteles o las tartas.
Hasta ahora, las células del gusto eran capaces de reconocer compuestos dulces, como azúcares naturales, fructosa, sacaracosa o edulcorantes, pero tras un estudio realizado con roedores, se ha descubierto que al eliminarse uno de los receptores T1r2+T1r3, identificadores del dulce, los ratones seguían reconociendo el sabor, por lo que las células no eran las únicas que formaban parte del proceso.
Los científicos afirman en un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) que el organismo se sirve de otros elementos, situados en el intestino y en el páncreas, para detectar los azúcares, absorberlos y regular los niveles de glucosa en sangre, liberando insulina cuando estos alcanzan cotas muy altas.
Los azúcares conformar una fuente nutritiva esencial para el ser humano, y por ello nuestro organismo ha desarrollado diferentes mecanismos para llevar a cabo su identificación. «Detectar el dulzor de los azúcares y edulcorantes es una de las funciones más importantes de las células del gusto, ya que si no los reconociéramos, estaríamos siempre hambrientos«, ha manifestado el coordinador del estudio y neurobiólogo, Robert F. Margolskee.
Aún se desconocen los factores que intervienen en el proceso de reconocimiento del dulce, pero ya se vaticina que el descubrimiento va a ser una ayuda para perder peso, porque si aprendemos a bloquear las papilas que diferencian esos sabores, no los detectaríamos.
Sin embargo, Margolskee afirma que primero es necesario comprender mejor el funcionamiento por el que el cuerpo reconoce y metaboliza los azúcares porque en los países occidentales «ingerimos demasiada comida y con muchas calorías, por lo que hay muchas personas sobrealimentadas«.
Lo que sí se conoce es que si se busca satisfacer la necesidad de azúcar sin consumir demasiadas calorías, hay que aprender a «engañar» al organismo para que el aparato digestivo detecte determinados productos como dulces, sin ser calóricos, «una misión difícil en la que tenemos que seguir investigando«, ha concluido.