Las Jornadas Mundiales de la Juventud están consideradas como uno de los eventos globales de mayor relevancia; en pocas ocasiones un millón y medio de personas, de todos los continentes, viajan a otro país a la vez. Algunos, con poca visión, lo consideran un gasto innecesario, otros sin embargo ven la realidad: es una importante inyección económica y mediática para el país de acogida, un privilegio que se disputan todos los países y que en esta ocasión ha recaído en España por expreso deseo del actual Papa Benedicto XVI.
Este tipo de encuentros, en lo gastronómico, se resolvían hasta ahora con carpas en las que se dispensaba comida que suministraban empresas de catering. Sin embargo, en esta ocasión la Conferencia Episcopal ha encargado a Fehrcarem, la Federación de Restaurantes de Madrid, la coordinación de unos acuerdos para que los restaurantes, hoteles, cafeterías, bares y establecimientos de comida rápida ofrezcan precios especiales en lo que denominan el «Menú del Peregrino«, un acuerdo apoyado por Cheques Gourmet y La Viña con el que se hará frente a la demanda, estimada en seis millones de raciones, necesaria para atender las necesidades de los participantes.
El Menú del Peregrino cuenta con precios especiales NO UNIFICADOS, fijados según el local. Riofrío, por ejemplo, una cafeteria y restaurante emblemática de la capital situada en plena plaza de Colón, donde se ha celebrado la misa en honor de Juan Pablo II, tiene un menú de 6,5 euros que cuenta con cuatro alternativas para primer plato,segundo y postre, donde no faltan verduras, pasta, gazpachos, pollo, escalopines o tortilla de patata. Igualmente, el Hotel Palace ha preparado un menú sandwich del que ha vendido 6000 unidades… Obviamente el Papa no comerá en ninguno de esos establecimientos, lo hará, como en cada uno de sus viajes, en las dependencias de la Nunciatura.
No obstante, sí tomará un menú realizado por la Escuela de Hostelería de Alcorcón con motivo del 75º cumpleaños del cardenal Rouco Varela, un almuerzo que se realizará en las propias dependencias del cardenal y que consiste en unos aperitivos variados con aceitunas, ibéricos y quesos; corazón de alcachofa con salsa holandesa; salmorejo con huevo de codorniz y jamón ibérico sin ajo, porque al Papa no le sienta bien; solomillo de ternera con compota de cebolla, puré de patatas y verdura salteada y, de postre, helado de limón con salsa de bayas de enebro. También habrá algunos dulces madriléños como los pestiños, las tejas y las mini rosquillas. Las yemas, que tanto gustan al Papa, las han preparado monjas de Ávila, mientras que otra congregación de Torremolinos se ha encargado de coser a mano los manteles y servilletas, realizados en hilo con el escudo del Vaticano. A esta comida asistirán veinte personas.
Este almuerzo ha generado bastante polémica, ya que Rouco Varela encargó el menú con la premisa de que no hubiera «nada de espumas, sifones y cosas raras: a la gente mayor nos gusta saber que estamos comiendo«, unas declaraciones que no han gustado a los chefs más conocidos de nuestro país, ya que consideran que si la comida española es conocida en el mundo es gracias a las innovaciones que de la cocina tradicional se han realizado, algunos como Dani García se ha mostrado realmente molesto, «porque la cocina creativa no son cosas raras«.
El papa es abstemio, suele comer con zumo de naranja, cena muy poco, le gusta la sopa de sémola que tomaba de niño, adora los cítricos, desde los helados y sorbetes a la fruta tomada en zumo o fresca, come muy poco y disfruta aún menos de la sobremesa. La comida le parece un trámite y le encanta el dulce, pero lo toma con mucha moderación, además de que casi no come carne. De la cocina española valora la paella, las sopas frías poco especiadas, la tortilla de patata y los mariscos. En su último viaje a España descubrió la horchata, que toma con frecuencia desde entonces.