La fama de «llambiones» o golosos que tienen los asturianos está más que justificada. El recetario dulce del Principado de Asturias es casi infinito. La repostería es un arte que se practica mucho y muy bien por todas partes, aunque Gijón, Oviedo y Avilés son tres centros neurálgicos de la cocina dulce. Concentran una amplia representación de obradores artesanos, donde se elaboran productos de alta calidad y con historia propia.
En Gijón se puede seguir una Ruta Golosa por sus confiterías, en Oviedo conocer el origen de los Carbayones, y en Avilés vivir la fiesta del Bollo o aprender a elaborar bombones y otros dulces.
Gijón, tras la ruta golosa
No es exagerado decir que en Gijón, casi a cada paso, aparece una confitería y muchas son auténticos emblemas de la ciudad. Actualmente cuenta con unas 65, pero en los años 80 del siglo pasado superaban la centena. Ahora, la Ruta Gijón Goloso invita a recorrer la ciudad y hacer parada en alguna de las 16 confiterías que participan para conocer y probar sus productos más famosos. Hay dos bonos, de 5 ó 10 degustaciones (7-13€) que se puede adquirir en las oficinas de turismo de Infogijón (Puerto Deportivo) o a través de la web.
Empezamos por Collada, en la Plaza del Marqués, donde se alza la estatua de Pelayo y el Palacio de Revillagigedo, pegada al Puerto Deportivo, a la Plaza Mayor y al barrio de Cimadevilla. Entre sus especialidades destacan la Tarta Asturias y sus afamados Pelayos, hechos de mazapán y dulce de manzana, un bocado energético perfecto para subir las cuestas de Cimadevilla, el antiguo barrio de pescadores, hasta el Cerro de Santa Catalina o para tomarlo en la Plaza del Lavaderu o en la Cuesta’l Cholo.
Después se puede bajar a ‘baxovilla’ por la Plaza Mayor y coger San Bernardo. Allí nos encontramos con Islandia, son los creadores del helado de Cabrales, de fabada o de centollo, que les han dado mucha fama, aunque los sabores tradicionales: el de limón, arroz con leche y tarta gijonesa, siguen conquistando al público. Cerca está Campo Valdés, con las Termas Romanas y donde empieza el muro de la Playa de San Lorenzo. En Aliter Dulcia (San Bernardo, 20) trabaja una de las reposteras y blogueras más creativas de Asturias. Su propuesta es la tartaleta de manzana con queso del Rey Silo. Esta zona se está poniendo muy de moda en Gijón, con multitud de galerías de arte, tiendas de diseño y vintage y nuevos locales de hostelería.
Llegamos al Paseo de Begoña, el corazón de la ciudad, lleno de cafés y terrazas y el Teatro Jovellanos, sede del famoso Festival Internacional de Gijón. Cerca está Balbona, con más de 30 años de experiencia y creaciones originales como el Bosque Astur, un bizcocho de queso azul con interior de castaña y avellana crujiente. Gloria es la bombonería de Gijón, y aunque su historia como tienda se remonta a hace tan solo diez años, Pío Brun creó la empresa en 1967 y es toda una institución en la ciudad.
En la calle Corrida, la calle peatonal más comercial de Gijón, están Pomme Sucre, con su repostería moderna y deliciosas milhojas; La Playa, fundada en 1921 por Fabián Castaño y la más antigua en activo en la ciudad, donde hay que probar sus famosas Princesitas; y Madalenasdecolores, el paraíso del cupcake. De aquí el paseo puede seguir hacia la Plaza del Humedal y la iglesia de San José. Por esta zona está Danas, que prepara los Lazones de Gijón, una especie de mazapán relleno de avellana y corazón de manzana que causa furor. En Argüelles, Antonio Argüelles sigue haciendo los tradicionales bartolos y sus caramelos toffe son únicos. Cerca está la confitería Imperial, que tiene merecida fama en hojaldres y bizcochos, que sumado a las mousses y bombones son toda una delicia, como el bombón de Cabrales y nueces. La Fe abrió en 1938 y los Álvarez, otra de las sagas más importantes que ha dado la repostería asturiana, han sido y son una escuela para pasteleros y chocolateros. Fueron los creadores del Postre gijonés en 1980, miman los milhojas y merece la pena probar sus bombones, 24 variedades que cambian cada temporada, destacando el bombón de mazapán y la trufa de naranja. Volviendo hacia la Playa de San Lorenzo, al lado de la Plazuela de San Miguel está San Antonio. Es una confitería histórica, nacida en la calle San Antonio en 1975 y acaba de abrir nuevo local en la calle Uría. Sus especialidades son las tartas, como la Ópera, Nata y nueces, Charlota y Gijonesa, los milhojas y el espectacular mousse de limón.
