Hoy, 27 de marzo se celebra el Día Mundial del Queso. Este alimento es un básico en la gastronomía internacional, sobre todo de Europa. Un producto tradicional que se trabaja sobre todo en las zonas rurales y que ofrece tantas versiones de aromas, texturas y sabores que muy pocos saben decir que no.
En España se consume, aproximadamente, 7,84 kilos por persona al año. Existen alrededor de 200 variedades distintas en territorio nacional, unos 26 quesos con Denominación de Origen Protegida y dos con Indicación Geográfica Protegida.

Los quesos son saludables y fomentan la sensación de bienestar. Frente a los numerosos bulos que existen, los expertos recomiendan consumir lácteos de manera regular (3 veces al día) y el queso es uno de ellos. También es uno de esos alimentos que, aunque en ocasiones tenga carácter exclusivo, se pueden encontrarse fácilmente en mercados, supermercados, restaurantes o tiendas de alimentación gourmet, entre otros.
Las propiedades del queso
El queso es rico en vitaminas A y D, que ayudan al cuerpo a absorber el calcio y a mantener los huesos y los dientes sanos. Posee prácticamente las mismas propiedades que la leche de la cual procede. Contiene proteínas y grasas, por eso, no se debe abusar: 40 gr. de queso curado o 100 gr. de queso fresco al día son suficientes.
Pero no tienes que renunciar a él para cuidarte. Cuando se empieza una alimentación saludable lo primero que suelen quitarte son los quesos, en especial los curados que son más grasos. Sin embargo, hay variedades que presentan menor porcentaje de grasas, entre ellos el queso fresco.

El queso se obtiene por la maduración de la cuajada de la leche una vez que se elimina el suero. Su grado de curación depende del tipo de producto que se quiera: fresco, cremoso, semicurado o curado. Su elaboración parte de una labor tradicional y artesanal que impulsa al sector primario. Además, la tecnología actual permite la eliminación total de la lactosa, para los intolerantes, así como los completamente desnatados.
Maridaje y formas de usar el queso
El queso es uno de los ingredientes más versátiles que puedes emplear en la elaboración de platos, ya sean dulces, salados, al horno, con pastas, etc. Es también todoterreno, ya que puede servirse a cualquier hora del día: como plato principal, desayuno, merienda, incluso como postre.
El queso es uno de esos maravillosos alimentos que maridan con un amplio abanico de alimentos y bebidas. Con vinos, cavas, cerveza, vermú, té… o agua. Con salmón, miel, mermelada, verduras crudas o frutos secos.
Hay mil formas de usarlo. Y en todas ellas nos encanta. En tablas de queso, como acompañamiento a la carne, fondues, en hamburguesas o en sándwiches, y sobre todo, en forma de tarta de queso.

Los mejores tipos de quesos
Quesos frescos
Se trata de un queso en su forma más joven y pura, amado por su sabor simple pero satisfactorio. No tiene corteza y no está maduro. Su consistencia varía de cremosa y untable, a suave y flexible, a desmenuzable.
Algunos ejemplos son: Mozzarella (elaborado con leche de búfalo), Feta (símbolo de Grecia y hecho con leche de oveja) o el Mascarpone (se suele utilizar más en los postres).

Quesos blandos
Los quesos blandos ofrecen un rico gusto y aroma para los verdaderos entendidos. Apreciados por su delicado sabor y su textura cremosa y mantecosa, literalmente se deshacen en la boca. Se caracterizan por un alto contenido de humedad.
El Brie (cremoso por dentro y recubierto con un moho blanco), el Camembert (estéticamente igual que el anterior pero con un sabor mucho más fuerte) o el Provolone (desde Italia, se suele tomar siempre completamente fundido con tomate y orégano), son algunos tipos.

Quesos semi-duros y duros
Este tipo de quesos pueden conservarse durante mucho tiempo porque tienen un contenido de humedad muy bajo. Se distinguen por sus sabores fuertes y firmes, que se acentúan a medida que maduran. Este proceso suele durar de uno a seis meses. Su textura suele ser firme y ligeramente elástica.
Los más característicos son: el Manchego (símbolo de la cocina española, que se elabora con leche agria y grasa de las ovejas manchegas), el Parmigiano Reggiano (con un sabor fuerte y una maduración mínima de dos años), Gouda (queso holandés mundialmente conocido), o Emmental (uno de los quesos más difíciles de elaborar porque exige un complejo periodo de fermentación).

Quesos azules
Esta categoría incluye todos aquellos quesos que presentan un característico moho azul en la superficie o en el interior, producido por la bacteria Penicillium Roqueforti. Se pueden hacer con leche de vaca, oveja o cabra.
Los ejemplos más característicos son: Gorgonzola (consistencia desmenuzable y blanda), Roquefort (tiene un sabor ácido y salado con una textura rica y cremosa), Cabrales (queso asturiano con D.O.P).
