Emoción. Esa es la sensación principal al salir de Omakase. Para todos aquellos que sentimos la gastronomía como la conjugación perfecta entre disfrute, cultura y sentimiento, Omakase es el lugar ideal. Con una cocina honesta y de máxima calidad, el joven chef Adrián Figueroa consigue emocionarnos con su cocina tradicional japonesa bajo el incomparable paraguas del pescado gallego. Un marco íntimo y personal para un restaurante, que si no hay sorpresas, se convertirá más pronto que tarde en un lugar de culto para los amantes de la alta cocina.
Ubicado en la icónica Plaza de María Pita, la sala de Omakase es una escenificación de la cocina que representa: pulcra, sencilla y elegante. Una barra con capacidad para 16 comensales máximo y frente a ella el sushi-man, el sumiller y un ayudante de cocina. Y claro, el producto, directo de las lonjas gallegas y como icono del restaurante. Unas cámaras a medida se encargan de madurar los pescados. No existen fuegos artificiales aquí. No son necesarios. La integridad y la calidad es un bien mucho más preciado.

Omakase es un concepto tradicional japonés que significa confianza o dejarse llevar. Por lo tanto eso es lo que debemos hacer en el restaurante. No hay carta. Debemos confiar en el menú que diariamente se elabora en función de los productos del mercado, los que el equipo del restaurante considera más idóneos para su propuesta gastronómica. Junto a ello, un maridaje de altura con más de 70 referencias fijas y una carta dinámica que acompaña a la perfección a los pequeños bocados.
El menú consta de 15 pases: comienza con un aperitivo al que sigue un excelente escabeche tradicional japonés (Nambanzuke) elaborado con encurtidos macerados, berberecho de la ría de Noia y un fondo de katsobushi.

A continuación vienen los nigiris, servidos de menor a mayor intensidad de sabor. Complicado destacar uno por encima de otro. Son de una calidad incomparable: vieira, dorada, lubina, salmonete, jurel, sardina (este último finalizado con un carbón traído directamente desde Japón y que puede alcanzar los 1000 º de temperatura), pez limón, salmón... La maceración del pescado le otorga a estos bocados una finura difícil de encontrar en restaurantes de sushi.
Le sigue un sabroso tataki de caballa, con un fondo espectacular, y los nigiris de atún rojo. Cierra el menú una sopa de miso rojo y un mochi casero espectacular.

Para el maridaje, se puede escoger entre uno corto con cinco vinos o uno largo que consta de siete referencias. Escogidos con esmero, probamos A Pedreira, un Albariño DO Rías Baixas, un vino canario, Artífice, un tinto italiano, Diego Conterno y un magnífico Fino en rama, Mons Urium.
Omakase es una grata sorpresa, un establecimiento que rebosa talento y juventud. Sin lugar a dudas, un firme candidato a convertirse en una nueva estrella de la cocina gallega.
Plaza de María Pita 3, A Coruña
*Reservas en la web