En el mismo muro de San Lorenzo, está la confitería Biarritz, donde los gijoneses van a desayunar. Sus churros y sus casadielles son toda una institución. En 2013 creó las Chaponas de Gijón en honor a la escultura obra de Fernando Alba «Sombras de la Luz», y las hay de muchos sabores.
Si seguimos por la playa llegamos hasta el parque histórico de Isabel la Católica y la zona del estadio de El Molinón, el más antiguo de España y que acaba de abrir su museo: el Molinón Tour. Por esta zona, en el barrio de Biesques, está Chokoreto, donde hay que probar el Pastel de María, un pequeño homenaje a su abuela, una auténtica apasionada del chocolate que hubiera disfrutado mucho con este bizcochito de choco y mermelada de albaricoque.
Fiesta del ‘Bollu’ en Avilés
La Comarca Avilés cuenta también con su Ruta Dulce, que discurre por la variada y rica repostería de Avilés, Salinas y Piedras Blancas. Entre las confiterías que se encuentran dentro de esta ruta, María Luisa ofrece su especialidad: las Marialuisas, un pastel de puré de manzana con crema de avellanas y el Kova de chocolate y fresa, un delicioso vasito de mouse de chocolate con coulis de fresa. La confitería Polledo presenta su bizcocho de mantequilla y la increíble pasta de manteca con almendras. Vidal sorprende con sus famosos conos de Avilés, un bombón de chocolate con leche y praliné de avellanas, además de las galletas de frutos rojos, secos y chocolate. La Casería ha creado las Marañuelas, un pequeño brioche. Y la confitería Elvira, de Castrillón, recibe a sus clientes con las tartitas de almendra y manzana y los suspiros de la merced.
La mayoría de las confiterías se encuentran en el Casco Antiguo de Avilés, uno de los más grandes y mejor conservados del norte de España y que constituye una muestra de la arquitectura civil y religiosa desde la Edad Media hasta nuestros días. La ría de Avilés durante mucho tiempo fue un lugar dedicado a la industria y poco atractivo, pero con su recuperación le ha dado un nuevo rostro a la villa. Tiene un paseo en el que se contemplan el puerto deportivo lleno de actividades (vela, piragüismo…) y destaca el espectacular conjunto arquitectónico Centro Niemeyer, la última y más importante obra del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer en Europa, con el edificio central en forma de media esfera blanca y la impresionante torre desde la que se divisa hasta el mar. Como los maestros artesanos reposteros siempre están innovando, este nuevo símbolo de Avilés cuenta también con su propio dulce: los
Niemeryinos, que recrean la forma del edifico y que se hacen de diversos colores, al estilo de los macarons.
Pero si hay un dulce claramente avilés que vamos a encontrar en la mayoría de las pastelerías, ése es el Mantecado de Avilés, un bizcochito en forma de trébol de cuatro hojas que tiene hasta su propia fiesta. En la Pascua, este dulce se transforma y los pasteleros lo adornan de forma especial, con figuras de chocolate y azúcar, para convertirlo en El Bollo, tradicional regalo de los padrinos y madrinas a sus ahijados.
La Fiesta del Bollo o ‘Bollu’, en Semana Santa, saluda la llegada de la primavera a la Comarca Avilés con desfiles de carrozas, bailes folclóricos, actuaciones y una multitudinaria comida en la calle el lunes de Pascua, con la que se pone fin a la Semana Santa: los vecinos toman literalmente la ciudad, que se convierte en un gran restaurante al aire libre que reúne a más de 15.000 comensales.
Avilés tiene otras citas con el dulce: en mayo se celebra Sweet Llambión, el Salón de los Aromas y Sabores Dulces de Asturias. En esta muestra gastronómica, acreditados maestros reposteros se entremezclarán con los maestros confiteros locales y, entre muchas actividades, hay demostraciones de elaboración artesanal e innovadora, venta de productos o talleres infantiles. Y en Navidad, Turrones y Mazapanes Comarca Avilés es la muestra de la artesanía dulce que no puede faltar en las mesas navideñas.
Oviedo y sus carbayones
Los carbayones son los dulces más típicos de Oviedo. Pero carbayones es como se les llama también a los ovetenses. El origen del nombre se encuentra en un roble, carbayu en asturiano, que estaba situado en la calle Uría, frente al Teatro Campoamor, escenario de la entrega de Premios Princesa de Asturias. Este famoso pastel consiste en una masa de hojaldre rellena de almendra y yema y bañados en azúcar.
