Muchos milenios antes de que los árabes eligieran el lugar idóneo para situar su maravilla, el palacio de la Alhambra, los ríos se habían encargado de erosionar el terreno y preparar un lugar estratégico. El Genil, que baja desde Sierra Nevada, pasa por terrenos calizos y arrastra piedras blancas; el Darro erosiona pizarras metamórficas y lleva piedras negras. Aquel paisaje, que siempre fue bonito, era en blanco y negro hasta que los árabes le dieron otros colores. Lo pintaron. Los aromas del arrayán, los sonidos del agua y el gusto de la más bella decoración también llegó con ellos. Con esos ingredientes y una sucesión, muy peculiar, de sucesos sucedidos sucesivamente se erigió la Alhambra de Granada.
En el recinto de la Alhambra no se encuentran solamente los Palacios Nazaríes, sino que también está allí dentro el Palacio Renacentista de Carlos I y, al lado, hay una iglesia; la alcazaba con la famosa Torre de la Vela, los jardines, el Palacio del Generalife y muchos otros edificios, entre los que destaca el Alhambra Palace, un hotel construido hace poco más de un siglo también dentro del recinto. Éste es un palacio hecho para que todos podamos sentir lo que aquellos príncipes musulmanes vivieron en aquel paraíso. La estética exterior es impresionante, con su color ocre, sus almenas, la torre y la cúpula semiesférica. Desde la distancia, en la Vega de Granada se luce magnífico, encumbrado en lo alto del recinto de la Alhambra y emergiendo entre los árboles del bosque, lo que le infiere magia y encanto.
El interior del Hotel Alhambra Palace es otro mundo, su única comparación es su nombre: Palacio de la Alhambra. Nada hay como el lugar donde se alojan los personajes más importantes de la política y la economía, del cine y de la literartura, etc. Aquí se alojan las personas más importantes del mundo cuando visitan Granada. Es Patrimonio de la Unesco pero, sobre todo, es patrimonio del placer y el sentido del buen gusto.
Granada es única, preciosa, encantadora… Todo lo bueno le vale a esta ciudad. Sus monumentos y sus barrios tienen poder de atracción, los bares y el ambiente de sus calles hace que te sientas como en casa. Es una ciudad viva y vivida, llena de humanidad. Una granada que, en cada grano tiene un color, y cada color una historia, y cada una de estas historias emociona.
El Sacromonte es un lugar oculto en sus cuevas y, a pesar de ello, iluminado porque tiene «duende». El flamenco y las vistas desde allí son tan sagradas como el propio nombre. Es imposible caminar por sus calles sin acompasar los pasos y sentir que algo late. Cenar en sus cuevas, dentro de la Tierra, sintiendo cantaores y bailaoras interpretar el flamenco, es toda una experiencia. La Granada blanca del Albaycín y la de colores de sus cármenes que huelen a jazmín, a arrayán… Sus aljibes conservan como oro en paño, reposando por los siglos de los siglos, el líquido adorado por los árabes, el agua, sin ella no existiría Granada. Desde el mirador junto a la iglesia de San Nicolás se ven los más intensos ocasos y las albas más claras con la Alhambra aquí y Sierra Nevada allá.
La tecnología hace que las visitas de estos barrios sean muy cómodas y las cuestas y las rampas pierdan su inclinación y se hagan planas. No hay mejor modo para conocer la ciudad. Una visita urbana en segway será un recuerdo imborrable, pero más importante que eso aún será la experiencia vivida en Granada, será inolvidable, porque uno sale con la sensación de haber conocido un nuevo medio de transporte urbano con mucho futuro y, sobre todo, habrá conocido la ciudad desde un punto de vista diferente y sin inmutarse. Para Javi y Manu, los monitores, la seguridad es lo principal y lo demuestran, te hacen sentir agusto y disfrutar. ¡Si Boabdil hubiese tenido un segway no se habría ido de Granada!
Después de haber recorrido los rincones más atractivos de Granada y haber comido de maravilla, regresé a través del bosque al Alhambra Palace a descansar sentado en uno de sus preciosos salones, decorados igual que los palacios árabes. ¡Qué bonito es este hotel! Caí rendido mirando aquella preciosa decoración y sesteé tranquilamente imaginando que en aquellos salones…