Esta semana se ha celebrado la XIV edición del Salón de los Vinos de Madrid, que se ha demorado año y medio desde la anterior con el fin de hacerlo coincidir en primavera, y que sirva de presentación de las nuevas añadas y de anticipo a las fiestas del 2 de mayo y de San Isidro.
El salón, dirigido a profesionales del vino, la hostelería, prensa y expertos se ubico en «Lasede» del colegio de arquitectos y reunió vinos de 32 bodegas de la Comunidad de Madrid, muchas de las cuáles mostraron sus últimas añadas, incluso algunas bodegas llevaron sus vinos recién sacados de la barrica, aún sin nacer, para mostrar una vez más lo que los últimos tiempos nos vienen contando: los vinos de Madrid tienen entidad y personalidad, además de mucha gente trabajando seriamente para sacar de las cepas madrileñas grandes vinos, cada año mejor hechos.
En el salón tuvieron presencia las tres subzonas de la Denominación. La más numerosa en representación, como es tradicional, fué la subzona de Arganda, donde pudimos encontrar los vinos de El Regajal, con un elegantísimo El Regajal Selección Especial 2011, elaborado con Cabernet Sauvignon, Merlot, Shirah y Tempranillo y un excelente Las Retamas del Regajal 2011, con más base de Tempranillo, acompañándolo de Cabernet Sauvignon, Shirah y Merlot. Bonita imagen de las mariposas en su etiquetado, por algo están sus viñas en una de las más importantes reservas de lepidópteros del mundo, a los pies del mar de Ontígola en Aranjuez. Faltó en la muestra de la bodega su excepcional Galia. Otra bodega representada por la subzona Arganda es Bodegas Tagonius y sus estupendos monovarietales de Merlot 2006 y Shirah 2008 que, como suele ser habitual en estas muestras, estaban a más temperatura de la debida, pero que aún calientes resultaban muy agradables y fáciles de beber, sobre todo el Merlot.
En la mesa de enfrente encontramos a la Bodega y Viñedos Gosalbez Orti, una de las bodegas más orientales de Madrid, geográficamente y también en el sentido Zen, exhiben con orgullo y esfuerzo la bandera ecológica en sus vinos, aquí encontramos un Mayrit blanco 2012, 100% albillo y el Mayrit Tinto barrica 2010 de Tempranillo y Shirah, el Qubél Revelación 2011 y el magnífico Qubél Nature 2005. En los Qubél la Tempranillo se alía con la Cabernet Sauvignon y la Shirah para hacer unos vinos carnosos y largos, muy recomendables.
Un poco más adelante, en la esquina del salón, estaban Vinos y Aceites Laguna con sus vinos festivos y alegres, destacables siempre sus semidulces Alma de Valdeguerra, tanto el blanco de Malvar como el rosado de Tempranillo, con su puntito de carbónico y su golosina, vinos ideales para esta época primaveral: luminosos, frescos, fáciles y divertidos, de los que no se puede beber solo una copa, al igual que de su Alma de Valdeguerra Tinto, un tempranillo sin crianza que nos muestra fresas, golosinas y una explosión de fruta, limpio, un vino de los más honestos y gustosos que se pueden encontrar. Destacables también su crianza Lacuna, más serio, con la madera presente, y el complejo Exun, un reserva con intensidad, estructura y persistencia.
La subzona Navalcarnero fue la más escueta en bodegas del salón, con solo cuatro presentes. Y de la subzona de San Martín de Valdeiglesias llegaron algunos de los vinos más pujantes de la D.O. Encontramos a la Bodegas Marañones con sus vinos de Garnachas Treintamil Maravedies 2011 y el 2012 en primicia, sacado de la barrica para la muestra, aún sin nacer pero que ya apunta complejidad, muy mediterraneo, con los taninos muy golosos y aún sin pulir que habrá que seguir con atención para ver como nace y crece. En la mesa de al lado estaba Bernabeleva, impulsores de las Garnachas madrileñas, posiblemente una de las bodegas que más ha hecho por poner en su merecido sitio de honor a las viejas garnachas de Gredos. También echamos de menos algunos de sus vinos en la muestra, pero estaban el Blanco Navaherreros 2010 de Albillo y Macabeo y el magnífico Cantocuerdas 2010 dulce, de Moscatel de grano fino. Los tintos de Garnacha mostrados fueron Navaherreros 2010, elegante y carnoso, y Arroyo del Tórtolas 2010, más tánico y complejo, un vino para pasar un buen rato buscándole matices.
Había muchas bodegas en el salón, no estaban todas, pero lo cierto es que los vinos de Madrid están en el panorama vitivinícola español y poco a poco tendrán más presencia, porque se trabaja mucho y bien, y el esfuerzo les aseguro que bien merece la pena beberlo.