¡La tarta, la tarta, que llega la tarta! Todo el mundo conoce el ritual, se forma un círculo alrededor, se apagan las luces, se encienden las velas y se hace el silencio… ¡y llega la tarta de cumpleaños!
Como comienza una de las canciones más famosas de Manel, “Aniversari” :
Els llums s’han apagat, han tret el pastís
Aplaudien els pares, els tiets i els amics
Tots alhora, agrupats en un únic crit
¡Que demani un desig, que demani un desig!
No somos del todo conscientes, pero llevamos años perpetuando felizmente este peculiar acto que podría decirse sagrado. Es un momento mágico, de alegría, unión, solemnidad y emoción con el que todos estamos de acuerdo. Pasan los años y los cumpleaños no pierden su encanto y es que vienen de tradiciones milenarias rodeadas de supersticiones y deseos…
¿Alguna vez te has preguntado de dónde surge la tradición de celebrar los cumpleaños con una tarta? Si pensamos en un pastel, rápidamente lo asociaremos a una celebración, no solo de cumpleaños, las tartas ocupan mesas de bodas, comuniones, navidades, aniversarios…
Cuando cocinamos algún plato más especial o preparamos una espléndida mesa llena de diferentes delicias que se salen de la rutina, solemos pensar que se debe a una festividad u homenaje, porque el comer se ha convertido también en un placer, en una forma de disfrute cada vez más presente.

La prosperidad abre una puerta a la búsqueda de nuevas necesidades, esto ya lo vimos en revoluciones como la de mayo del 68, en el momento en que el ser humano alcanza el espacio y el tiempo para el pensamiento, sus deseos o exigencias empiezan a aflorar y para algunos afortunados la vida empieza a ser menos una cuestión de supervivencia y los placeres y la búsqueda de felicidad pasan a un plano de relevancia mayor.
La comida es un bien preciado que desafortunadamente a lo largo de la historia no ha estado siempre al alcance de todos, lo que nos hace valorarla aún más, aunque a veces se nos olvide. Por ello siempre ha sido dentro del imaginario colectivo un símbolo asociado a la celebración.
El origen de un rito
Celebrar cumpleaños es una tradición con más de 5000 años de historia, fueron los egipcios los primeros en hacerlo, pero en sus comienzos formaba parte de un privilegio reservado exclusivamente a los faraones. Sólo se celebraban los nacimientos de los hombres, que también eran los únicos que se registraban, aunque hay constancia de que la reina Cleopatra también celebraba sus cumpleaños. Los egipcios entendían los cumpleaños como una coronación, un ascenso a estar más cerca de convertirse en dios.
Pero la primera constancia que tenemos de una tarta de cumpleaños como símbolo festivo del paso del tiempo, es en la Antigua Grecia, donde se celebraba el cumpleaños de la diosa de la luna Ártemis o Artemisa (Diana en el mundo romano). En honor a ella se hacían altares de ofrendas en el campo en los que se dejaban tortas de miel y harina, que además se adornaban con velas para simbolizar el brillo de la luna, por lo que podría ser este el origen de las velas como concededoras de deseos y símbolo de la buena suerte.

Los romanos adquirieron esta celebración de carácter supersticioso para hacer festivos nacionales los días en que las figuras masculinas de importancia cumplían años. Con el tiempo estas celebraciones se extendieron a las mujeres de familias adineradas.
Durante los primeros cien años del cristianismo, los cumpleaños eran considerados una celebración pagana con la que la Iglesia no estaba muy de acuerdo. Hasta que alrededor del siglo IV los cristianos comenzaron a celebrar el cumpleaños de Jesús, lo que conocemos hoy como la celebración de la Navidad.
Una celebración alemana
¿Has oído hablar de la Kinderfeste? Es una celebración popular alemana del siglo XVIII que se asemeja a las fiestas de cumpleaños de hoy.
La celebración comenzaba por la mañana y los niños y niñas alemanes recibían una tarta con velas, cada una de ellas representaba un año de vida y a estas se les sumaba una más como deseo de que el niño viviese un año más, estas velas recibían el nombre de “luz de vida” y también se pedía un deseo al soplarlas.
La razón por la que esta costumbre no se hizo popular hasta la revolución industrial era el alto coste de los ingredientes para hacer tartas. Con la revolución industrial y la difusión de mayor número de materiales y bienes, las tartas se hicieron más accesibles para las clases populares.
No se hizo típico escribir en las tartas “feliz cumpleaños” hasta principios del siglo XX, cuando se popularizó la canción.
Las tartas más clásicas de nuestro país
Ya sabemos que celebrar el cumpleaños con una tarta es una tradición que se ha extendido mundialmente, desde el siglo XIX, especialmente en los países occidentalizados. Y a pesar de que el “rito” a seguir es muy similar entre todos estos países, cada cultura tiene su propia lista de pasteles clásicos que triunfan. Y el recetario popular de tartas típicamente españolas es más que amplio, tartas que nos han acompañado en momentos de infancia, las tartas de nuestras abuelas, las que sobreviven generación tras generación, alguna seguro que te sonará:

- Tarta San Marcos, quizás el nombre no te suene tanto, pero la habrás visto en los escaparates de las pastelerías o en celebraciones, es más, probablemente la hayas probado alguna vez en tu vida. Esta tarta se compone de varios pisos de bizcocho esponjoso bañado en almíbar, suele ir rellena de nata, trufa y crema pastelera. Se recubre de yema tostada en la parte superior y de nata por los laterales a la que se añaden cubitos de almendra crocanti.
- Tarta de San Prudencio, patrón de Vitoria. Cada 28 de abril, con motivo de la celebración de sus fiestas, las vitrinas de la ciudad se llenan de estas tartas. A finales de los años 70, los pasteleros vitorianos se reunieron para encontrar un postre que hiciera honor al patrón de la ciudad. Es una tarta de dos pisos rellena de nata y chocolate, su característica más singular es que el bizcocho se humedece con cava.
- Tarta Larpeira Gallega, es el postre tradicional gallego de las fiestas de San Xoán, que celebra el inicio del verano y con él, la temporada de fiestas y romerías. Es un brioche plano y redondo que se acompaña con crema pastelera y a veces se decora con fruta confitada, como cerezas rojas.
- Tarta de la abuela, uno de los clásicos más populares, que reina en las celebraciones familiares, sobre todo en cumpleaños infantiles, pues es un acierto asegurado y no hay niño que se resista a una tarta hecha a base de capas de galletas, crema y chocolate.
Después de este dulce repaso, estoy segura de que no te vas a poder resistir a ponerte manos a la obra con una de estas tartas, pero no solo para comerte una, sino para hacerla. No se me ocurre un plan mejor para desconectar, ¡una actividad de mindfulness total!