Coín es un municipio malagueño, de unos 23.000 habitantes. Ubicado en pleno Valle del Guadalhorce, sus tierras han estado siempre bañadas por el agua de este río y sus afluentes. Gracias a ello, los coínos y coínas han podido vivir de sus huertas, fomentando un cultivo autóctono. De hecho, hoy en día, Coín pone en valor estos alimentos a través de un mercado agroalimentario que se celebra en la ciudad todos los domingos. Verduras, frutas, hortalizas, pan, repostería o chacinas son algunos de los productos locales que se ofrecen. Son los productos que miles de personas de la zona buscan cada domingo.

Pedro y Mari Carmen, coínos de pro y de toda la vida, no podían dejar pasar la oportunidad de explotar tanta riqueza en materia prima. Por ello, trabajar con agricultores locales y sus productos es uno de los pilares que rigen el Restaurante Bohemia. Y se nota nada más cruzar el umbral de su puerta. La puerta de un antiguo cortijo, en el que todas las reformas respetan la tradición y costumbres del Valle del Guadalhorce.
Sentirse como en casa en Coín
En las blancas paredes del recibidor del Restaurante Bohemia cuelgan varios adornos y losas. Una da la bienvenida en español, pero otras tantas la dan en gaélico, otra en inglés, una más en alemán… Toda una sorpresa tratándose de un restaurante malagueño caracterizado como de interés singular. Pedro comprende la sorpresa y se apresura a dar una explicación: «Queremos que todo el que venga se sienta como en casa, así que recibimos a los clientes en todos los idiomas«.

Una calurosa bienvenida que continúa en el salón del restaurante. Armarios originales restaurados poco a poco por Mari Carmen y Pedro, mesas pulcras con blancos manteles rodeadas de sillas de madrea y mimbre, culminado por cuadros de imágenes de la memoria andaluza, hechos allí mismo. Allí mismo quiere decir en el propio restaurante. Todos los cuadros están firmados por Pedro, quien posee un impresionante telar de bolillos en la sala contigua al comedor. Entre servicio y servicio se entretiene creando mágicos tapices que consiguen crear ese aura de cortijo familiar.

Desde 1996, el edificio del siglo XIX se ha convertido también en la casa de esta familia. De hecho, en el tejado del Restaurante Bohemia hay una veleta que marca el rumbo de este establecimiento. Con una «B» mayúscula en el centro y cuatro palomas que orbitan alrededor, representando a Pedro, Mari Carmen y los dos hijos que ambos tienen en común. Los cuatro pilares que dan alma a bohemia.
En el Restaurante Bohemia, todo se saca de aquí
Pasando al plano gastronómico, nuestra andadura en el Restaurante Bohemia comienza con un entrante sorprendente. Aceitunas fritas. Nada de procesos creativos concienzudos, eternos y casi científicos. Para nada. La historia de cómo llegó este plato a la mesa de Bohemia es pura supervivencia. Allí celebraban una comunión y se habían quedado sin aperitivo. ¿Cómo lo solucionaron? Rebozando unas aceitunas de bote que les quedaban. Y menudo descubrimiento, realmente sorpendente y rico.

Para empezar con el menú, algo fresquito. Un salmorejo de remolacha ecológica de Coín que despierta al paladar. Suave, sabroso y sorprendente. En ninguno de los platos queda ni gota. Pedro nos hace una declaración de intenciones: «Pocas cosas así se pueden probar fuera, porque todo lo que puedo lo saco de aquí«. Aquí hace referencia a su huerta y a los cultivos de sus vecinos. Aquí se refiere a la tierra que todos ellos comparten.

Y si todo lo que se saca de aquí es tan delicioso como la lombarda, el aguacate o el ajo frito que lleva la ensalada tibia, yo me quedo. Todavía con más razón cuando se degusta la morcilla de Coín acompañada de la mermelada de tomate cherry que preparan en Bohemia. Un pequeño bocado de exquisito equilibrio entre lo dulce y lo salado. Sinceramente, pocas cosas le faltan a este pueblo. Incluso en esta zona, conectada con la axarquía malagueña, podemos encontrar hasta frutas exóticas como el mango que acompaña al solomillo de cerdo.

Noches de Bohemia, y de ilusión y de flamenco
Pero los elementos de recuperación en el Restaurante Bohemia van más allá del mobiliario y más allá de la cocina. Además, desde este local a las afueras de Coín pretenden potenciar la tradición y la cultura andaluza a través de sus noches de bohemia. Este es el nombre que reciben las veladas nocturnas de flamenco que celebran los viernes del verano en el precioso patio posterior del restaurante. Entorno a un olivo centenario, se disponen las mesas que miran hacia la antigua puerta del corral. Allí, Carmen y Noelia bailan 6 temas diferentes. Entre canción y canción van pasando 6 platos al son del flamenco.

La idea que Mari Carmen y Pedro quieren plasmar es algo sugerente. Partiendo del producto de la zona y tratando de potenciar «lo de aquí», han creado un menú fusión entre lo antiguo y lo moderno; en los que podemos encontrar influencias de cualquier cocina del mundo, por pura curiosidad. El resultado final es todo un placer para los sentidos. El oido, la vista, el olfato y el gusto se dan cita en estos pases nocturnos para celebrar la riqueza gastronómica y cultural de Coín.