En Valbuena de Duero, dentro y fuera de un grupo de edificios de reciente construcción, se encuentran localizadas las respuestas a las inquietudes e ilusiones de una familia de bodegueros encabezada por su patriarca, Carlos Moro.
Según se accede a la finca, el visitante se encuentra con decenas de hileras de viñas en espaldera, encabezadas cada una de ellas por un pequeño cartel en el que se indica la variedad de la uva cultivada. Ésta, una vez vendimiada, dará el mosto con el que los laboratorios del departamento de I+D desarrollarán las respuestas al complejo problema de encontrar un producto de calidad con valor comercial.
En paralelo con esta línea de continua innovación, la bodega ha desarrollado un complejo enoturístico, el Centro de Interpretación Vinícola EMINA, por el que pasaron más de diecisiete mil visitantes el año pasado. Un recorrido didáctico, en el que mediante grandes ventanales se pueden ver en directo las distintas actividades de la bodega, sin interferir en el trabajo diario de los empleados.
Las oficinas del Grupo Matarromera, una sala de catas, un restaurante gastronómico y un edificio anexo en el que se producen destilados -el único con permiso en Ribera del Duero- completan el complejo.
Es en este último, donde la empresa Conetech Ibérica, a través de su Gerente General, Felipe de Mazarrasa, nos muestra la maquinaria que se utiliza para extraer el alcohol del vino joven de la bodega.
A través de un proceso puramente físico, el vino sufre un proceso de deconstrucción de sus elementos, obteniendo por un lado alcohol, por otro, aromas y finalmente el resto de componentes. Tras este procedimiento, se reconstruye, pero eliminando el alcohol casi en su totalidad.
Conetech da servicio a todo el que quiera contratar sus servicios en estas instalaciones y nos comenta que son bastantes los bodegueros que ya se han interesado por sus servicios. El procedimiento consiste en extraer todo el alcohol de una parte, para después mezclarla con el vino original y así bajar su graduación, método que siempre será mejor que el simple aguado del vino.
Son tres las emulaciones de vino que el grupo Matarromera hace en su bodega de Valbuena de Duero bajo la marca EMINASIN, utilizando este procedimiento: un blanco de verdejo de Rueda, un Rosado de tempranillo de Cigales al que se le añade algo de verdejo y un tinto de Tempranillo de la Ribera
NOTA DE CATA
¿Son vinos? Rotundamente no.
Tonalidad de colores perfectos y ligeros recuerdos a lo que es un vino característico de la uva con que está hecho.
Al descorchar una botella de estos productos, hay que eliminar prejuicios y valorarlos en lo que son:
Con sus taninos antioxidantes, sus antocianos colorantes, sin rastro del alcohol y con un leve recuerdo a sus orígenes enológicos tanto en nariz como en boca, conforman un refresco de agradable sabor que poco tiene que ver con sus hermanos mayores de Matarromera.
Nos comenta Remi Sanz, Director de Comunicación del Grupo, que en pocos días la Bodega sorprenderá con un nuevo producto: un crianza sin alcohol. Veremos en qué acaba esta aventura, si en un fenómeno social como el de la cerveza sin alcohol o en un intento fallido. En cualquier caso, los más de cuatro millones de euros invertidos anualmente en I+D+I por el grupo Matarromera son garantía de su deseo de innovar y conseguir que, quienes ahora no pueden beber vino, tengan pronto una alternativa inofensiva para su salud y agradable para su paladar.