Letonia es un país joven que en 2018 cumplirá su primer siglo como estado independiente. En 1991 la U.R.S.S. se desmembró y las repúblicas recuperaron su independencia. Una de ellas es Letonia, un pequeño país de unos 64.000 km2 y 2 millones de habitantes cuya costa está en el mar Báltico y su capital, Riga, en la orilla de un gran río, el Baugava. Además de los encantos históricos y naturales, tiene una gastronomía que merece ser probada.
La capital, un museo de arquitectura
Riga recibe el nombre de un río que servía de foso a la antigua fortaleza del siglo XIII. De aquellos tiempos aún quedan vestigios en la parte medieval. Las calles empedradas, el plano de la ciudad intramuros y algunas iglesias permanecen tal como eran hace siglos; y también parte de la muralla y la torre de la Pólvora. Además, hay un parque que mantiene un canal que recuerda a aquel antiguo río que hacía de foso.
Pasaron los siglos y la ciudad fue creciendo. Hace poco más de un siglo la capital fue la tercera más importante de Rusia, y eso provocó que se edificasen nuevas manzanas. En aquellos tiempos en Europa se construía según la moda, que era Art Nouveau, y aquí edificaron más de setecientos edificios de este estilo que convierten a Riga en la ciudad europea con mayor patrimonio modernista.
Mercado Central de Riga
Este mercado ya impresiona cuando se le ve desde lejos. Arquitectónicamente es un ejemplo de la reutilización de antiguas estructuras, pues cinco hangares de zepelines construidos por los alemanes en tierra letona a unos 180 km. de la capital fueron desmontados y trasladados hasta allí para volverlos a colocar y convertirlos en el Mercado Central de Riga. Es espectacular por fuera y casi lo es más por dentro, ya que ocupa una superficie de más de 72.000 metros cuadrados. Es uno de los más grandes mercados europeos. Un amante de la gastronomía tiene que conocer este hito.
Pasear por dentro es uno de los espectáculos de la ciudad. Cada uno de los inmensos hangares está dedicado a diferentes tipos de alimentos: verduras y hortalizas, carnes y embutidos, productos lácteos, pescados y gastronomía. En total son 3.000 puestos y, aunque se ven muchos alimentos procedentes de Europa, sobre todo las frutas y verduras, también hay muchos locales, como el espacio dedicado al pescado fresco, que ocupa una gran parte, y los más llamativos son los puestos que venden arenques y pescados desecados, muy típicos del lugar.
Los arenques bálticos son exquisitos. Los desecan ahumándolos y lo hacen muy bien, pues es una de las especialidades bálticas. Hay puestos que están llenos, y sus formas y colores son tan extraños que llaman la atención.
Un licor… ¡en una farmacia!
El Balsam es una antigua pócima de hierbas que se ha convertido en el licor más famoso de Letonia. Se elabora en una farmacia y su visita es imprescindible, pues hasta hacer la cata en la planta baja habrá que descubrir una puerta oculta por la que acceder al sótano… Después se sucederán varios sustos y sonidos de ultratumba que nos sorprenderán.
Tras los divertidos sobresaltos y espíritus juguetones llega la cata del Balsam. Es un licor de hierbas con un sabor seco, algo amargo y muy agradable para tomar con un café y unas pastas. Tienen otros tipos derivados del original, que llegan hasta otros paladares que prefieren gustos más dulces y menos alcohólicos.
Una calle para comérsela: Alberta iela
Una de las calles más elegantes de la ciudad es Alberta iela. Aparte de ser una calle que está repleta de edificios estilo Art Nouveau y su correspondiente museo, también es una calle gastronómica de alto nivel. Dos restaurantes diferentes: uno moderno con terraza, Muusu, en el que la gastronomía de alto nivel a buen precio está garantizada. Tanto el interior del restaurante como la terraza son ideales porque son espacios en los que se está muy cómodo.
El otro restaurante es Alberta 13, está justamente al final de la calle haciendo esquina, tiene otra decoración de estilo Art Nouveau y también allí se come de maravilla.
No te puedes perder:
- Visitar el Mercado Central, ver los puestos y, sobre todo, los arenques.
- Recorrer el centro medieval y subir a la torre de la iglesia de san Pedro para ver la panorámica.
- Visitar la farmacia en la que se elabora el Balsam.
- Visitar el museo del Art Nouveau y la calle Alberta iela