Se presenta como una moderna casa de comidas y en su carta los platos de cuchara y los aperitivos madrileños de toda la vida, con la receta de la abuela, son los que no se cansan de recomendar: las patatas revolconas con torreznos, las croquetas de jamón, el potaje, las lentejas o los callos. Eso, para ir abriendo boca.

Aunque la cocina se basa en la sencillez, el escenario es el de un comedor burgués, amplio y elegante, donde las horas pasan sin darnos cuenta porque se crea un ambiente de lo más acogedor. Y es que Prístino se ha instalado desde principios de año en un edificio de 1945 reformado, en el barrio de Almagro, con grandes ventanales que se abren al Paseo de Eduardo Dato donde, además, cuentan con una gran terraza.

Pero volviendo a la cocina, el chef Eduardo de la Fuente apuesta por las recetas más castizas, desde los entrantes, con las bravas, croquetas, ensaladilla rusa o tortilla de patata como intocables, a los aclamados callos a la madrileña que se han colocado ya entre los mejores de la capital.

Y los platos de cuchara. Otro hit de Prístino que nos lleva a los sabores más auténticos y reconfortantes con sus lentejas, el potaje de vigilia con garbanzos, bacalao y espinacas o las verdinas con almejas.

Fuera de carta, siempre hay sugerencias con productos de temporada, ya sean alcachofas o setas, el mejor pescado del día o un buen marisco. La selección de carnes es fantástica, con el Chuletón a la brasa (cuentan con horno Josper), el Pollo de corral en pepitoria y el Rabo de toro con parmentier de oloroso como apuestas fijas.

Llegados a los postres, no faltan los clásicos, como el Flan de huevo, la Leche frita o la tabla de quesos con membrillo. Y otros más originales con guiños madrileños, como la Mousse de madroño o la Violeta y su caramelo.
Puedes alargar la sobremesa con sus cócteles o disfrutarlos en la terraza, después de una cena temprana, ahora que hay que acomodarse a los nuevos horarios impuestos por la pandemia.

Adaptándose también a estas nuevas circunstancias, Prístino ha puesto en marcha su servicio delivery, Mamotreto, que significa «criado por la abuela». Además de algunos infalibles de su carta, como la tortilla de patata, se han creado platos única y exclusivamente para ser degustados allá dónde el cliente decida. Por ejemplo, el cachopo de ternera con cecina y queso azul -bien azotado-; el pollo asado en carbón de encina y sarmiento; o el filete ruso entre panes.
Prístino. Eduardo Dato, 8. Madrid