Tailandia

Tailandia, el gran mercado

El exotismo de los paisajes y su gente, la riqueza cultural y la diversidad gastronómica tailandesa nos sorprende… y hasta nos seduce y cautiva.

Joaquín del Palacio05/02/2020

Nada hacía presagiar que tras el aterrizaje y la salida en coche, tras el correspondiente atasco típico de gran ciudad, que la llegada a Ayutthaya fuera placentera. Según se cruza el umbral de la ciudad el pasado tranquilo, repleto de templos y paisajes exóticos, te aborda.

Paz espiritual

El gran río Chao Praya, unido a otros dos, forma una isla fluvial en la que se asienta Ayutthaya. Un foso natural, una muralla líquida que la protegió. Ríos convertidos en avenidas por las que todo circula, canales que son calles. El agua transmite paz. El ritmo de la vida se ralentiza y empieza el viaje pausado en crucero por el río que permite acceder a los templos, ya que históricamente era la principal vía de comunicación y todos los templos tienen puerta al río y los canales.

Además del barco otro de los medios de transporte en Ayutthaya son los elefantes.

Tráfico de elefantes en AyutthayaTráfico de elefantes en Ayutthaya

Miscelánea metropolitana

El mismo río que baña la histórica Ayutthaya atraviesa Bangkok pero aquí todo cambia, las calles encajadas entre rascacielos acogen un variopinto gentío y multitud de vehículos que parece mentira que no choquen. Algunas calles están repletas de puestos de comida en los que repostar nuestro cuerpo a gusto… Y encontrar desde insectos, que por cierto están riquísimos, hasta platos de lujo y recomendados por la Guía Michelín de Tailandia, por algo será. Y claro, ocurre en parte porque el tailandés valora mucho la comida y aunque nos parezca extraño comer en la calle, allí es muy habitual hacerlo, y los profesionales de la cocina lo cuidan mucho ofreciendo una gran calidad.

Barco arrocero.ThanathareeBarco arrocero.Thanatharee

Puestos y repuestos

La gran diversidad de restaurantes se debe a la riqueza de sus mercados. Incluso existe uno español, especializado en paella, llevado por Fernando Chatilla en el mercado de Chatuchak. Este mercado es como una ciudad con miles de personas entrando, comprando y saliendo de sus 15.000 puestos distribuidos en 14 Ha. Aquí venden de todo, incluso, cosas que no se conocen en nuestro mundo occidental.

Los mercados flotantes son otro gran atractivo de Tailandia. Aunque existen varios, a unos 100 km al este de la capital, se encuentran dos muy interesantes: Damnoen Saduak y Amphawa. Los puestos navegan en canoas por los canales ofreciendo productos gastronómicos o platos preparados.

El más espectacular de todos es el mercado del Tren en Mae Klong. Los puestos se distribuyen a lo largo de la vía y como en un truco de magia se repliegan todos al llegar el convoy que pasa a centímetros del público y los tenderetes. Y como por arte de birlibirloque, tras el último vagón, el mercado aparece con todo su ambiente.

Mercado flotanteMercado flotante

Placer para el alma

El amable trato tailandés unido a algunos otros elementos como la gastronomía, los masajes o los buenos hoteles constituyen la base del lujo asiático.

La exótica imagen de Phuket es sugerente pero cualquier vivencia allí supera con mucho a la ficción. Sus hoteles son palacios para turistas y algunos restaurantes como el Ruen Thai preparan platos de lujo “asequible” como su plato de langosta que recomienda la Guía Michelín. Está entre los mejores restaurantes de Tailandia.

Las playas de Phuket son preciosas con sus aguas azules, las arenas blancas y la vegetación llegando hasta el mar recuerdan al paraíso en el que se sitúan los mejores hoteles y resorts. Lugares ideales para ser feliz.

Mercado de Mae Klong, en las vías del trenMercado de Mae Klong, en las vías del tren

No te puedes perder:

  • El hotel Rosewood de Bangkok. Un oasis de paz y lujo accesible en el centro de la metrópoli.
  • Recorrer Ayyutthaya tranquilamente en barco.
  • Visitar el famoso mercado de Mae Klong, el mercado del tren. Quitan y ponen los puestos sobre las vías. También son espectaculares los mercados flotantes.
  • Cenar al atardecer en el restaurante Vértigo en la última planta del hotel Banyan Tree. Para darle placer a los sentidos.