En pleno corazón de Madrid visitamos Roostiq. Lo primero que destacamos del restaurante es que pese a ser un miércoles a medio día está lleno. Buena señal. Su decoración es elegante, sin demasiadas florituras, dándole importancia a sus dos principales virtudes: sus vinos y su horno de leña napolitano.

Con un buen servicio de sala, amable e implicado en la carta, comenzamos con uno de los platos del que previamente teníamos noticias: se trata de una combinación que incluye los “Torreznos Roostiq” (10€) maridados con una copa de champagne. Lo cierto es que de entrada no es una pareja que sea demasiado compatible, pero como muchas veces ocurre, el resultado es sorprendente. Por un lado debido a que los Torreznos no son los que probablemente tengamos en mente, esos que te sirven llenos de grasa y con restos de pelos chamuscados. Aquí los sirven en finas lonchas, elegantes, sin excesos de grasa. Es un bocado limpio y fino que acompañado con las notas del champagne da como resultado una muy agradable sensación. Empezamos acertando.
Roostiq cuenta con una extensísima carta de vinos, difícil de mantener en cualquier restaurante y con un buen número de borgoñas.
Pese a la buena pinta que tienen las pizzas (cocinadas en el horno de leña) decidimos probar otros platos. Probablemente debido a que la decoración y el ambiente, el restaurante incita más a otra comida que no sea la pizza. Pedimos dos entrantes: nos sirven los “Puerros confitados y brasa” (13.50€), con ese sabor especial y totalmente diferenciador que le da el fuego y la brasa a las verduras, bien cocinados y un muy buen producto. Con las “Alcachofas confitadas horno leña” (15€) nos pasa algo curioso, ya que resulta complicado entender como un producto que acaba de pasar por un horno de leña tenga tanto aceite. No es el plato que más nos gusta del restaurante, además del exceso de aceite que decimos las alcachofas están quemadas.

Le toca el turno a los principales. Nos decantamos por dos imprescindibles a probar en cualquier restaurante con un horno similar: el pollo y la ternera. El “Pollo Roostiq” (18€) nos lo sirven acompañado de una excelente y muy bien elaborada salsa de tomate con alcaparras. El punto del pollo perfecto, todo el sabor de la leña bien adherido a la carne y un producto de calidad (los pollos los crían ellos mismos en su finca, en libertad). Para probar la ternera nos decidimos por un clásico que en muchos restaurantes nos da el punto de calidad (o falta de ella): el “Entrecote de Vaca a la brasa” (26€). En la misma línea del pollo y de los puerros, con el carácter que le da la leña y un buen punto de cocción. Carne de vaca de Guikar y acompañado con patatas fritas “de verdad”. Dos buenas elecciones.
A la hora de los postres, preguntamos si están cocinados también a la brasa, alguno al menos. La respuesta negativa nos hace tener pocas expectativas. Pero nos equivocamos, ya que los dos postres que nos sirven resultan estar a la altura de las elaboraciones en el horno. La “Tarta de Queso” (8€), cremosa y sabrosa, equilibrada y con la textura perfecta y el “Brownie Valrhona con dulcey” (8€) con un excelente acabado son sin duda dos platos que merece la pena probar.

En definitiva, Roostiq es un restaurante que recomendamos, con una relación calidad-precio aceptable, un muy buen producto y algo que siempre nos gusta en un restaurante: su ambición es que las elaboraciones estén ricas, que los platos sepan a lo que tienen que saber, el pollo a pollo, la vaca a vaca y el puerro a puerro. Sin artificios. Sin trampas. El producto al poder.
Calle de Augusto Figueroa 47, 28004 Madrid
Teléfono: 918 53 24 34