Platos clásicos. Recetas de siempre. En Prístino han apostado por una tradición culinaria que nunca defrauda. Una cocina castiza, de producto, que durante su corta vida, ha cosechado un público fiel que no duda en volver. La mejor señal de un trabajo bien hecho. Calidad, honestidad y saber hacer. Un proyecto que abrió sus puertas poco antes de la pandemia, durante 2019, en la calle de Eduardo Dato y que no tardó en estar en boca de todos.
Como ellos mismos se definen, Prístino es una casa de comidas contemporánea. Una carta que está compuesta por una cuidada selección de platos de toda la vida, que elaboran siempre a fuego lento, empleando materias primas de primerísima calidad y mucho cariño durante su preparación.

Un restaurante de corte clásico, que hace gala de un interiorismo muy cuidado. Elegante, sofisticado y acogedor. Madera, terciopelo, preciosas cortinas y maravillosas butacas se combinan con bonitos espejos y originales lámparas de estilo retro. Elementos que nos reciben para adentrarnos en el mágico universo de Prístino. Un restaurante con personalidad y esencia. Un entorno relajado y sosegado que invita al disfrute.

En sala, un equipo sumamente atento y profesional, que nos adentra en una experiencia gastronómica que deja huella.
En nuestra primera incursión en Prístino, comenzamos saboreando unas magníficas croquetas melosas de jamón acompañadas de un riquísimo vino de la Ribera del Duero Loess Inspiration. Un tempranillo de nueve meses en barrica de roble que nos cautivó con sus suaves matices de frutos rojos.

Continuamos con las gambas de cristal con huevos fritos y alcachofas que son una auténtica delicia y unos sabrosísimos torreznos que acompañan con patatas revolconas. Antes de pasar a los platos principales, Joseba, el simpatiquísimo maître nos recomendó probar los puerros confitados al carbón con salsa romesco.
Un acierto en toda regla que nos condujo al espectacular rabo de toro con parmentier de oloroso. Suave, sabroso y delicioso, dio paso a un formidable rape a la brasa acompañado de patatas panaderas, que el encantador camarero Quique, nos preparó para que lo pudiésemos disfrutar plenamente.

Para terminar, nos decantamos por un postre refrescante y ligero. Un magnífico helado de violetas con su caramelo que nos hizo volver a la infancia. Ese inolvidable sabor de aquellos maravillosos caramelitos de violetas que hicieron aflorar entrañables recuerdos de la niñez.
Prístino, una vuelta a los orígenes de la cocina auténtica madrileña. Un viaje al pasado, donde tradición y calidad definen una propuesta gastronómica con todo el sabor nacional. Tradición y calidad. Sabores que nos hacen viajar en el tiempo para sencillamente DISFRUTAR.
Dirección: Paseo de Eduardo Dato, 8, 28010 Madrid
Teléfono: 917 37 36 40
Precio medio: 40 €