¿Qué comer antes, durante y después de la gripe?

Seguir una dieta adecuada puede prevenir al gripe y, una vez contraída, hay que tomar caldos con proteína animal y eliminar el azúcar, la lactosa y el café cuando hay un problema intestinal.

Ana Luzón23/02/2015

Hablar de cómo alimentarse para no contraer una infección como la gripe puede resultar un poco pretencioso o utópico porque, además de una buena alimentación, hay otros factores que pueden debilitar nuestro sistema inmune: por ejemplo, el estrés mantenido en el tiempo.

De todos modos, está claro que, si llevamos una alimentación correcta, tendremos más posibilidades de librarnos de caer en manos del virus y, en caso de que no lo consigamos, recuperarnos más rápidamente y que la afección sea más leve.

Antes de contraer la gripe

Pero, ¿qué es exactamente una alimentación correcta? Porque es muy fácil hacer esa aseveración, pero no necesariamente lo es el conocer en qué consiste: se trata de tomar a diario una cantidad importante de vegetales, hortalizas y frutas, legumbres al menos dos veces por semana, cereales, pescado azul al menos tres veces por semana y carnes rojas no más de dos a tres veces por semana. En cuanto a los huevos, las restricciones ya no están claras y respecto a los lácteos y derivados, procurar no cargar mucho la mano con el contenido graso de los mismos (quesos muy curados o de alto contenido graso). En lo referente a las grasas, el aceite de oliva virgen extra debe ser el protagonista, que para eso tenemos el privilegio de contar con este producto a un precio bastante razonable.

Durante la gripe

Cuando contraemos la gripe, hay que intentar aportar al organismo todo lo necesario para su restablecimiento en el periodo más breve posible. En primer lugar, es muy importante estar bien hidratado, para lo cuál tomaremos caldos que. además, nos aportarán vitaminas y minerales, así como algún que otro zumo de frutas e infusiones.

Si nos afecta al aparato digestivo, habrá que recurrir a alimentos hervidos y con poca grasa, para facilitar su digestión. Es importante tomar también proteínas de origen animal (el pescado blanco hervido o al microondas puede ser una buena opción). No olvidemos que las inmunoglobulinas (los anticuerpos que luchan contra la infección) son proteínas.

Si se trata de un enterovirus, es decir, que afecta al intestino, se destruirán las vellosidades que recubren la pared interna del intestino, que son las que fabrican las disacaridasas. Estos enzimas son los que desdoblan los disacáridos en monosacáridos para que puedan pasar al torrente sanguíneo. Si este desdoblamiento no se lleva a cabo, al continuar su camino por el intestino, los disacáridos actúan como un agente osmolar, atrayendo agua y provocando diarrea. Para que esta situación no se perpetúe y permitir que se recuperen las vellosidades intestinales, es necesario evitar durante una semana los disacáridos (sacarosa o azúcar común, lactosa, azúcar de la leche). Emplearemos, si queremos endulzar, la glucosa (que es un monosacárido) o edulcorantes artificiales, no olvidando prescindir de las bebidas azucaradas: colas, etc.

Evitaremos igualmente la leche con lactosa (el yogur tiene la lactosa parcialmente digerida, por lo que, en principio, se tolerará bien). Si el virus provoca diarrea, además, habrá que tomar una dieta astringente a base de arroz hervido, cereales de arroz inflado… y, poco a poco, ir incorporando jamón serrano sin grasa, pescado blanco hervido y pechuga de pollo hervida. En cuanto a la fruta, debemos tomar manzana y plátano. En caso de diarrea importante, será muy adecuado tomar bebidas isotónicas para reponer líquido y electrolitos. Durante este periodo prescindiremos del café, tanto con como sin cafeína. El té, sin embargo, será una bebida muy adecuada, porque, además, es astringente.