En la búsqueda del mejor carbayón de Oviedo hay que pasear por la ciudad y visitar lugares ineludibles como la famosa Catedral de San Salvador, que guarda toda la historia de la ciudad, el Museo de Bellas Artes, tomar algo en la plaza del Fontán, comprar productos gastronómicos por la plaza del Mercado y hacer una visita a la calle Gascona, conocida como el Bulevar de la Sidra. Y, cómo no, entrar en la confitería Camilo de Blas (Jovellanos, 7 y Santa Susana, 8) abierta en 1914 y donde nació este rico pastel.
Alguno reconocerá el escenario, pues la pastelería, que mantiene la decoración antigua de mármol con las estanterías blancas y la vieja caja registradora, aparece en la película Vicky Cristina Barcelona de Woody Allen, uno de los visitantes más famosos y queridos de Oviedo, y que cuenta con su propia escultura en la calle Milicias Nacionales. La historia del carbayón se remonta a 1924, cuando el pastelero José de Blas encargó al maestro de obrador José Gutiérrez un pastel especial que representara a Oviedo en la I Feria Internacional de Muestras de Gijón.
Con el paso de los años se empezaron a hacer en la mayoría de las pastelerías ovetenses, y de ahí pasaron al recetario dulce del resto de Asturias. José Juan de Blas es la tercera generación de la familia pastelera en Oviedo creadora del carbayón, que completa su repertorio de dulces con Bizcotelas, Duquesitas, Nuglass (nueces confitadas) y algunos pasteles sin gluten.
Los dulces son un punto fuerte de la ciudad y, además de los carbayones, hay que probar y deleitarse con los refinados bombones de Peñalba (Milicias Nacionales, 4). Esta confitería nació en 1930 y contó con la asesoría de un maestro chocolatero vienés para empezar a elaborar los bombones artesanos, que se han convertido en los más codiciados de Asturias. También hay que conocer y probar las populares Moscovitas de Rialto (calle San Francisco, 12), unas finas pastas de almendra bañadas con una cobertura de chocolate que se siguen elaborando una a una desde que abriera sus puertas esta mítica confitería, allá por el año 1926.
Y de postre, arroz con leche
Otros dulces que pueden ser el mejor souvenir dulce de nuestro viaje al Principado de Asturias pueden ser las famosas casadielles, esas empanadillas rellenas de pasta de nuez, y tampoco hay que dejar de probar los frisuelos, una especie de crepes dulces que suelen cocinarse en la época de carnaval.
Pero si hay un postre obligatorio para endulzarnos el viaje, ese es el más popular y delicioso de Asturias: el arroz con leche. Su receta, al estilo asturiano, es más cremosa y cuenta con la particularidad de esa capa de azúcar tostado, inconfundible. Para hartarse de arroz con leche hay que ir a Cabranes el segundo domingo de mayo, cuando se celebra el Festival del Arroz Con Leche, con una competición siempre reñidísima.
En Casa Gerardo (1* Michelin. 3 Soles Repsol) este postre es uno de sus platos estrella, tanto que por petición popular lo comercializan. Y para quien se atreva a hacerlo, pueden seguir su receta:
Receta de la Crema de Arroz con Leche de Prendes
Ingredientes
- 1,3 litros de leche de ordeño del día (En caso de tener que utilizar leche de brick, sustituir el 20% de la leche por nata)
- 100 gramos de arroz, 200 gramos de azúcar, 50 gramos de mantequilla, 200 gramos de agua, 1 gramo de sal
- Un moño de una rama de canela y media vaina de vainilla
Elaboración
- Con una pala (preferiblemente de madera) empezar a revolver regularmente hasta que rompa a hervir, momento a partir del cual no podremos dejar de remover, pues sino se pegará el arroz. Todo este proceso y el resto de la elaboración se debe de hacer en placa de vitrocerámica o en una plancha de cocina a fuego medio-alto.
- Cuando la mezcla vaya tomando espesor (se quede marca en la pala de madera al levantar), agregar poco a poco la mantequilla.
- Una vez bien integrada la mantequilla, quitar del fuego el arroz y dejar que baje un poco la temperatura.
- Agregar la sal y el azúcar en forma de nieve, sin dejar de remover. Cuando se echa el azúcar, la crema vuelve por un momento A aligerar. Esperar a que con la bajada de temperatura se espese de nuevo, y sacar a fuentes de servicio.
- Se recomienda caramelizarlo al momento de tomar, con azúcar y una pala/plancha eléctrica.