En el corazón de Europa, la región más norteña de Bélgica guarda en su variado repertorio grandes sorpresas gastronómicas. Y es que Flandes, además de los tesoros culturales que todos conocemos, es poseedora de una rica gastronomía donde la célebre cerveza belga, los mejillones con patatas y sus espectaculares quesos comparten cartel con una poderosa cocina marinera, chefs de renombre mundial, técnicas de pesca ancestrales, vinos orgánicos y una marcada tendencia por el producto de cercanía.
Hoy nos vamos de ruta para conocer de cerca todo lo que debes hacer en este viaje 100% gastronómico.
Amberes: diamantes, estrellas y grandes planes gastro
La ciudad de Amberes, además de ser la meca del diamante (el 80% de los diamantes en bruto del mundo pasan por aquí antes de pulirse y comercializarse), es un punto de partida perfecto para este recorrido gourmet. Y sus números lo avalan: su oferta gastronómica es tan potente que atesora un total de 21 estrellas Michelin en 17 restaurantes. Todo un logro.

Entre todo este panorama estrellado, uno de los imprescindibles es el restaurante The Jane, con 2 estrellas Michelin y dirigido por el chef Nick Bril. Ubicado en un antiguo hospital militar (fue nombrado hace unos años el restaurante más bonito del mundo en los Restaurant & Bar Design Awards), el concepto «templo gastronómico» está más que justificado, ya que ocupa un espacio que en su día fue una capilla. La propuesta gastronómica que nos ofrece el chef es un viaje equilibrado y altamente técnico, con elaboraciones repletas de ingredientes, contrastes y texturas, todas ejecutadas a la perfección. Sin fisuras. El menú degustación cuenta con un total de 14 pases, algunos de ellos sublimes, como la lubina ahumada elaborada con crème fraîche y bergamota o el pollo de granja cocinado con malvasía, nabo y espárragos. Este último, la única preparación (junto con otro paso más de pollo también) de carne en un menú compuesto íntegramente por pescados, la mayoría crudos. Y en el maridaje, una enorme y variada propuesta de referencias a cargo de su sumiller, Tresor Vets, que incorpora una manzanilla para acompañar el plato de otra con caviar.

Si prefieres probar la cocina flamenca más tradicional , no puedes perderte el restaurante Repasse. Su nombre hace referencia a la costumbre burguesa de preguntar tras el plato principal si alguien quiere repetir, y en el restaurante lo siguen al pie de la letra. Una cocina muy casera con platos clásicos como el cóctel de gambas, elaborado con gamba gris de Ostende, el tuétano a la brasa, un buen paté, lenguado a la plancha o sus populares espárragos. Todo perfectamente ejecutado por un equipo joven y talentoso.

La fábrica de quesos Van Tricht fue fundada en 1970 como una modesta tienda de delicatessen, ofreciendo una variedad de productos, incluido un poco de queso. La empresa evolucionó gracias a la pasión de los padres de Frederick Van Tricht, que hoy en día dirige la fábrica. Inspirados por sus viajes a Francia, donde exploraron pequeños productores artesanales, instalaron un mostrador de queso y comenzaron a expandir su selección.

El negocio creció rápidamente, atrayendo a restaurantes locales con quesos exclusivos que no se encontraban en otros lugares. Frederick aprovechó esta oportunidad para visitar más restaurantes y expandir la venta al por mayor. Con el tiempo, instalaron una cueva de maduración y ampliaron su oferta de quesos. Su tienda fue reconocida como la mejor tienda de quesos de Europa por el Wall Street Journal en 2010.
Y nadie puede irse de Amberes sin visitar la mítica Cervecería De Koninck, un auténtico ícono cervecero con una rica historia que se remonta a 1833. Esta cervecería ha dejado una huella imborrable en la escena cervecera local, convirtiendo su cerveza en una verdadera referencia de calidad y sabor. En los años 80 y 90, la cerveza De Koninck se volvió tremendamente popular en Amberes y se convirtió en la cerveza insignia de la ciudad, y hoy en día en muchos de los locales de la ciudad es su cerveza de referencia.

