Una gran familia muy vinculada a la gastronomía. Ocho hermanos de los cuales cuatro se dedican en cuerpo y alma a este sector tan complejo y que se ha visto tan castigado por la pandemia. César, Óscar, María y Andrés. Un cuarteto incombustible. Un gran equipo que tras el éxito de sus cuatro sedes de Alcaravea y Cuatrodeocho nos seducen desde hace unos meses con un nuevo y sugerente espacio, el restaurante Olmo.
Un espacio con un exquisito interiorismo, obra de la renombrada Marisa Gutiérrez donde reina la paz y el sosiego. Una bocanada de aire fresco en plena ciudad que busca volver a los orígenes. Un local amplio y luminoso, donde los elementos de la naturaleza cobran un protagonismo indiscutible.
Un imponente Olmo, nos recibe nada más llegar al local. Un guiño a las raíces familiares de este grupo hostelero que trabaja sin descanso para mejorar día a día. Un restaurante elegante, sofisticado, romántico y acogedor. Un sugerente viaje en el tiempo que se complementa con una cuidada selección de apetecibles bocados con un denominador común, la calidad. Recetas de corte tradicional con toques de innovación y su sello personal. Un concepto con alma y esencia. Un grato descubrimiento que a pesar de su corta vida ya está dando mucho qué hablar.

Ubicado en el madrileño barrio de Argüelles nos topamos con este paraíso gastronómico que nos conquista con dos maravillosas plantas repletas de encantadores rincones y varios reservados. El lugar ideal para desconectar y dejarse llevar. En Olmo el disfrute está siempre asegurado.
Una propuesta gastronómica con esencia mediterránea y acertadas pinceladas de fusión. Elaboraciones que derrochan imaginación y saber hacer. Aromas, sabores y matices que nos regalan una aventura culinaria que deja huella.
Tras haber escuchado muy buenas críticas de esta nueva apertura, acudimos a Olmo con una desbordante curiosidad por conocer de primera mano este nuevo reto de los hermanos Olmo.

Comenzamos disfrutando de unos sensacionales y curiosos aperitivos. Primero llegó un original fondo marino con arena de algas y merluza con mousse de berberecho y mousse de mejillones acompañado de codium, un alga con sabor a percebe. Una composición llamativa, exótica y rebosante de sabor que nos condujo al espectacular crujiente de cerdo ibérico ahumado con salsa teriyaki. Un estallido de sabor en boca que auguraba que los siguientes platos estarían a la altura de los aperitivos. Y así fue.
Las deliciosas judías verdes cortadas en juliana y salteadas con ajo y jugo de jamón ibérico que disfrutamos a continuación son una de las especialidades de Olmo y, sin duda, merecen la pena. Una receta ligera, saludable y riquísima que nos condujo a los principales.

De los pescados, nos decantamos por probar la fabulosa merluza de pincho con salsa de carabineros y gamba de roja de Garrucha. Un acierto en toda regla. Un producto de primera elaborado con cariño que nos enamoró de inmediato.
En el apartado de las carnes, el rabo de toro deshuesado relleno de foie sobre una delicada cama de puré trufado fue nuestra elección. Absolutamente brutal.
Para terminar, sucumbimos ante su fantástica tarta de queso casera. El postre de moda por excelencia. Cremosa y correcta, nos anunció el final de la velada. Una experiencia memorable que sin duda invita a repetir.
Olmo, un viaje en el tiempo. Un retorno a los orígenes. Una aventura sensorial que está a la altura de los paladares más exigentes. Un pequeño gran descubrimiento que conquista desde el primer momento, tentándonos a volver…. Mucho antes de lo que teníamos pensado.
Dirección: C/ Ferraz, 5. Madrid
Teléfono: 91 445 32 42
Precio medio: entre 50€ y 60€