Es una maravilla admirar como toda una zona vive y siente un cultivo como la cereza, y como además han hecho de ese cultivo y de su entorno su forma de vivir, también gracias a que supone un auténtico reclamo turístico en el que todos participan muy cohesionados, tanto para su explotación como para su difusión a través del Consejo Regulador de su Denominación de Origen Valle del Jerte. Bien es cierto que los cerezos, tanto con su bellisíma floración en marzo (aproximadamente) como en la época que dan frutos entre junio y casi agosto, son de una enorme belleza. Es precisamente la cereza, la fruta más reproducida en joyería por su atractivo estético. Además, a ello hay que sumar que todo el entorno natural del Valle del Jerte es magnífico, con bancales, frondosos bosques, cascadas, ríos… a uno casi se le olvida que está en Extremadura.
Proponemos un viaje de fin de semana largo, tres días: salir el jueves por la tarde, disfrutar del viernes, sábado y domingo, saliendo después de comer y, como todo viaje al Valle del Jerte pasa por conocer lo imprescindible sobre las picotas, lo primero que tendremos que tener en cuenta es que la Denominación de Origen del Valle del Jerte tiene que tener unas características de de calidad (ser jugosa, crujiente, sana y fresca), y también debe haber nacido en los terrenos del Valle del Jerte, la Comarca de la Vera y el Ambroz.
¿Qué diferencia una picota de una cereza?
La picota se recoge cuando está ya en su perfecto estado de maduración, y por lo tanto se desprende de forma natural, quedándose el rabillo en la rama, mientras que algunas cerezas que intentan hacer pasar por picotas desprendiendo los rabillos dejan herida en el fruto, algo que nunca se ve en una picota, que a su vez es mas jugosa, crujiente y dulce.
¿Qué tipos de cerezas hay bajo la denominación de Cerezas del Valle del Jerte?
Hay una cereza con rabito que se llema Navalinda, y diferentes tipos de cerezas que se recogen sin rabito que se llaman «picotas» y que tienen diferentes variedades: Ambrunés, Pico negro, Pico Limón negro y Pico colorado
Gran parte del viaje al «universo» Jerte gira en torno a las cerezas, por ello, visitamos La finca La Miranda, donde se están recogiendo las picotas, de las cuales existen 103 variedades, aunque sólo se comercializan 30 ó 35, y el Consejo Regulador sólo garantiza cinco de ellas. Hablamos con el dueño de la explotación, Fernando López Alonso, que tiene más de diez mil árboles entre sus dos fincas. Las cerezas y picotas se recogen a mano, tarea que realizan normalmente los hombres, subiéndose a una escalera a cada uno de los árboles, que estan recortados para que no se hagan tan grandes y poder recoger los frutos con más facilidad. Cada árbol se tarda en cosechar una hora, participando cuatro o cinco personas, y viene a producir cien kilos. Por otra parte, la clasificación del fruto por tamaños y el descarte de piezas no aptas para la venta, la hacen las mujeres. La cosecha se realiza durante todo el verano, ya que hay diferentes variedades más tardías, además cada árbol no ofrece sus frutos a la vez, y por ello hay que cosechar en diferentes etapas. Las primeras cooperativas proceden de 1938, y ahora en cuatro empresas se reunen 38.000 productores. «Todo el mundo que vive aquí de una forma u otra tiene que ver con los cerezos, estás todo el año pendiente de los árboles, pero al menos te permite vivir con tranquilidad» -nos dice Fernando.
Aunque no hay visitas de público (algo que debiera cambiarse porque es muy interesante), visitamos también una cooperativa en la que se recepcionan las cerezas que cosechan los agricultores, y se distribuyen a diferentes zonas comerciales e incluso otros paises: como Inglaterra, Italia, Bélgica… En España las de menor tamaño van a las grandes superficies tipo Carrefour, Eroski o Mercadona, mientras que las mejores se exportan o se venden a restaurantes u otro tipo de establecimientos.
Rutas en coche: Los pueblos
Todos los pueblos tienen su encanto, la llegada por Ávila es la más bella porque desde Tornavacas hay una vista con mirador incluído muy interesante de todo el valle, aunque pueda resultar más cómodo por Plasencia, donde se puede acceder por autovía. Si hacemos la ruta en coche, podemos visitar los pueblos del fondo del Valle, empezando por el Puerto de Tornavacas y el pueblo (donde no te puedes perder la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción) hasta llegar a Jerte, uno de los pueblos más bonitos. El paseo por el puente sobre el río es de gran belleza, y también se pueden visitar la Ermita del Cristo del Amparo del siglo XVIII, la Calleja Los Bueyes, el Centro de Reproducción de Salmónidos y el Centro de Interpretación de Flora y Fauna de la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos. Después llegamos a Cabezuela del Valle, donde esta ubicado el Museo de la Cereza y la Iglesia de San Miguel Arcángel del siglo XVI y XVIII, y finalmente Navaconcejo, donde se ubica el mirador El Cerrillo, Cascadas y Gargantas Nogaledas, y la Ermita de San Jorge del siglo XII.
Otra ruta sería por los pueblos de montaña desde la nacional 110, desvio hacia Valdastillas, donde se puede visitar la Iglesia de Santa María de Gracia del siglo XVI, en el km. 382 junto a una gasolinera. De allí a Piornal, donde se puede ver la Cascada del Caozo: impresionante, igual que el Charco del Caderón, la Plaza del Ayuntamiento y la Iglesia de San Juan Bautista. A continuación llegamos a Barrado, con su Iglesia Parroquial de San Sebastían del siglo XVI, Cabrero, con su Iglesia de San Miguel que no debemos dejar de ver , Casas del Castañar, que alberga el Espacio Morán de Arte Contemporáneo: un bello museo con esculturas al aire libre que se exponen en armonía con el entorno, algunas de ellas en un singular edificio que es una cúpula bioclimática, el Museo Etnográfico, la zona de Castaños, la Ermita del Cristo del Humillaero del siglo XVIII. Desde Torno se pueden contemplar vistas al valle y unas impresionantes esculturas de la guerra civil.
Un par de ellas fueron tiroteadas días después de su instalación y así se han quedado por expreso deseo del artísta, como demostración de que la violencia no es exclusiva de las guerras. También aquí encontramos las chozas de piedra en las Vaquerizas y la Iglesia de la Virgen de la Piedad del siglo XVI y XVII, y finalmente Rebollar, con una interesante Iglesia de Santa Catalina del siglo XVII y las Casas del Canchal. Otro camino muy bonito es el que lleva del Valle del Jerte a La Vera: se inicia el recorrido en el cruce de la N-110, tomando el desvío del pueblo de Valdastillas en el km. 382, para llegar a esta población en 3 km, después se llega al Piornal que esta situado a 1175 m de altitud, desde allí podemos ir a Garganta La Olla, con un bello casco antiguo, y también a Pasarón de la Vera, con unas visitas impresiones. La información sobre estos pueblos se puede ver en www.vallecereza.com.
También se pueden realizar actividades de aventura con los árboles en circuitos para todas las edades, atravesando puentes tibetanos, escaleras, tirolinas, saltos de tarzan, redes, túneles y un sinfín de aventuras en las copas de los árboles. Hay que llamar primero y tiene además un acceso complicado, situado entre El Torno y Rebollar. La empresa es Valle del Jerte Parque Aventura: 636 631 182 y 605 047 715.
El Valle está lleno de pequeños hoteles con encanto, casas rurales, campings… todos ellos pueden verse en la web www.vallecereza.com. Hay otras páginas que no son oficiales (aunque por su nombre lo parezcan), y que cobran una comisión por mostrar las casas: hay que tener cuidado. Nosotros visitamos algunos de esos hoteles, para un fin de semana es más operativo un pequeño hotel y hacer las comidas en el mismo o en cualquier de los múltiples restaurantes que hay en la zona, no tener que comprar la comida y cocinar. No todos los hoteles son silenciosos, cuidado con los que están situados al pie de la carretera.
Uno de los mejores restaurantes de la zona es La Garza Real ( www.garzareal.com) en Valdastillas. Su cocinera, Teresa Núñez, realiza una cocina muy honrada y con gran conocimiento de los productos de la tierra: en la carta siempre hay platos preparados con cerezas. Tomamos un menú degustación que comenzó con un Crujiente de manzana con morcilla, con reducción de Pedro Ximénez y cerezas, la morcilla va suavizada con la compota de manzana, muy conseguido. Después tomamos Ensalada de foie, jamón de pato y vinagreta, también probamos un Bacalao confitado con berenjenas, calabacín y cerezas, bien integrado, aunque al bacalao le faltaba un poco de desalación, posteriormente un Solomillito de cerdo con chutney de cerezas, muy rico, aunque el solomillo ligeramente hecho de más, de postre nos quedamos maravillados con el Timbal de Mousse de cereza, en general un menú delicioso, con platos originales y bien preparados.
Posteriormente pudimos hablar con Teresa, que nos comentó que va cambiendo los platos con cereza según las temporadas, y compartió sus secretos: «La clave para cocinar las cerezas es no calentarlas en exceso porque las debilita y pierden el color. Les va bien las carnes de pluma, contrarresta el sabor de la caza y son muy indicadas para la carne de cerdo». Realiza un gazpacho de cereza sin tomate delicioso, así como mermelada de esta misma fruta, que hace con 350 gramos de azúcar y 1 kilo de cerezas, para que tenga su dulzor exacto.
Monasterio de Yuste, visita obligada
Hicimos también una excursión que aconsejo a Cuacos de Yuste, donde esta el Monasterio de Yuste, no dejar de ver otro pueblo muy cercano: Garganta la Olla, con un casco antiguo muy cuidado. El Monasterio es una obra de arte en un entorno privilegiado. En el siglo XV, dos ermitaños anacoretas, Pedro Brañes y Domingo Castellanos, abandonaron la ermita placentina de San Cristóbal para retirarse a un lugar más alejado del mundanal ruido, y decidieron instalarse en la ermita de San Salvador de la Sierra, situada entre las localidades ce Cuacos de Yuste y Garganta la Olla. En 1402, Sancho Martín, vecino de Cuacos, les donaria unas tierras donde se asentó posteriormente el Monasterio de Yuste. Pero fue la decisión de Carlos V de retirarse a vivir sus últimos días allí lo que hizo que el monasterio fuera como es en la actualidad. El rey, enfermo de gota, se retiró el 12 de septiembre de 1556, mandando una carta previa: “Deseo retirarme entre vosotros a acabar la vida, y por eso querría que me labrásedes unos aposentos en San Gerónimo de Yuste, y para lo que fuere menester acudiréis al secretario Juan Vázques de Molina, que él proveera de dineros, para lo cual os envio el modelo de la obra» . El monasterio es de una gran belleza, desde los jardines, con su estanque, a la iglesia en la que se puede visitar el retablo mayor, que comunica por una celosía con el dormitorio del rey (que escuchaba tres misas diarias), donde se puede visitar su dormitorio, la curiosa silla articulada donde leía o la cripta. Además, el Monasterio esta prácticamente en su totalidad adaptado para personas con movilidad reducida.