En la Sierra Oeste de Madrid se extiende una de las cuatro subzonas de la Denominación de Origen Vinos de Madrid, la subzona San Martín de Valdeiglesias. Completan esta subdivisión las subzonas Arganda , Navalcarnero y la de reciente creación El Molar. Esta que nos ocupa (constituida por lo términos municipales de Cadalso de los Vidrios, Cenicientos, San Martín de Valdeiglesias, Pelayos de la Presa, Navas del Rey, Colmenar de Arroyo, Villa del Prado, Rozas de Puerto Real y Chapinería) es probablemente de las zonas vitivinícolas más antiguas de España. Después de la reconquista fue ocupada por órdenes religiosas que construyeron ermitas e iglesias y entorno a estas se fue generando población (Valdeiglesias-Valle de iglesias). Monjes y eremitas trajeron algo que siempre llevaban allá donde iban: plantones de vid y la técnica para elaborar vino. En otras latitudes sería la cebada y cerveza las sustitutas de la vid y el vino.
En esta sierra predomina el granito de forma mayoritaria y los suelos que son propios de él: suelos arenosos (denominados técnicamente franco arenoso). Aunque la Sierra Oeste posee una vegetación de gran belleza suelen ser terrenos muy pobres para la agricultura (los son generalmente todas las sierras). Y aquí es donde entra nuestro cultivo, cultivo poco exigente y al que se dejaban los peores terrenos. Allá donde había terrenos profundos y con reservas de humedad se plantaba el cereal y en aquellos más pobres la vid, el olivo, la higuera y el almendro. Si además estos terrenos tenían poco suelo y con poca capacidad de retener humedad esta vid tenía que ser la garnacha en uva tinta y la albillo real en uva blanca.
Estas son las dos variedades por excelencia en la comarca, mucho más abundante la garnacha que la albillo real, debido a que esta última sufrió más el abandono que se produjo durante los años 90 del pasado siglo. Abandono que en algunos casos fue brutal llegando a la desaparición de casi el 90% en algunas zonas. Es desolador ver fotos aéreas de los años 70 y compararlas con fotos actuales y observar la enorme perdida del patrimonio vitícola. Pero lo sorprendente es ver como en el peor de los momentos es cuando más bodegas han surgido en la zona. Desde finales de los 90 hasta hoy unas 13 bodegas se han instalado en la zona, a lo que hay que sumar las cooperativas ya existentes que llevan apostando tiempo por el vino embotellado frente al granel.

Pero se preguntarán ¿Por qué ocurre esto, que es lo que hace que en una zona donde el viñedo se abandona atraiga a tantas bodegas? La respuesta la da ese terreno pobre y esas variedades de la que hemos hablado. La garnacha da lo mejor de sí en este tipo de medios, con poco suelo, con la roca a flor de piel. Es cuando da vinos con mayor personalidad. Es sorprendente ver a garnachas en laderas sin apenas suelo agarradas literalmente a la roca sobreviviendo y dando fruto, pero eso sí, muy escaso. Gran calidad y poca producción. Si eso al agricultor no se le paga mal asunto.
A pesar de la bajada de precios durante los 90 y esa huida de la gente joven hacia cosas más rentables, hubo gente que fue incapaz de ver perder esos viñedos heredados de sus padres y abuelos y siguieron cultivándolos porque se les removía algo por dentro: ver perder eso que les había dado de comer a ellos, su familia y muchas generaciones anteriores. De ahí el enorme agradecimiento que sentimos muchos de los que nos dedicamos a esto y poseemos bodegas en la zona a estas personas que nos han permitido utilizar esa fantástica materia prima. Nos henos encontrado con cepas de más de 60 años, verdaderas joyas enológicas que sin estas personas (que en general rondan la ochentena) no hubieran existido.

Por otro lado, nos ocurre que está subzona de San Martín de Valdeiglesias no es una isla en la comarca. Nos encontramos en la confluencia de tres provincias: Ávila, Toledo y Madrid que están dentro de sus respectivas comunidades autónomas. En las demás provincias también hay garnacha y albillo y medran sobre suelos graníticos. El clima es el mismo con sus matices. Pero he ahí que una comarca natural la fragmentamos de forma artificial en tres denominaciones de origen: D.O Méntrida, D.O Cebreros y D.O Madrid. Los de Madrid no podemos comprar garnacha a 2 km, en Almorox o Cebreros, pero podemos hacerlo a 130 km, en Arganda con suelos, variedad y clima muy distintos al nuestro. Una D.O no puede basarse en divisiones administrativas sino en razones de clima, suelo, variedades etc. Pero…
Para terminar, les animaría a probar los vinos de esta comarca, nuestras albillos y garnachas con maneras de elaborar muy distintas, lo que a mi parecer enriquece enormemente una región vitícola. Si además se pueden acercar a la zona (Covid mediante) mejor que mejor.
PD: Pueden encontrar información de las bodegas en www.vinosdemadrid.es y www.dopcebreros.com
Foto portada: © dopcebreros