Restaurante francés: Brasserie Lafayette

A cualquier entendido en restaurantes, ante la pregunta de alguna recomendación de restaurante Mexicano, podrá darte 4 o 5 opciones de calidad. Si a esta misma persona le preguntas por un italiano, las opciones podrán ser incluso mayores. ¿Un restaurante oriental? Te dirá 5 o 6 que no te puedes perder, al igual que pasará con un restaurante americano, argentino, peruano… Pero si le preguntas por un restaurante francés, probablemente se quede en blanco (o al menos unos segundos).

Quizás por el respeto que se tiene a la gastronomía francesa, la cuna de la cocina actual, abrir un restaurante francés produce cierto vértigo. Brasserie Lafayette es una de esas joyas escondidas que no solo ofrece gastronomía francesa de mucha calidad, sino que te envuelve en ese exclusivo y romántico ambiente que solo nuestro país vecino es capaz de ofrecer.

De forma premeditada el restaurante no cuenta con un cartel en la puerta ni otro tipo de indicaciones. Es un rincón al que solo llegas porque vas o porque tu curiosidad te invita a adentrarte a descubrir que son esas lucecitas de las paredes. Este hecho le otorga un intimismo que se agradece enormemente en una ciudad ruidosa y exhibicionista como Madrid.

Buena gastronomía, excelentes vinos

La propuesta gastronómica de Brasserie Lafayette es realizar una cocina sencilla, honesta, con el foco en el sabor (su responsable: la chef Sara Peral) y un maridaje de altura. Y es que los vinos son uno de los puntos fuertes del restaurante, con muy buenas y variadas referencias. De ellos se encarga, con mucho criterio, el alma mater del restaurante: Sebastien Leparoux.

El primer plato que probamos nos pone el listón por las nubes: la sopa de cebolla de Lafayette merece un monumento. Por su sabor, por su finura, por su textura… Una sopa que solo por ella misma, la visita al restaurante está amortizada. Un plato que, sí o sí, hay que probar. Esta delicia se sirve maridada con un Amontillado, Lagar Blanco, que potencia su ya de por sí excelente sabor.

Seguimos con otro clásico del restaurante, el Pâté de Campagne con encurtidos. Como decimos un clásico (tanto del restaurante como de la cocina francesa), bien elaborado y ejecutado. Buen juego de texturas y sabores. Para acompañarlo, un Côtes du Rhône 2020: Seriziers.

No podían faltar a la cita las Ancas de rana guisadas, que en Lafayette preparan al estilo Rabelais y que no pueden estar más sabrosas. Un bocado fino y delicado. Y a continuación su Ratatoullie, servido con espuma de ave y yema.

La excelente molleja de ternera lacada y salsa Perogord finaliza un excelente, cuidado y sabroso menú. Maridados con un champagne Gimonnet Gonet y Xavier Vignon, Lirac.

Comenzábamos este artículo comentando la escasez de (buenos) restaurantes franceses y lo finalizamos con esta grata sorpresa, un restaurante con mucho encanto, muy buena cocina, magníficos vinos… puro romanticismo francés.