Si los restaurantes tuvieran una fórmula de éxito segura, los bancos tendrían restaurantes. Lo cierto es que la aceptación de un restaurante poco tiene que ver con las matemáticas, aunque éstas sean necesarias para que funcione… Sin embargo, sí hay algunas características comunes a los más exitosos: alimentos de calidad que se ofrezcan por temporada, preparaciones bien realizadas -sin demasiada modernidad pero con un cierto toque innovador-, limpieza, servicio correcto y ágil, una cocina con suficiente ritmo para tomar cada plato en su momento, buena cantidad en el plato aunque no se tome todo (esto nos viene de la posguerra), un comedor agradable y amplio y un precio que, aunque elevado, no sea desorbitado. Pues bien, todo ello lo tienen Baby Beef y Porto Rubaiyat, y cuentan además con un chef, Carlos Valenti, con la cabeza muy bien puesta y que antepone las preferencias y necesidades de sus clientes a las de su propia creatividad. Un clásico de la ciudad con fama de comerse las mejores carnes aunque muchos prefieran, como es moda, el pescado.
Nombre: Porto Rubayiat Madrid / Baby Beef Rubaiyat
Dirección: Juan Ramón Jiménez, 37 – 28036 Madrid
Teléfono: 91 359 10 00 / 91 359 56 96
Página Web: http://www.rubaiyat.es
Tipo de cocina: Cocina de mercado con especialidad de carnes y algunos toques sutiles de creatividad del chef .
Entorno: Amplio comedor con cocina vista y una entrada con barra y dos mesas todo ello en esilo rústico un poco demodé. Los muebles, comunes a todos los restaurantes de la cadena, los traen de Brasil.
Servicio: Ágil, correcto y muy agradable dirigido por Antonio Bonfin. Director del restaurante: Fernando López.
Accesibilidad: Buena
Ambiente: Familias, parejas, clase media alta, también extranjeros, en especial latinoamericanos.
Aparcacoches: Sí
Precio: 60-80€
Fecha visita: Miercoles, 16 de septiembre de 2009
Cocina:
Cocina sin sobresaltos, bien realizada con cantidades abundantes (la mayoría de las fotos de los platos son medias raciones) y atendiendo especialmente al producto de temporada. Al llegar, una señorita cuyo nombre es Poliana estaba sacando los panes del horno y partiéndolos, a su lado un camarero cortaba con maestría un jamón fantástico de Joselito: buen comienzo. Pasamos al comedor y recibimos con entusiasmo los aperitivos: rollitos de salmón, rodajas de calabacin a la brasa, pimientos asados, ensalada de queso y tomate, ensaladilla: todo muy corecto, pero sin mayor originalidad. Después recibimos una de las «sugerencias» del chef para la próxima semana: ensalada verde con boletus y vieiras, lleva además piñones: los boletus perfectos con la humedad justa, crujientes por fuera pero tersos y sabrosos en su interior. La ensalada va templada, buena apuesta para los que no queremos dejar de tomarlas en otoño.
Después una de las estrellas de la carta: Atún rojo asado al carbón aromatizado con cardamomo, un plato solvente, en el que el atún tiene el punto perfecto de cocción, con un regusto ahumado muy interesante, diferente… la guarnición de cebollitas con salsa de jugo de carne algo anodina, el atún espectacular, aún (escribo esas lineas el dia después) puedo sentir su aroma, su precio 24,50€. A continuación llega la carne, nos sirven Tirita de kobe con patatas soufle y verduras asadas, al parecer nos ponen un trozo pequeño, que ya nos parece bastante grande. La carne está espectacular, sin hambre ya y sin ser una gran degustadora de carnes, tomo casi toda: tierna como una carne joven y jugosa y sabrosa como una adulta, espectacular. Una de las mejores carnes que he tomado ultimamente. Las patatas y la verdura también buenísimas, pero con esa carne ¿quién quiere guarnición?
De postre canutillos de chocolate blanco con crema de limón, la crema en realidad es una espuma muy ligera: fantástico, un postre muy adecuado detrás de una comida bastante consistente. No nos resistimos a otro postre también compartido, la mousse de chocolate con leche y café: ligera pero con un intenso sabor, que recordaba someramente al tiramisú. El precio de la mayoría de los postres es 9€, y una selección cuesta 19€. Todo el menú puro equilibrio, solvencia y buen hacer, no es de extrañar que la noche de un miércoles de septiembre estuviese casi lleno.
Además de agua Solán de cabras, tomamos un tinto AALTo 2006 Ribera del Duero, que en carta costaba 35€, bastante adecuado al menú y con buena temperatura. El restaurante cuenta con más de 1200 referencias.
Observaciones:
Hay zona de fumadores (de momento) y una terraza magnífica para los días de buen tiempo. La terraza tiene algunas escaleras, siendo conveniente comentar circunstancias especiales al hacer la reserva. No dejar de probar los diferentes panes. Los sábados durante el invierno se realiza un bufet de filluada, preguntar al hacer la reserva, al igual que por las sugerencias del chef, donde realmente podremos disfrutar de su mejor espíritu creativo.
Calificación:
El restaurante aporta de forma estable los elementos precisos para comer bien en un marco agradable, que nos permite desde comidas familiares a comidas de representación o trabajo. El chef además incluye propuestas nuevas cada semana para los habituales, que son muchos y no pueden comer siempre lo mismo, y para los que buscan sorprenderse cuando van a un restaurante. Unos y otros encuentran en este establecimiento un equilibrio que es de agradecer en estos tiempos confusos además a un precio medio-alto, que se corresponde perfectamente con la calidad y la cantidad de lo que se ofrece. Una buena opción para los que valoran por encima de todo el producto tanto en calidad como en cantidad.
Únicamente echo de menos que tenga manteles, ya que aunque las mesas de madera son muy bonitas, no dan la misma impresión de pulcritud que un mantel de hilo, para compensar las servilletas magníficas y enormes que sí utilizan. También me llamó la atención que el vino se ponga sobre la mesa cuando en realidad lo estan sirviendo con absoluta diligencia los camareros. Ambos detalles ofrecen al restaurante un punto un poco «ranchero» que no se corresponde con el resto de sus características.
Puntuación:
7,5/10
Galería fotográfica: