La receta tradicional de Torrijas con un toque de naranja resulta deliciosa y sorprendente. Con las indicaciones de Clara Villalón y Naranjas Torres, vas a triunfar esta Semana Santa con esta versión cítrica de tus torrijas.

La receta tradicional de Torrijas con un toque de naranja resulta deliciosa y sorprendente. Con las indicaciones de Clara Villalón y Naranjas Torres, vas a triunfar esta Semana Santa con esta versión cítrica de tus torrijas.
Las torrijas son uno de los platos más populares a lo largo y ancho de toda la geografía española. Desde la Edad Media, el gran aporte calórico de este manjar preparado a base de pan se utilizaba para dar energía a los enfermos; sobre todo, a las mujeres que acababan de dar a luz. Ahora bien, no se popularizó como uno de los ingredientes de la Semana Santa hasta el siglo XIX. Quizá por darle un toque de color a esas fechas de abstinencia.
Las torrijas, que forman parte de las recetas de aprovechamiento de las mesas más humildes, hoy se han convertido en uno de los postres más apreciados en restaurantes de alta cocina. Aunque si lo que queremos es conseguir el sabor más original y tradicional de este dulce, hay ciertos pasos en los que no podemos fallar al seguir la receta de las torrijas.
El pan es la base y el ingrediente principal de una torrija. Tradicionalmente, se hacía con el pan que sobraba del día anterior, porque era denso y con buena miga. He aquí una de las claves: escoger el mejor pan. Lo que queremos es que el pan absorba bien la leche o el vino, por lo que el mejor pan es el de hogaza de pueblo, el de toda la vida. Además, lo mejor es cortarlo en rebanadas gorditas, que empape.
Debemos descartar panes muy fermentados como, por ejemplo, el pan de chapata; ya que no absorbe bien los líquidos y no tiene demasiada miga. Ni que decir tiene que cuanto mayor sea la calidad de la rebanada, mejor nos sabrán nuestras torrijas. Un pan bueno, consistente y sabroso, cortado en rebanadas anchas es una apuesta segura para conseguir las mejores torrijas.
Las torrijas generalmente se remojan con leche; aunque también puede hacerse con vino o con almíbar. Pero el consejo no cambia, empapemos las torrijas con lo que las empapemos, el líquido debe estar caliente para que se absorba mejor.
En el caso de la leche, lo ideal sería utilizar leche entera que da más sabor y consistencia a la rebanada de pan. Ponemos a hervir la leche, añadiéndole el toque que más nos guste, como por ejemplo azúcar y ralladura de naranja. Cuando llegue al punto de ebullición, la dejamos 5 o 6 minutos infusionando.
Después, con la leche todavía a una temperatura alta, vamos metiendo las rebanadas de pan. Es importante no introducir todos los trozos a la vez y vigilar que el pan no se deshaga. Una vez realizado este procedimiento, dejamos las torrijas reposar al menos 4 o 5 horas antes de freírlas. En este tiempo, veremos como el pan se va hinchando y absorbe toda la leche.
En ningún caso debemos enharinar el pan de la torrija, ya impregnada de leche, vino o almíbar. Si lo que queremos es que la torrija no se deshaga durante la fritura, podemos pasarla por huevo por los dos lados, siguiendo el modo tradicional.
Por cierto, al freír las torrijas en aceite es importante que no elijamos un aceite demasiado intenso o sabroso. Un aceite potente eclipsará los ingredientes que anteriormente hemos seleccionado. La fritura es rápida, tener las torrijas mucho tiempo en el fuego es un error y hay que estar mu atentos para que no se quemen.
Cuando más suaves, aromáticas y melosas están las torrijas es todavía calientes, recién hechas. Para terminarlas y servirlas, solo basta con espolvorear un poco de azúcar y canela por encima y a disfrutar. Si nos apetece jugar con los contrastes frío-calor, podemos poner una bola de helado acompañando la torrija. Pero, cuidado, los helados de fruta no le quedan muy bien.
A pesar de que están más ricas recién hechas, no podemos olvidar que ls torrijas son un alimento de un gran aporte calórico del que no conviene abusar. Si no nos comemos todas de una sentada, las podemos guardar hasta tres días, por su alto contenido en grasa. Cuando las queramos volver a comer, las pasamos por el horno para darles el toque de calor y a seguir disfrutando.
Aunque en España atribuyamos este dulce a una festividad tan señalada como la Semana Santa, no es para nada un invento 100% español. En muchos lugares encontramos elaboraciones que consisten en un pedazo de pan bañado en leche, rebozado en huevo y frito. Concretamente, en nuestro país hay una gran variedad de lo que comúnmente conocemos como torrijas desde las tostadas cántabras, a las torrades de Santa Teresa catalanas a las torrijas castellanas. Cruzando las fronteras también hay postres similares como el pain perdu de los franceses, los Arme Ritter de Alemania o las fatias douradas de Portugal.
El origen de esta receta se remonta al siglo V, siendo Apicio quien la incluyó en su recetario de elaboraciones latinas. En los siglos posteriores se empezó a conocer por toda la Europa Medieval con diferentes nombres y matices. En España, fue Juan del Encina en encargado de documentar dicho dulce con el nombre “torreja” en un villancico de su Cancionero. Este intento de postre era indicado como un aporte de energía para que las mujeres que recién habían dado a luz se recuperasen y produjeran más leche para alimentar a sus hijos.
El paso de torreja a torrija se debe a Francisco Martínez Montiño, que en 1591 incluyó este término asociado a la receta tradicional de la torrija en el libro Arte de cozina. El nombre proviene del latín torrere que significa tostado.
La vinculación del postre con la festividad religiosa no se debe a otra cosa que a la mera coincidencia. Con el paso de los años los productos con los que se elaboraban las torrijas eran accesibles para todos los bolsillos y como consecuencia ya no resultaba un bocado tan excepcional como para llevar a las mujeres o para inaugurar un convite.
Existen muchas explicaciones sobre por qué las comemos en estas fechas, la más extendida es que era una manera de aprovechar la excedencia de pan causada por la prohibición de la carne durante la cuaresma y al mismo tiempo, se quería encontrar un un alimento dulce cuyos ingredientes sí estuvieran permitidos por las leyes eclesiásticas de la abstinencia.
Aunque debido a su sencillez, parezca un plato que no acepta demasiadas variantes, muchos chefs y maestros pasteleros han innovado sobre esta receta utilizando las técnicas más avanzadas de la alta cocina.
En este sentido, el pastelero José Fernández-Ramos, desde la pastelería Nunos, ha ido de nuevo más allá en el terreno de este postre y este año ha elaborado una colección de torrijas cuyo elemento diferenciador es el uso de distintos tipos de “leche” como la bebida de soja, de avena, de arroz, de almendras o de coco.
Así ha nacido la Colección de Torrijas 2021 “Torrijas de distintas leches”, que consta de siete torrijas diferentes, elaboradas de forma totalmente artesanal. Fernández-Ramos afirma que “Utilizando estos tipos de leche conseguimos torrijas exentas de lactosa y con más fibra, ya que se trata de leches de cereales”, asegura el pastelero.
Respetando siempre a tradición de la elaboración y el sabor característico, la colección da como resultado siete bocados que, en palabras del creador “resucitarán los paladares antes del tercer día”. Entre estas destacan:
Llevamos un año esperando este momento. Se abre la temporada de torrijas y te contamos dónde probar las mejores de Madrid. Las pastelerías están en plena producción, pero también vamos a descubrir los restaurantes donde este dulce es la estrella de la carta de postres.
Hasta el 7 de abril podrás comprar las torrijas de MadreAmiga con el pan y la receta infalible de Begoña San Pedro y su equipo: pan de torrija de masa madre, mantequilla francesa, leche, azúcar, canela, aceite de girasol, naranja y limón. Bien empapadas, con un grosor perfecto y sin excesivo dulzor. Si te animas a hacerlas en casa, llévate el pan y consulta la receta en su web. También puedes pedir tus torrijas por UberEats y te llegan perfectas. Así de fácil.
«Si nuestro producto estrella es el Roscón de Reyes, pues hagamos una torrija elaborada con esa misma masa». Eso pensaron Javier Cocheteux, padre e hijo, los ‘javieres’ de Pan Delirio, y se pusieron manos a la obra. Su torrija se baña por lo menos una noche en leche infusionada con cáscara de limón, miel, canela y vainilla, para que al día siguiente hayan bebido tanta leche que, prácticamente, se conviertan en una crema”, explican los autores. Se rebozan por huevo por todas sus caras, y una vez horneadas se espolvorean con la típica mezcla de azúcar con canela molida. Puedes comprarlas y degustar en su cafetería instalada en el Gourmet Experience de El Corte Inglés de Castellana, y reservarlas en los obradores de Juan Bravo 21 y Profesor Waksman 8.
Ana Guerrero nos relata la sencillez de las torrijas del Horno San Onofre, la pastelería familiar que lleva endulzándonos la vida en sus locales del centro de Madrid: «pan de harina de trigo amantequillado y azucarado, muy esponjoso, bañado en leche templada, o en vino, infusionada con pieles de limón, azúcar y canela. Rebozada en huevo y escaldada en aceite de oliva virgen extra (de la cooperativa de las almazaras de la Subbética) con un final volteado de azúcar y canela». Pura tradición. ¿Y el secreto de una buena torrija? «Que sea muy jugosa».
Atentos a la torrija de Ricardo Vélez, de Moulin Chocolat. Se elabora con una masa de brioche horneada en molde cilíndrico, que se corta en diagonal para extraer exactamente tres rebanadas del bollo. Durante una noche entera, ese brioche se cala con nata, leche ecológica, azúcar Circa, canela, limón, vainilla y yema de huevo, una mezcla que da como resultado una especie de crema inglesa en la que se infusionan las rebanadas sin hervir. Al día siguiente se hornean a fuego vivo a 220 grados, durante pocos minutos, para que esa crema líquida se quede como una semi-natilla dentro del propio pan de brioche. Una vez frías se rebozan en canela de Ceilán y azúcar de caña. Una delicia.
En Pastelería Mallorca tienen la torrija más original de la temporada. Una idea de los hermanos Moreno junto al chef Nino Redruello que está levantando pasiones: la torrija de trufa negra. Hecha con pan brioche empapada en leche inficionada, rematada con una crema de chocolate blanco y trufa y antes de servir, se ralla se ralla trufa negra por encima. . Si prefieres las clásicas, también las tienes en las pastelerías (con 12 tiendas en Madrid: Bravo Murillo, 7; Velázquez, 59; Génova, 12) y venta online.
¿Qué ha hecho esta vez José Fernández, maestro pastelero de Nunos? Esa es la pregunta que nos hacemos cada Semana Santa porque sus torrijas son siempre rompedoras. La nueva ‘colección’ de Torrijas de distintas leches presenta siete elaboraciones dulces con leche de soja, limón y hierbabuena o la de pan de centeno y avena bañada en leche de avena y rematada con muesli y miel, entre otras.
Lidia del Vall, repostera del Hotel Wellington de Madrid, es la ganadora del Concurso de Las Mejores Torrijas de Restauración de Madrid organizado por ACYRE (Asociación de cocineros y reposteros de Madrid). Y lo es por partida doble porque se alzó con el premio en las dos categorías: tradicional (en la imagen) e innovación. Ella misma elabora el pan de brioche que empapa en una infusión de leche de Madrid, nata, corteza de cítricos y anís de Chinchón. Para la torrija de innovación, se inspiró en un día de feria y a su pan artesano añadió leche ahumada, bourbon, vainilla, haba tonka, azúcar y azúcar moscovado, canela, gelatina de miel, puré de manzana verde, avellanas garrapiñadas, nube de algodón e hinojo que cultivan en el huerto de la azotea del hotel. Puedes probar estas torrijas en espacios gastronómicos de este hotel de lujo (el hall, el Bar Inglés, la Terraza y el brunch dominical) durante la Semana Santa… y algunos días más.
No hace falta esperar a la Semana Santa porque en Taberna Arzábal la torrija es un fijo imposible de eliminar de la carta. Su fama es más que merecida. Está buenísima. Utilizan leche de oveja latxa (también para sus archiconocidas croquetas) infusionada con azúcar, peladuras de naranja y limón y una rama de canela. Una vez templada añaden huevos y en ese ponche se remojan las torrijas. Se terminan en una sartén donde preparan un caramelo con el que se envuelve la torrija. «Hacemos movimientos circulares para que se haga un tofe y ya tenemos las torrijas», explican Iván y Álvaro. Se acompaña con helado de vainilla… ¡y a disfrutar!. En Taberna Arzábal de Retiro y del Museo Reina Sofía y en su delivery.
Si te enamoró su croqueta, la torrija de Santerra llega dispuesta a robarte el corazón. Miguel Carretero hace un guiño a esta tradición de Semana Santa e incluye en su propuesta de La Barra Fina de Santerra y delivery una torrija especial que lleva su sello. Una torrija de pan brioche acompañada de helado de romero. Ve cuanto antes porque solo está disponible hasta el próximo domingo 4 de abril.
Una de las tabernas con más solera de Madrid, Casa Alberto, nos invita a probar las torrijas clásicas en Semana Santa. Su cocinero, José Abad, que también quedó finalista en el concurso de ACYRE, las prepara de la forma más tradicional y sencilla, eso sí, utiliza pan candeal y el resultado es excelente. Se acompaña de helado de arroz con leche o una ligera espuma de canela. Un postre que compite en la carta con otro muy madrileño, la leche frita. Si estos días estás por el Barrio de Las Letras, entra a tomar su famoso vermú de grifo y acompáñalo con una torrija.
La torrija de Latasia es otra de las que puede presumir de ser la mejor del Madrid, aunque en una edición anterior del concurso. Es una auténtica delicia y ¡tan golosa! Esta torrija se empapa con una leche infusionada con vainilla, con un sabor y aroma muy delicado, se caramelizan en una sartén y se acompaña de un crumble y helado de caramelo a la sal.