Hace algo más de 6 meses que Willem Hiele cambió la localización de su restaurante, desde su localidad original en Oosduinkerke, al lado de la frontera con Francia y en dónde estuvo establecido cerca de una década, hasta la pequeña localidad de Oudembourg, una pedanía de Ostende.
El nuevo restaurante, diseñado por el artista/arquitecto belga Jacques Moeschal, se ubica en una construcción arquitectónica en los pólderes históricos de The Keignaert: en medio de la nada. Y es que mires por donde mires, desde el Restaurante Willem Hiele solo se ve campo. Era un riesgo que Willem decidió asumir y la apuesta le ha salido redonda. El nuevo emplazamiento le proporciona al restaurante una atmosfera que, unida a la fuerte personalidad del chef, generan una experiencia única que trasciende la gastronomía.

Todo un viaje en torno al fuego y al mar, los dos elementos por los que Hiele se mueve con total comodidad.
Antes de entrar al restaurante y creando un cuadro hermoso e inquietante con el minimalismo arquitectónico del recinto, un fuego arde con intensidad para recibir a los comensales. Todo está envuelto por un aura pasional, íntima y a la vez poderosa transmitida por el carácter del chef. En el menú degustación, compuesto por 10 pases, encontramos todo un relato bien argumentado sobre la cocina de proximidad que practica Willem, platos con fondos intensos, con el fuego siempre presente en las elaboraciones y el mar del Norte en cada uno de ellos.

Los guisantes, acompañados por el famoso espárrago verde flamenco y servidos con colmenillas o el plato de Caballa seca y ahumada son del más alto nivel. Tampoco se quedan atrás otras elaboraciones como la ostra, muy bien acompañada con berberechos y navajas o un espectacular bisque de gambas del mar del Norte, acompañado con una mantequilla de limón y pan de masa fermentada.
Entrar en el universo de Willem es toda una experiencia de la que no querrás salir.