Pero además de probar su cerveza, De Koninck es mucho más: ofrece la posibilidad de realizar un tour de 45 minutos a través del proceso de elaboración de la cerveza artesanal belga (es un tour muy interactivo, con cata incluida que merece la pena) y en sus instalaciones cuenta con negocios, pubs y restaurantes. Un buen sitio para pasar unas cuantas horas.
Kortijk: vinos ecológicos y restaurantes de categoría en la frontera francesa
La pequeña ciudad de Kortijk guarda intacto un nostálgico aire medieval, además de alguna que otra sorpresa con tintes gastronómicos. Y es que, además de perderse por sus callejuelas de piedra, no puedes dejar de visitar su mejor restaurante: Rebelle, del chef Martijn Defauw.
Con 1 Estrella Michelin, este restaurante no dejará de sorprenderte. Ubicación en una zona poco transitada dentro de la ciudad su propuesta gastronómica es muy interesante. Una cocina muy cuidada, con producto local, con un guion muy sencillo pero que funciona, dotando a todos los platos de un equilibrio que Martijn potencia con sabores más intensos. Una prueba de ello es el plato estrella del menú degustación, la impresionante langosta: explosiva, elegante, intensa, con umami… un pase de mucha categoría. Y su maridaje, excepcional. Tanto el alcohólico como el no alcohólico, con opciones refrescantes y creativas.

Pero la oferta gastronómica en Kortrijk no se limita solo a Rebelle. La ciudad cuenta con una escena culinaria en crecimiento, con una amplia variedad de restaurantes que ofrecen desde cocina tradicional hasta propuestas más innovadoras. Entre ellos destaca el restaurante De Garage (Bib Gourmant de la guía Michelin). En un espacio industrial, con mesas bajas, barra y cocina abierta, en el restaurante podemos comer desde unas buenas carrilleras, hasta un excelente steak o vol au vent, un clásico guiso flamenco de pollo, sedoso y muy sabroso. Todo acompañado por las siempre presentes patatas fritas belgas.

A media hora conduciendo de Kortijk, en Otegem, se puede visitar la bodega Lijsternest dirigida por el enólogo Servaas Blockeel y su inconfundible visión del vino, ya que trabaja de forma totalmente autosuficiente, con las variedades de uva que normalmente se desechan en otros viñedos y consiguiendo unos vinos frescos, suaves y aromáticos.
Ostende, en busca del mejor pescado y marisco de la costa belga
La ciudad de Ostende te va a sorprender, y para bien. Esta localidad costera tiene un encanto especial, y el pescado y el marisco son los grandes protagonistas de su gastronomía. Excelente producto fresco directo del mar del Norte, y para degustarlo: tascas marineras, estrellas Michelin o planazos al aire libre. Y para dormir, el impresionante Thermae Palace Hotel, en primera línea de playa. No se puede pedir más.
Si hay un producto que representa a Ostende, ese es el camarón. Este marisco, abundante en las aguas que riegan las enormes playas de la zona, tiene incluso su propio festival, donde los restaurantes de la ciudad compiten por encontrar la mejor croqueta de camarones. Pero si tu visita no coincide con esta orgía croquetera, no hay sitio mejor para probar la cocina más auténtica de Ostende que el restaurante Mosselhuis, a pocos metros de la lonja de pescado (otra visita interesante). Aquí hay que pedir cerveza belga, croqueta de camarones y mejillones con patatas fritas belgas. Un auténtico lujo.

Aproximadamente a media hora, dirigiéndonos hacia la ciudad francesa de Dunkerque, podemos visitar un oficio en vías de extinción que bien merece una visita: la pesca del camarón a caballo. La escena del caballo luchando en las frías aguas del mar del Norte y el pescado fresco que transportar es digna de ver. Todo un arte que merece ser mantenido, pero que, desgraciadamente, corre el grave riesgo de verse sepultado en el olvido, ya que las nuevas generaciones no acaban de interesarse en este arte.

Otra visita que merece la pena es la Oesterput, la granja de ostras, la única en Bélgica en donde se cultiva la auténtica ostra belga y en dónde, tras una interesante explicación de todo el proceso (apasionante) de la ostra, podréis degustarlas con una copa de vino.
Y como colofón final, el restaurante de Willem Hiele en Oudenbourg. Con una estrella Michelin (solo una estrella sabe a poco cuando vives la experiencia que nos propone el chef belga) y una propuesta clara e intensa, Willem nos ofrece una gastronomía directa, sin rodeos, donde el pescado y el fuego, sus dos grandes pasiones, se unen a elaboraciones con el fuerte carácter de su creador.

Platos técnicos, pero sobre todo cargados de intensidad, honestidad y un talento incuestionable. Todo ello en un espacio mágico, en medio de la nada y con vistas a la planicie que abunda en Flandes.
Sin duda, uno de los mejores restaurantes que podemos encontrar, no solo en Flandes, sino en toda Bélgica.
Foto portada: Mikkel Baekgaard