A veces, los que nos dedicamos a esto de la gastronomía, tenemos cierta prevención con los restaurantes que subrayan otros aspectos, además del gastronómico, como la decoración, la música en ciertos momentos o la coctelería. Lo cierto es que Papúa se sale con creces de esos estereotipos y, cuando propone en su barra (también se sirve en mesa) un cóctel, es un cóctel espectacular.
Probamos el «Nueva Guinea Sour» que lleva Gin Bombay Premier Cru, fermentación de fresas y ruibarbo, infusión de especias de Nueva Guinea, limón y refresco casero de hibiscus (13 euros), una exquisitez. Más ligero y sin alcohol, el «Virgin Morado» que lleva chicha morada estilo Papúa, manzana verde y zumo de lima, sin alcohol (9 euros), muy refrescante.
También nos sorprende que, de lunes a viernes, haya Menú del día por 18,50 euros con bebida incluida, del que probamos unas excelentes migas con huevo poché. Un día cualquiera se puede elegir entre los primeros: endivias con cremoso de queso azul, linguini a la veneciana, gazpacho andaluz con su guarnición, verduras en tempura con teriyaki casera, y entre los segundos: muslos de pollo a la cerveza con arroz jazmín, solomillo de cerdo con salsa de pimienta, zapitos a la donostiarra con panaderas o entraña a la brasa con salsa chimichurri.

Entre los postres: Donut a la plancha con toffee de vainilla, Tiramisú Papúa, helados artesanos: sorbete de frambuesa o fruta de temporada: piña. El día que lo visitamos, un miércoles, está prácticamente lleno y gran parte de los comensales disfrutan de este menú.
Papúa, cocteles originales, cocina sabrosa y ambiente original
El restaurante se encuentra justo debajo de la plaza de Colón, bajando unas escaleras o rampa por donde se accede también al teatro Fernán Gómez, que además tiene exposiciones. En nuestra visita, pudimos ver la de Picasso, muy interesante. Como decía, el restaurante cuenta con diferentes espacios. Al entrar, hay varias escaleras (si se quieren evitar, se puede entrar por el teatro con ascensor) y frente a las escaleras hay una preciosa barra redonda bajo una cúpula que durante el día inunda de luz natural el comedor. También cuenta con algún reservado.
Durante la noche, el ambiente cambia y se convierte en un lugar que bien podría estar en cualquier otra capital europea, con mesas redondas, asientos confortables en semicírculo y música ambiente. Por el nombre se puede deducir que además la ambientación tiene que ver con la selva, hay una gran jirafa de madera, plantas por todas partes, los comensales se hacen fotos en el lugar, pero he de reconocer que no resulta una decoración cargante.

Volviendo a lo gastronómico, desde el pan: blanco, de cereales e integral, hasta el aperitivo, un chupito de gazpacho, todo es más que correcto. Probamos algunos de los clásicos del establecimiento, como la Ensalada César en Rolls de pollo asado con aire de parmesano y lima (18,50 euros): 6 saquitos por ración que son un entrante perfecto para compartir. Las raciones son grandes, por lo que si no se tiene mucho apetito es mejor compartirlas.
Nos gustan especialmente los Buñuelos de queso Idiazábal dulce de guayaba y aire de Idiazábal (16,90 euros), cremosos, sabrosos, exquisitos. Aun así, los superan las Croquetas de cecina semi-líquidas y queso San Simón, con velo de papada ibérica de bellota (16,50 euros), un imprescindible que hay que probar si se visita el restaurante.
Otro plato seguro es el Guiso de pasta puntalet, con carabinero del Atlántico, yema de huevo curada en pimienta de Sichuan y tofu agripicante como se hace en Hong Kong (24,50 euros). La pasta es perfecta, la salsa untuosa, sabrosa, exquisita. El carabinero tiene un profundo sabor a mar. Un plato extraordinario. Fuera de carta, el Bacalao a la brasa sobre crema de apionabo está bien, pero la pasta nos ha conquistado y no podemos pensar en otra cosa. No obstante, buena textura del Bacalao, muy bien cocinado. Al igual que la carne a la brasa.
El restaurante tiene brasas, tanto carnes como pescados se cocinan al amor de la lumbre.

En definitiva, es un restaurante donde se come muy bien. Primero, porque está todo bien cocinado, en su temperatura, punto y presentación. Segundo, porque algunas elaboraciones son originales, incluyendo texturas y sabores poco usuales como guarniciones y acompañamiento al ingrediente principal. Y finalmente, esa experiencia gastronómica se complementa con un servicio atento y ágil y un ambiente agradable y novedoso.
Es un lugar perfecto para ir con amigos o familia, y quedar de maravilla, y si ya es al mediodía de lunes a viernes, la relación calidad-precio es inmejorable. Muy recomendable.
- Restaurante Papúa
- Dirección: Plaza de Colón 4, Madrid
- Teléfono: 91.576.68.97